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El padre de la hidráulica

Fidel y Faustino Pérez en el quinto aniversario del INRH. Foto: Cortesía de la viuda de Faustino Pérez
Fidel y Faustino Pérez en el quinto aniversario del INRH. Foto: Cortesía de la viuda de Faustino Pérez

Fidel: (…) Gracias por tu ejemplo insuperable y permanente, gracias por la absoluta consagración a la causa del pueblo, gracias por tu inconmovible fe en la victoria. (…)

Faustino Pérez, 2 de diciembre de 1991

 

Si recordar es volver a vivir, entonces los ingenieros Alfredo y Miguel  pasarán sin tropiezos la cota de los  120 años. Dos llamadas telefónicas y la exposición sucinta del objetivo de  la entrevista bastaron para que acudieran a la cita al otro día, cargados  de anécdotas, de fotos y un implícito  deseo de que su imperecedero Jefe los  vuelva a conminar a épicas batallas.

Hablar del vínculo de Fidel con la obra hidrául ica en Cuba es abri r otras páginas de historia. Lo consideran el padre de esa importante rama, le reconocen su responsabilidad en haber  contribuido a crear una gran familia,  y a velar por el bienestar colectivo.

“Desde los primeros años de la Revolución fue quien predijo la necesidad  y el alcance de las obras que construiríamos, lo cual se reafirmó con la destrucción causada por el ciclón Flora,  en octubre de 1963, precedida por una  etapa de intensa sequía”, afirma el ingeniero Alfredo Álvarez Rodríguez.

Numerosos discursos reiteraban la idea del líder de la Revolución de que ni una gota podía ir al mar. ¿La forma? Represar los ríos para evitar desastres por inundaciones o embalsar el agua para los momentos de sequía, recuerda Alfredo, un hidráulico  de pura cepa, quien se asombra de que  algún día anhelara ser médico.

“Mucho se ha repetido, pero vale mencionar que en 1959 solo había en el país 13 presas, que no sobrepasaban en total los 48 millones de metros  cúbicos; hoy son 242 embalses capaces de almacenar más de nueve mil  millones de metros cúbicos. Se suman cientos de kilómetros de canales, de conductoras, decenas de plantas de tratamiento, etcétera.

“Que yo recuerde Fidel estuvo una sola vez en la sede del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH),  que casi acababa de nacer. Fue pocas  horas antes de partir para el tétrico  escenario en que había convertido el  Flora a las provincias orientales.

“Hizo lo que muchas veces: enfrentar el peligro. Se fue con el comandante Faustino Pérez, presidente  del organismo. Poco tiempo después y al frente de un equipo técnico tomé  el mismo rumbo, por carretera, aunque la orientación había sido esperar  a que bajara el nivel de las aguas.  ¿Cómo hacerlo si nuestro máximo jefe  ya había salido para allá?

“El objetivo era medir el caudal de los ríos, la lluvia y seguir acumulando estadísticas, imprescindibles para obras futuras, como el gran programa hidráulico de oriente. Esos cálculos se hicieron  después en el resto del país y se denominó Operación Aforo. Hay que ubicarse  en el momento. En Cuba no había datos  hidrológicos, la lluvia se medía en lugares puntuales sin conllevar un análisis  integral. Bueno, tampoco había técnicos  ni ingenieros en esa rama”.

Bien lo sabe el máster Miguel Ángel Ferrer Ferrer, premio Vida y Obra de Ingeniería Hidráulica 2004. Mientras Alfredo desandaba montes, ríos y cañadas, él pertenecía al grupo de becados  integrados en el plan de ayuda a la formación de técnicos. Cursaba tercer año  de ingeniería civil  y fue uno de los 14  seleccionados para ir a estudiar su profesión definitiva en Tashkent, capital de  Uzbekistán, en la Unión Soviética.

“Resultó uno de los lugares visitados por Fidel en su primer viaje a ese país y enseguida preguntó por “los muchachos de Faustino”. Todos se preocupaban por nosotros. Tuvimos una sólida instrucción y creo que  no defraudamos las expectativas fijadas; al regresar graduados en 1967,  nos ubicaron por provincias. A mí me correspondió en mi natal Villa Clara.

“Constituyó un privilegio tener acceso a esos momentos de tantas decisiones y asumir responsabilidades  siendo casi un muchacho. También lo  fue las veces que estuvimos cerca del  Comandante en Jefe en el edificio de  G y 25, pues visitaba frecuentemente  a los becados; y en la Isla de la Juventud, donde participamos en la construcción del embalse Vietnam Heroico, cuando vinimos a hacer prácticas  en el cuarto año de la carrera.

