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Detrás de las luces de un Ciego

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Yander Guevara. Fotos: José Raúl Rodríguez Robleda

 

La final de la 54 Serie Nacional de Béisbol pasará a la historia por muchas cosas, entre ellas por las luces doradas de un Ciego de Ávila que necesitó siete peleados partidos para hundir a unos Piratas de Isla de la Juventud que soñaron hasta el sexto inning del último juego con un tesoro que los superaba a ellos mismos.

Roger Machado se convirtió en el decimosegundo mentor en nuestros clásicos que archiva dos coronas como mínimo, al tiempo que su palmarés incluye cuatro podios en siete años de dirección, lo que convierte a su formación en la más laureada en ese lapso: (2-1-1), por delante de Pinar del Río (2-0-0), Industriales (1-1-1), Villa Clara (1-2-0) y Matanzas (0-2-2).

Esta versión de los Tigres avileños, a diferencia de la LI Serie, contó con siete refuerzos, quienes no solo tenían experiencia en play off, sino que resultaron determinantes para levantar la corona como fueron Ariel Borrero, Yeniet Pérez e Ismel Jiménez, este último por vez primera campeón nacional al igual que el cienfueguero Leorisbel Sánchez.

Aunque la integralidad de los bicampeones era superior en todos los aspectos de juego a sus adversarios, de nuevo saltaron a la hora de evaluar la calidad de esta final el mal corrido de las bases, abuso de toques de bola, relevos desacertados, y jugadas tácticas y defensivas muy erráticas por parte de ambas selecciones. Emoción, entrega y rivalidad no es proporcional a un béisbol de alto nivel. Y de eso tienen que estar conscientes los directivos de este deporte.

No es posible obviar en cualquier análisis el papel de los Piratas, con quienes se solidarizó la mayoría del país por ser, quizás, el elenco pequeño, el débil por su historia y población, que había llegado a una inédita discusión del título a fuerza de corazón y riñones para enseñarles a muchos conjuntos “grandes” la importancia de jugar como una verdadera familia sobre el terreno.

Sus jóvenes peloteros estuvieron lidereados por un verdadero capitán como Michel Enríquez, que si bien pudo aportar más con corredores en posición anotadora, nunca justificó su rendimiento por la muñeca lesionada que apenas le permitía agarrar el bate. Al término de la final se le vio secarse una lágrima por la imposibilidad de conquistar uno de los pocos premios que falta en su vitrina.

Detrás de las luces de un Ciego de Ávila campeón, nuestro béisbol necesita revisar a fondo conceptos del espectáculo deportivo, así como aspectos técnicos. El alto número de boletos, la falta de ajustes en el cajón de bateo, la pobre maestría de los receptores, los bajos niveles de flexibilidad de casi todos los peloteros, son ejemplos de una llaga extendida a las categorías juveniles.

El arbitraje, justo es decirlo, no tuvo graves incidencias en esta temporada, pero la zona de strike sigue siendo distante a la que vemos luego en torneos internacionales y es necesario ajustarla de una vez y para siempre. El video ratificó en un porcentaje alto las decisiones de los hombres de negro, quienes recibirán un apoyo importante de superación gracias a la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe.

No podemos obviar tampoco que la campaña creció con un elevado desangramiento de jugadores en casi todos los conjuntos —salidas del país, bajas por indisciplina y deserciones—, la motivación de nuevos contratos en el exterior —este miércoles se anuncian cuatro nombres que estarán en la venidera temporada con los Capitales de Quebec—, y la ratificación de que este formato de competencia terminará con la 55 Serie Nacional, en tanto se le dará más relevancia que años anteriores al torneo sub 23.

El cierre visto en el estadio José Ramón Cepero fue sencillo y emotivo, con aplausos y vítores para ambas selecciones, lo cual debiera ser tomado en cuenta para la Gala de Campeones a finales de abril, en la que se entregarán los reconocimientos a las estrellas ofensivas y defensivas de la serie, con Yander Guevara como el más valioso de la postemporada.

Líneas finales y merecidas para Matanzas y Granma, tercero y cuarto, respectivamente, envueltos en una gran etapa clasificatoria, pero sin el extra para un play off y con lagunas evidentes en pitcheo. Del resto, Pinar del Río e Industriales ya comenzaron a revisar lo que salió mal y ha trascendido una posible nueva dirección para los azules, con Javier Méndez al frente.

La fiesta de Ciego de Ávila debe durar muchos días y no menos en Isla de la Juventud. Tigres y Piratas regalaron una final que quizás no veamos nunca más, pero nadie podrá olvidarla por Mendoza, Ismel, Michel, Yander, Gálvez, Fiss, Danny, Borrero, Pantoja y Machado, sin duda las caras más visibles del alma en el terreno.

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