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Autismo: con azul se pinta la diferencia

 El azul es el color identificativo de este  trastorno neurológico. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez
El azul es el color identificativo de este trastorno neurológico. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

 

Este dos de abril tal pareció que a la Plaza de los Trabajadores en la ciudad de Camagüey le había caído un trozo del cielo. Todo se había trastocado en azul y varias tendederas mostraban ropas, sábanas o muñecos con este color. Y es que a un grupo de padres y familiares de niños diagnosticados con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) se les ocurrió celebrar su propio Día Mundial de Concienciación sobre este padecimiento.

Hace algunos años la Asamblea General de las Naciones Unidas, preocupada por la prevalencia del autismo en todas las regiones del mundo, determinó que el dos de abril sería conocido como el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Y serviría para llamar la atención sobre las necesidades de las personas que presentan este tipo de trastorno o para denunciar situaciones de discriminación y vulneración de sus derechos fundamentales.

Pero en Cuba, la realidad es otra, como bien reconoce Mirna Méndez González Pardo, especialista en defectología, quien explicó el porqué de celebrarlo.

“Es una forma de mostrar el programa de atención que tenemos con ellos. Por ejemplo, aquí en Camagüey contamos con el Centro Provincial de Equinoterapia y ahora con una consulta multidisciplinaria, en donde un grupo de especialistas atienden a estos niños.

“Este es un padecimiento que necesita temprano diagnóstico, por lo que desde muy pequeños los estudiamos. Ya suman 22 casos en el territorio, pero como esa cifra debe aumentar hay que fortalecer nuestra labor. Es un trabajo difícil, pero a la vez humano y placentero porque ellos te guían por un mundo otro, y en realidad se convierte en un acto de amor”.

Para el resto del mundo este dos de abril fue la excusa para cubrir de azul grandes monumentos y así exigir cambios en el trato de estos infantes. Para Camagüey, fue una fiesta: las campanas de la Iglesia del Carmen sonaron, el Dame la mano y danzaremos de Teresita Fernández convocó a una rueda que se llenó de risas, de tímidas miradas y padres y familiares junto a sus hijos fueron a la plaza con el corazón lleno de alegría, para pintar en azul lo que los hace diferente.

 

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