Brotó en mí la emoción cuando vi a René González con su nieto en hombros, y a sus compañeros de lucha —Gerardo Hernández, Antonio Guerrero , Ramón Labañino y Fernando González— los cinco antiterroristas cubanos que permanecieron injustamente encarcelados en Estados Unidos, y quienes por vez primera luego de tantos años acompañaron al pueblo un día como hoy.
Los victoriosos integrantes de la brigada Henry Reeve fueron los primeros en desfilar, y con ellos la demostración genuina de que los trabajadores de la Salud, hoy más que nunca, estarán presentes donde el reclamo internacional los necesite. Con simbólicas jeringuillas gigantes, como representación del sector, también estuvieron presentes muchos de los que combatieron con dignidad y osadía la epidemia del Ébola en el continente africano.
A pesar de la pertinaz lluvia que, por momentos, se empeñó en interrumpir el desfile, miles de cubanos se compactaron unidos con la seguridad inconmovible en la victoria, como refirió Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la CTC.
El gran y multitudinario desfile fue la expresión de una sociedad en constante búsqueda para actualizar nuestro modelo económico y hacer más sostenible y próspero el socialismo cubano.
En mis inicios profesionales esta fue mi primera vez en la Plaza. ¡¿Quién sabe cuántas coberturas periodísticas similares me habrán de esperar?! Pero, sin duda, fue una jornada emotiva, reconfortante, y colmada de fidelidad.