Tres acordes a modo de campanadas cercenan el silencio sepulcral de Santa Ifigenia, retumba ya la Elegía a José Martí, y del alma brotan en surtidor las más encontradas emociones. Ataviados con uniforme de gala y fusil al frente, muchachas y muchachos marchan al encuentro del Maestro, se apuestan muy cerca del túmulo funerario, lo enaltecen desde el deber, lo sienten cercano y vital tal cual su vaticinio: “La tumba es vía y no término”.
Desde hace 13 años se repite la escena, cada 30 minutos acontece el relevo de la guardia de honor al Apóstol ante la mirada de cientos de espectadores nacionales y extranjeros que atraídos por esa grandeza universal del Héroe Nacional llegan hasta el sitio donde cada día desde la muerte Martí nos da una lección de vida.
Por iniciativa del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, el 19 de mayo de 2002, inició la guardia de honor en el Mausoleo a José Martí, en Santiago de Cuba, protagonizada por jóvenes de la región oriental del país que cumplen allí su servicio militar.