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Rigoberto y Antuán Mena, Artistas del barrio de Buenavista

Diseñada por el arquitecto español Carlos Ferreira, la edificación también cuenta con significativos aportes de Mena en su perfil exterior. En la foto, un área del jardín.
Diseñada por el arquitecto español Carlos Ferreira, la edificación también cuenta con significativos aportes de Mena en su perfil exterior. En la foto, un área del jardín.

 

Uno de los grandes aciertos de la 12ª Bienal de La Habana fue su interacción con las comunidades, algunas de ellas en apartadas zonas del bullicioso y fértil centro de la capital —La Habana Vieja, Centro Habana y Plaza—, donde se concentró el mayor número de proyectos artísticos, amén de las numerosas galerías e instituciones existentes en ese segmento urbano, las cuales acogieron disímiles muestras de arte dentro del programa colateral.

Entre esos lugares cuyos pobladores, en su mayoría, veían el arte como algo sacralizado, se encuentra la barriada de Buenavista, en Playa, donde hasta hace poco la vida transcurría bajo la rutina de siempre: el ajetreo de las amas de casa en las labores domésticas; los niños jugando en las calles; vendedores ambulantes con sus novedosos —y a veces insólitos— pregones; los perezosos que pasan horas enteras sentados en los bordes de los quicios y las aceras; el ir y venir de la gente hacia los mercados y bodegas…

Pero el 24 de mayo último la espiritualidad de los “buenavisteros” alcanzó nuevos aires. Como parte del programa colateral de la Bienal, ese día se hacía realidad el sueño del reconocido artífice Rigoberto Mena Santana (Artemisa, 1961), quien en la intersección de las calles 54 y 21, tras un año de agotadores esfuerzos constructivos, con el apoyo de varios vecinos, inauguró un moderno estudio-galería que irrumpe en el panorama de esa humilde zona —cercana al suntuoso y soberbio Miramar—, donde proliferan modestas construcciones habitadas por sencillas personas, cuya mayoría jamás había visitado un museo o una galería de arte.

Diseñada por el arquitecto español Carlos Ferreira, la edificación —que también cuenta con significativos aportes de Mena en su perfil exterior— se caracteriza por una esplendorosa iluminación, favorecida por el blanco total de las paredes y el techo, así como por un bien pensado confort, tanto para el trabajo creador del pintor como para los visitantes, quienes igualmente disfrutan de la simplicidad y modernidad de las formas, la amplitud de los salones y la armonía espiritual que se complementa con un espacioso jardín, inspirado en el estilo japonés. Mística área que convoca a la reflexión y el diálogo, impregnada de una particular atmósfera en la que se combinan el agua y la vegetación, esencialmente conformada por extensos sembrados de bambú y dos grandes árboles de mango y aguacate que ofrecen abundante sombra.

Allí, dice Mena, la coordinadora del proyecto, Zulema Armas, organizará talleres de dibujo y otras actividades con los niños y el resto de los vecinos, quienes han declarado esta obra como patrimonio cultural de Buenavista.

La inauguración

Para la inauguración del original estudio-galería, el maestro concibió la exposición titulada La frontera —en alusión a los límites geográficos entre ese barrio y Miramar—, compuesta por obras de su autoría y de su hijo Antoine Mena González, Antuán (La Habana, 1984). El primero con una serie de abstracciones de grandes formatos, recreadas en el proceso constructivo de la instalación; y el segundo con cuatro lienzos de mediano tamaño, con retratos realizados a varios personajes de la comunidad, como Caridad, la hija de Lorenzo; Arley; Tania; y Marcia, la enfermera.

La apertura devino excepcional jolgorio. Fiesta del arte, para la cual decenas de vecinos vistieron sus mejores galas y disfrutaron, junto al prestigioso pintor, su primogénito y el resto de los creadores de la plástica, directivos, críticos y especialistas de arte que allí se reunieron, de su “estreno” como visitantes a una galería de arte, acontecimiento que marcó la historia cultural de esa zona donde no existen importantes instituciones culturales.

“Las gentes del barrio están muy felices con este proyecto. Lo cuidan, lo respetan y lo promueven entre ellos. Es sorprendente el efecto que, en la espiritualidad colectiva de esta comunidad, ha creado la apertura de este estudio-galería”, dijo Mena.

Calificados como Los artistas del barrio, Mena y Antuán sienten el enorme placer de haber podido inaugurar esta gran obra como parte de la 12ª Bienal de La Habana, articulada —como nunca— en el diario vivir de los cubanos.

Obra de Antuán inspirada en Caridad, la hija de Lorenzo, dos humildes vecinos de la barriada de Buenavista. 103 x 143 cm, óleo sobre lienzo. 2015.

 

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