Ciencia y experiencia: una combinación para más alimentos

Ciencia y experiencia: una combinación para más alimentos

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Telce  González Morera, director del Instituto de Investigaciones de Granos. Foto: César A. Rodríguez
Telce González Morera, director del Instituto de Investigaciones de Granos. Foto: César A. Rodríguez

Los retos que impone  el  cambiante entorno  y las perspectivas de la producción de granos fue presentada a los participantes en el 6to Encuentro Internacional de Arroz y el II Simposio Internacional de Granos, que finaliza hoy en el Palacio de Convenciones, por el Máster en Ciencias Telce González Morera, director del Instituto de Investigaciones de Granos.

Explicó la prioridad que tiene en Cuba el cultivo de las especies de granos, esencialmente arroz, frijoles y maíz, dada la cantidad que aún se precisa importar para satisfacer el consumo y los altos precios que tienen en el mundo.

Sin embargo, explicó, hay una reserva estratégica que no se aprovecha adecuadamente en el país, “ni siquiera se piensa en ella cuando se planifican los incrementos de la producción, y es lo que provee la ciencia en cuanto a los rendimientos de cada variedad”.

Precisó que los productores tienen que conocer el entorno y prever el impacto que el cambio climático o las limitantes de medios para la siembra, cultivo y cosecha, pueden tener en su trabajo, pues la sequía, la escasez de agua para el regadío y la salinización de los suelos son los grandes peligros que debe enfrentar la obtención de cualquier alimento agrícola.

Comentó que la mayoría de los polos arroceros del país están en la zona sur, pegados a las costas, por lo que es esencial trabajar las obras para el drenaje de los campos y así evitar que el agua salada penetre despiadadamente en esos suelos.

Telce González hizo mucho hincapié en los rendimientos agrícolas. Citó ejemplos de cifras elevadas que se han obtenido en cualquier tipo de suelo y año dentro de la isla, pero que no se sostienen en el tiempo. Habló de variedades que en campos experimentales han llegado a las 12 toneladas por hectárea, pero que en las grandes extensiones se reducen a la mitad.

Y precisó que en la práctica se ha visto que cuando los rendimientos potenciales de una variedad son de 9 t/ha, en ensayos regulares se reducen a 7, en el escenario de buenas prácticas agrícolas bajan a 5, mientras los promedios del país en la producción oscilan en 3 t/ha.

“Cuando en Cuba se piensa en aumentar la producción, se planifica sembrar más áreas, cuando lo más aconsejable es recurrir al tipo de cultivo y plantar la variedad que mejor se adapte a las condiciones de cada lugar, porque las tienen adaptadas lo mismo a la sequía, que a la salinización, que al ataque de plagas y enfermedades. Ahí están las mayores reservas”, dijo.

Indicó que la causa esencial de los bajos rendimientos del cultivo de maíz en Cuba es la baja población de los campos, una teoría que se puede extender a cualquier  tipo de especie.

Especificó que también la degradación de los suelos conspira contra los resultados productivos, por lo que se requiere instrumentar técnicos de laboreo que beneficien y no perjudiquen un recurso que es muy difícil de recuperar por la acumulación de daños, sobreexplotación y descuido que han tenido.

Ejemplificó con los casos de Brasil y Argentina, donde se experimentaron explosiones en las producciones de granos a partir de generalizar las siembras directas y la agricultura de conservación, lo que también posibilitó el salto económico del sector. Cuando hablamos hoy de agricultura tenemos que hablar de estos dos países porque se fueron a la vanguardia de las formas de explotación del suelo.

Se refirió a la necesidad de aumentar las plantaciones de sorgo, un cultivo resistente a la sequía, de alto rendimiento, que aún cuando se obtenga una tonelada por hectárea es rentable si se aplican buenas prácticas productivas. En este sentido, habló de las ventajas de la biodiversidad para alcanzar más alimentos por área.

Y Telce revivió lo que considera un cultivo “sorpréndete”: el gandul. “Hay que caminar Cuba y ver cómo en las montañas, en el Valle de Caujerí o en Guamá, hay áreas compactas de esta especie, no porque guste tanto a los habitantes de esas regiones, sino porque se ajusta muy bien a las condiciones edafoclimáticas de esos lugares. Agregó que con esos granos se hace la mayor cantidad del petit pois que se consume en Estados Unidos y otros países donde es popular.

Telce González ponderó la vinculación y el respeto que siente por los productores, porque de la experiencia se aprende y del intercambio se sacan los mejores resultados. Y concluyó su conferencia en un congreso de pocos participantes pero de mucho debate y equilibrio entre científicos y campesinos, con una frase de Martí que dice: “Poner la ciencia en lengua diaria, he ahí un bien que pocos hacemos”.

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