“Yo veía a Fidel en un congreso, en una plenaria, de lejos, pero de cerca fue en las presas, porque él las visitaba y preguntaba la programación, las soluciones técnicas, las condiciones de albergamiento, la comida, siempre preocupado por el ser humano. Nos incentivaban  su presencia y las tantas preguntas”.

Cuántas historias no guardará este profesional que ha participado en la construcción de 35 presas; sin embargo, confiesa que sus mayores impresiones datan de cuando Fidel los estimulaba con su presencia a pie de obra.

Alfredo Suárez, asesor de la presidencia del INRH (izquierda) y Miguel A. Ferrer, especialista en Obras de Ingeniería (derecha). Foto: René Pérez Massola

 

“Admiramos su capacidad de trabajo, la preocupación hasta por los más  mínimos detalles. Su llegada a una obra  inyectaba nuevos bríos, porque construir una presa es difícil, son tres turnos  de ocho horas hasta llegar a la cota de  seguridad. Igual motivó cuando le puso  nombres de patriotas a las brigadas. Tuvimos una en Sierra de Cubitas, al norte  de Camagüey que llamó Antonio Maceo.  Aquellos hombres eran corajudos.

“En apuros me sentí cuando estaba en sus inicios el desarrollo hidráulico en el Escambray. Fidel llegó con  valoraciones de otros especialistas  que habían propuesto el autopastoreo  y yo le expliqué que cuando hay riego eso no es factible, porque las reses  van compactando el suelo y lo mejor  era hacer un esquema separado. Sostuve mi análisis ante la avalancha de  preguntas y consideraciones. Al final  me dijo: haremos experimentalmente lo que propones, vamos entonces  a jugar al ajedrez del pastoreo. Y se  hizo así, ¡pero en qué situación me vi!  Después supe que su presión era para  comprobar la profundidad y firmeza  de mis conocimientos”.

Sin proponérselo, Alfredo cierra la entrevista, no sin antes destacar la visión integral que Fidel dio siempre al  desarrollo hidráulico. “No lo concibió  solo como la construcción de presas y  usar el agua, lo veía integrado al medio  ambiente, al nivel de vida de la población, a evitar el peligro, a la prevención,  como pasó en septiembre de 1969.

“El huracán Camille afectaba a Cuba, pero no era el único motivo que preocupaba. Se registraron fuertes lluvias en la cuenca del río Almendares y  en la capital estaba en construcción la  presa Ejército Rebelde, llamada inicialmente Paso Seco. Faltaba por alcanzarse la cota de seguridad en su cortina.

“Y aunque el comandante Faustino Pérez ya no dirigía el INRH, me llamó para que fuera hasta el embalse, pues estaba subiendo mucho  el nivel del agua. De lo que no me di  cuenta es de quién más iría a la obra.  Salí con otros dos ingenieros y cogimos capas de agua. De momento, vi  tres jeeps. Fidel bajó de uno de ellos,  solo llevaba su uniforme inconfundible. No sé a dónde fueron a parar las  capas. Caminamos por el fango hasta  el aliviadero, y le expliqué que si el  agua franqueaba el dique provocaría  un desastre.

“Poniendo la mano en mi hombro subrayó: Álvarez, no vamos a dejar que llegue a la ciudad, haremos otra presita para acopiar lo que pueda pasar. Yo me ericé porque imaginaba lo  que podía ocurrir.

“Acto seguido me conminó a bajar, él delante, con pasos firmes,  abriéndose camino entre las espinas  del marabú y llegamos al lugar señalado. Busquen dónde hacer un cierre  para acumular futuras lluvias, señaló. Y fueron ulteriores, porque intuyo  que por la información del Instituto  de Meteorología ya sabía que las precipitaciones disminuirían. También  aseguró que aquel monte lo convertirían en un gran parque.

“Y todo fue así.  No ha habido afectaciones a la población aguas abajo de  la presa, y en el pequeño embalse fue  construida la plataforma flotante del  anfiteatro, una de las instalaciones  del parque Lenin”.

Nos estimulaba la constante presencia y preocupación del líder de la Revolución por los trabajadores hidráulicos, afirma el ingeniero Ferrer, que aparece al centro, explicando datos técnicos de la presa Cauto El Paso. Foto: Cortesía del entrevistado
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