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Por Yasel Toledo Garnache
Desde lo alto, dominan los alrededores. Van de un lugar a otro. Recorren la costa y cayos cercanos. Hacen chistes y hablan de su labor. Miran al mar. El olor a salitre gravita en el lugar.
Ellos son miembros del Puesto de guardafronteras, en Cabo Cruz, municipio granmense de Niquero. Radican en una construcción reinaugurada el 2 de diciembre del 2014 con mejores condiciones de vida y trabajo, incluido un radar de alta tecnología para la detección de medios navales.
Su principal misión es el enfrentamiento a las drogas que, a veces, son arrojadas, desde lanchas rápidas, por personas provenientes del extranjero que tratan de provocar inestabilidad en la zona. Las corrientes marinas y el aire favorecen el acercamiento de los pequeños paquetes a la orilla.
El mayor René Calderón Aponte, jefe del Puesto, apunta que también están atentos a posibles salidas ilegales e infracciones, como la pesca de algunas especies, agresiones a la barrera coralina, a los quelonios y a otros componentes de la flora y la fauna.
“Resulta esencial el trabajo conjunto con los CDR, guardabosques, los destacamentos Mirando al mar, la UJC y otras organizaciones y entidades. El trabajo con la comunidad es, sobre todo, profiláctico en cuanto a la importancia de mantener una actitud adecuada y cómo reaccionar ante determinadas situaciones. Tenemos un círculo de interés con niños, ellos también desempeñan una labor significativa”.
Calderón Aponte explica que cuando cogen a un infractor lo llevan para el Puesto y, según la gravedad, adoptan las medidas, en coordinación con las autoridades correspondientes.
El soldado Yasiel López López, del municipio de Media Luna, quien pasa el Servicio Militar Activo junto a otros nueve jóvenes, asegura: “Aquí me siento bien. Prestamos bastante atención durante las guardias, los recorridos por el litoral y las acciones operativas. A veces, amanecemos en la costa. Sentimos un orgullo inmenso por lo que hacemos y nos esforzamos al máximo”.
Para el soldado Yusdel Ramírez Torres, de Niquero, esta es una tarea de mucha responsabilidad: “Nos sentimos como en una familia, a pesar de la exigencia”.
Él se desempeña como ayudante de cocina. Casi termina el almuerzo y allí, entre ollas y sartenes, dice que los cambios en el local también incluyeron un equipo refrigerado para la conservación de los alimentos y mejores condiciones para la elaboración: “Ahora todo me queda más rico”, agrega sonriente.
MIRANDO AL MAR
Varias personas de la comunidad están alertas. Ellas reciben instrucciones y se turnan para realizar recorridos cuando es necesario. Son miembros de los dos destacamentos Mirando al mar existentes en Cabo Cruz. No llevan uniformes, aunque “nos sentimos parte de Guardafronteras”, expresa Francisco Torres Meriño, quien integra esa iniciativa desde hace más de 30 años.
“Nuestro principal orgullo es contribuir a la seguridad del poblado, de los hijos, nietos y vecinos, por eso tenemos tanta disposición ante las tareas”.
El mayor Nelson Arias Domínguez, jefe de Guardafronteras en Granma, resalta la disciplina y buenos resultados en el Puesto de Cabo Cruz, creado a inicios de la década de los años 60 del siglo precedente.
“En toda la provincia, incrementamos las medidas para ser cada día más eficaces. Siempre estaremos a favor del pueblo, por eso nos esmeramos tanto para contribuir a su protección. El empleo de la tecnología, como el nuevo radar aquí, es favorable”.
El mar sigue inmenso. Frente a ese gran río azul, como lo definió Ernest Hemingway, en varios puntos de Granma persisten soldados y oficiales, como guardianes del pueblo y de una nación que no olvida sus esencias.
