Icono del sitio Trabajadores

Fe de sencillez

Juan Carlos García Guridi
Juan Carlos García Guridi

 

Una apuesta por las potencialidades de la dificilísima sencillez que propugnaba Azorín transita por estas páginas  de versos. Su autor, Juan Carlos García Guridi, las tituló Fe de mí, con la  economía de tres monosílabos cual si  fueran notas musicales.

Se trata de la obra merecedora del Premio de Décima Francisco Riverón Hernández en su edición del 2014, libro que Ediciones Montecallado, de la provincia de Mayabeque, hizo realidad en  papel y tinta para la Feria Internacional del Libro Cuba 2015.

Guridi (Batabanó, 1968) es un creador poco común: Poeta que se mueve con  dominio en todas las estructuras poéticas, tiene escaño de reverencia para la  estrofa de diez versos, la cual trabaja  por igual como escritor y como repentista. Al mismo tiempo, es un acucioso investigador del género, con más de  una obra publicada en libro como saldo  de sus estudios. Toda esta combinación  bien tiene que ver con la virtuosa característica apuntada al inicio para calificar a Fe de mí. Con esos recursos,  el autor opta en su obra poética escrita  por el tipo de expresión que parte de lo  inmediato visible para invitar a la búsqueda —si no al hallazgo— de lo que  no lo es.

Nazim Hikmet, el inmenso turco, era de los bardos que se inclinaban por esa opción, y alguna vez —cito de memoria— dijo preferir no el calcetín abigarrado y tupido, sino la media  transparente que deja ver el pie: una envoltura que permita apreciar la armazón de palabras y que cualquiera  pueda decir: “Eso lo hago yo”, pero si  quita una sola de las células de dicha  envoltura se viene abajo todo el andamiaje.

Semejante discurso, en algún modo directo, no le impide desde luego a Guridi atender a las sinuosidades y sutilezas de la existencia y el comportamiento  humanos, en un universo de contradicciones como el que atrapa al individuo  en la contemporaneidad. Para ello se  sirve con frecuencia de rupturas de sistema, figura literaria apreciable, junto  con deliciosos afanes lúdicos, en poemarios suyos anteriores como Country  club y Norias. En el primero, ya la relación entre el título del libro y su contenido cuasi bucólico es en sí misma una  ruptura de sistema. El segundo merece  párrafo aparte, para detenerme en sus  divertimentos poéticos.

Veamos las fricciones sensoriales que logra Guridi desde los comienzos de Fe de mí, en el poema en una estrofa que titula Declaración jurada:

Hay quien dice que el futuro / de mi país es incierto / y oro por no verme muerto / sin ser creyente. Por duro / que lo imaginen maduro / los frutos de la esperanza / y aun cuando el tiempo no alcanza / para después, me declaro, / feliz ante el desamparo / de mi propia desconfianza.

Juega Guridi con los sentidos y también con las estructuras. En Norias todo el libro es este novedoso modo de glosar la décima ideado por él, el cual, según sus propias palabras, se caracte riza por “un marcado sustento lúdico y se denomina noria por las vueltas que da en su sentido poético, ya que un mismo verso o pie forzado se va rodando de  manera descendiente durante un total  de diez estrofas”. En Fe de mí, varias  veces el poema se asume en décimas  monosilábicas, para un resultado que  mucho tiene que ver con la atmósfera  sublime del haiku.

Y a esta altura del análisis ya habremos comprendido que la sencillez  apuntada es una puerta que abre hacia  muchas estancias. Eso se hace mucho  más palpable en los finales del cuaderno, cuando una sección titulada  Galería de los convidados nos invita  a merodear los universos de varios  grandes creadores, algunos de tan divergente ánima como Miguel Hernández y José Lezama. A cada uno de ellos  Fe de mí “le habla” en su cuerda, sin  que el libro en su conjunto pierda el  tono elegido.

Al segundo de los grandes maestros mencionados lo retrata aquí Guridi en el cariño de tres estrofas. Veamos la segunda de ellas, solo como botón de muestra, para cerrar esta aproximación a un volumen premiado en un certamen que ya está mereciendo mayor  atención por el movimiento decimístico  del país:

Encima del cenicero / un murciélago aluniza. / De repente la ceniza / se acomoda en el tintero. / El alfabeto se  asoma / al climaterio y blasona. / Entonces el decidor / de silábico amasijo  / disfruta del acertijo / postrado en el comedor.  

Compartir...
Salir de la versión móvil