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La escuela que no cierra

Amarilis Pérez: toda una vida dedicada a la Educación de Adultos.
Amarilis Pérez: toda una vida dedicada a la Educación de Adultos.| fotos: Eddy Martin

Situada a la sombra de los flamboyanes que adornan la avenida Santa Catalina, en la barriada capitalina de la Víbora, la escuela de idiomas Mártires de Kent prestigia la Educación de Adultos por la calidad y creatividad de su quehacer.

Su directora desde hace 10 años, María Isabel Rojas Lezcano, especialista en Inglés, tomó con absoluta seriedad el llamado del Ministerio de Educación (MINED) respecto a convertir las instituciones educativas en los centros culturales más importantes de la comunidad, sin olvidar su encargo social, que es contribuir a la superación de los trabajadores en un idioma extranjero.

Así, la Mártires de Kent inició los cursos de temporada, de verano, de familiarización y de profundización. El primero se imparte los fines de semana, las clases se organizan a partir de módulos, y pueden tener continuidad si los alumnos lo desean. En tanto, el segundo tiene lugar en los meses de julio y agosto.

Según Carlos Vázquez, profesor de francés, los cursos de temporada permiten ocupar el tiempo libre de un grupo poblacional determinado, pues las edades oscilan entre los 18 y 30 años. En realidad son intensivos y exigentes.

“Como docente, tengo el reto de en cinco meses poner a los muchachos en condiciones de hacer una prueba de clasificación para pasar de un primer a un tercer nivel, es decir, vencer dos semestres en uno. En ese sentido, acuden con mucha afluencia y casi siempre después se convierten en matrícula de la escuela”.

Los cursos de familiarización están dirigidos a las personas que no dominan el idioma, y los de profundización contemplan traducción, redacción, expresión oral y gramática.

Los cursos de temporada son intensivos y exigentes, según Carlos Vázquez, profesor de francés.| fotos: Eddy Martin

Las experiencias de esta labor —recogidas en la investigación Proyecto comunidad educativa-social— las presentó María Isabel en el evento internacional Pedagogía 2015, que tuvo lugar a principios de año. “El objetivo —dijo— es atraer a los interesados. No se trata solo de aprender idiomas, sino de incorporar otros saberes”.

Explicó también que dos años atrás cuando el MINED exhortó a emplear todas las posibilidades con el fin de brindar un servicio comunitario, ella no sabía la envergadura que iba a tomar este quehacer.

El período escolar se divide en dos semestres (septiembre- enero y febrero-julio) y aquí los alumnos tienen la opción de prepararse en seis idiomas (inglés, francés, alemán, ruso, portugués e italiano). No obstante, para satisfacer la demanda de superación los docentes donan una semana de sus vacaciones al año y el trabajo se coordina de tal manera que la institución no cierra sus puertas.

De la comunidad… lo más importante

¿Cómo lo logra la Mártires de Kent? La interrogante puso a pensar a su directora. “Lo primero fue transformar los métodos y estilo de dirección, buscar el liderazgo del sistema de dirección, mantener la ejemplaridad del colectivo docente, y lograr la motivación de los maestros.

“Cuando terminamos el primer curso de verano la gente empezó a preguntarnos si no íbamos a seguir. Así, de forma paralela al período lectivo, iniciamos los de temporada, sobre todo los fines de semana. Hoy el entusiasmo de la comunidad nos ha llevado a realizar otras actividades, como el apoyo que damos en algunas secundarias básicas para el aprendizaje del idioma inglés.

“Al mismo tiempo logramos fomentar un movimiento cultural en la escuela; cada grupo desarrolla una manifestación artística, de ahí que tengamos aficionados a la plástica, a la fotografía, a la danza, a los coros. Aprovechamos el potencial de los propios colectivos estudiantiles, dentro de los cuales tenemos instructores de arte.

“Las actividades tienen una base educativa que trasciende la mera instrucción. En ocasiones se visten con los colores de las banderas de los países, investigan sobre sus costumbres, religiones, la culinaria, aspecto este que les gusta mucho, pues preparan platos típicos y realizan dramatizados para explicar cómo elaboran las comidas.

María Isabel Rojas Lezcano, directora de la escuela Mártires de Kent.| fotos: Eddy Martin

“Por su parte, los grupos de inglés los dividimos por áreas: Caribe, Asia, América. Hemos cambiado el sistema de aprendizaje con la finalidad de estimularlos”.

Comentó que la escuela presta otros servicios a solicitud de la población. En el caso de los exámenes de clasificación que se ofertan dos veces en el año, las personas pueden determinar según sus conocimientos el nivel vencido (son cuatro) y matricular el que les corresponde.

Otra opción está dirigida a quienes dominan los idiomas y no tienen documento que los acreditan. En tal situación realizan un examen oral y otro escrito, y si los aprueban se les otorga el título. Según María Isabel, las escuelas de idiomas también están afectadas por el bloqueo. “Como podrá ver —señaló— aquí es el profesor con su garganta, sin embargo gracias al esfuerzo de los docentes y a la creatividad que impregnamos en lo que hacemos, nuestros alumnos egresan con la misma calidad de otros que han tenido la posibilidad de contar en sus aprendizajes con laboratorios”.

Cuatro décadas en la Educación de Adultos

Cinco años luego de creada la escuela Mártires de Kent llegó a sus aulas, en 1975, Amarilis Pérez, considerada una “veterana” no por la edad sino por el tiempo de trabajo que acumula en la institución.

Graduada de Licenciatura en Lengua Inglesa, en la facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana, Amarilis ha trabajado siempre en la Educación de Adultos. “¡Este es mi curso 40!”, dijo con orgullo y sentido de pertenencia, la profesional que ha dedicado su vida al magisterio.

Referente a los cursos de verano, comentó que se han realizado en los dos últimos períodos vacacionales y los niños han sido los protagonistas. “Tal alternativa resulta muy motivante tanto para los pequeños como para nosotros, pues nos nutrimos de ellos. Vienen muy contentos, con edades diversas, incluso muy pequeños, con cuatro o cinco años, sin saber leer o escribir.

“En esos casos la labor es más trabajosa, pero a través de los juegos logramos motivarlos y que aprendan cosas sencillas. También participan alumnos de primaria y de secundaria básica. Al finalizar nos damos cuenta cuánto lo agradecen, incluyendo sus familiares.

“Las clases se imparten aproximadamente durante una hora y media, y en ese período dedicamos un espacio a los juegos, yo me he visto correteando con ellos por el patio. No queda más remedio, es una manera de que se sientan en confianza y aprendan jugando. Sin duda, la escuela brinda un servicio muy útil a la comunidad”, enfatizó.

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