Por: Elisdanys López Ceballos y Ana Margarita González
Una mezcla de ciencia, voluntad y experiencia definen la historia del Uruguay, el único ingenio de Cuba que ha logrado producir 235 mil 79 toneladas (t) de azúcar en una zafra, y que hoy se empina, después del cumplimiento del plan de los últimos siete años, en busca de una cifra que marcará su futuro: 150 mil t anuales.
Años atrás, la disponibilidad de caña limitaba las moliendas; el marabú creció en las tierras otrora sembradas de la gramínea al sur del central y hubo que traerla hasta de unidades productoras del Melanio Hernández, municipio de Taguasco, para satisfacer el apetito del coloso espirituano.
Sin embargo, el reordenamiento de la producción cañero-azucarera impuso un giro hacia la inmensa llanura del sureste, donde ahora fomentan los cañaverales. Viejos buldóceres y brigadas de heroicos macheteros derriban o cortan con hacha y machete las plantas convertidas casi en árboles; otros hombres apremian la preparación del suelo, la siembra e instalación de equipos de regadío.
Es más palpable el crecimiento cañero que el proceso inversionista en la fábrica; ambos deben emparejarse para aprovechar ese orgullo provinciano de que Sancti Spíritus sabe hacer zafra.
Adiós al marabú
Los suelos de la UBPC La Vega no tenían ni un plantón de caña en el 2011 cuando comenzó el desbroce de marabú y la instalación de equipos de regadío, que no alcanzan para toda el área, pero que usados eficientemente antes de sembrar la gramínea y luego para la supervivencia, contribuyen al aumento de los rendimientos agrícolas.
Leonel Bravo, presidente de la UBPC, asegura que “las labores se hacen en el momento óptimo, y eso permite aprovechar desde las bondades de una buena tierra hasta el potencial de cada variedad de caña. Recuperamos los canales abandonados, instalamos sistemas de riego y sembramos —ya tienen 2 mil 200 hectáreas (ha)—; dimos un salto y nos convertimos en la unidad que más caña aporta en la Empresa Azucarera de Sancti Spíritus: 70 mil t en la pasada zafra y en la del 2016 debemos llegar a 80 mil”.
La atención a los trabajadores es evidente en esta cooperativa, donde la maquinaria se “arregla” con las mañas de los mecánicos en un taller sin suficientes repuestos; seis organopónicos garantizan alimentos frescos para casi 300 personas y es posible degustar un excelente almuerzo, elaborado por Midreyde González, en la cocina de una carreta en medio de los cañaverales.
De ello da fe Pedro Miguel Delgado, un operador de combinada que atraído por su máquina bajó al sur cuando terminaron las zafras en Yaguajay. No es un improvisado. “Pasé la escuela de combinadas y desde 1995 hasta la fecha hay una evolución de mi trabajo. Cortar un millón de arrobas en una zafra necesita de un colectivo y una familia que te respalden, noches sin dormir y luchar contra el cansancio, pero lo he logrado más de una vez. Reparar la cosechadora antes de iniciar los cortes es vital para sacarle mayor rendimiento”.
Bienvenida la caña
“Las proyecciones que tenemos hasta el año 2024 son lograr un millón 557 mil t de caña, con rendimientos de 59 t/ha y el 65 % del área de secano. Hay que incrementar el rendimiento agrícola y llegar a 36 mil 498 ha de caña, de las cuales 12 mil 500 estarán bajo riego con las inversiones de los canales que parten desde las presas Lebrige y La Felicidad, y beneficiarán a cuatro cooperativas”.
Así resume el ingeniero Imeldo Díaz Roy, especialista de la unidad empresarial de base Atención a Productores Agrícolas, el promisorio futuro de la del Uruguay. Y como cañeros e industriales dominan las informaciones en esta geografía, Imeldo sabe que habrá que ampliar la capacidad de molida del central a 12 mil t diarias y moler 150 días para “tragarse” la caña que prometen los del campo.
“Lo más difícil es el desbroce del marabú —aunque con la alternativa del corte manual, que realizan cerca de 400 hombres, el año que viene casi todo estará limpio— y escasean los equipos pesados para la preparación de tierras. No tenemos problemas para el cultivo ni la fertilización y contamos con la fuerza de trabajo para acometer las labores agrícolas”.
Es evidente que a la par del programa cañero-azucarero no anda el mejoramiento de las comunidades, el abasto de agua y los viales, responsabilidad que dejó de ser de la Empresa Azucarera, pero que demanda un proyecto integral en beneficio de la población y de las producciones. También habrá que incorporar fuerza técnica a la agricultura “porque nos estamos poniendo viejos, entran pocos ingenieros y técnicos, y ese asunto puede convertirse en una limitante. La caña no es tan silvestre como parece, igual que todo cultivo requiere técnica y su manejo es vital; nos quedan muchas tierras por explotar y son la garantía del futuro”, aseguró Imeldo.
El salto hasta las 150 mil
“La zafra se gana con una buena reparación. Ese ha sido el éxito del Uruguay, además de hacer las pruebas y arrancar en tiempo; después de cumplir con eso, todo sale bien”, afirmó el ingeniero Vladimir Gómez Morales, director del coloso de Jatibonico.
“Con el paso del tiempo, la estrategia del proceso de fabricación de azúcar ha cambiado: antes se pensaba mucho en moler y moler, ahora nos guiamos por indicadores económicos, por la relación costo-beneficio; mientras más azúcar se haga más ganan los trabajadores. Y estamos en igualdad de condiciones con los demás centrales, pues las inversiones para reparar se aprueban en correspondencia con los planes productivos”.
La disciplina tecnológica se analiza en 83 variables del proceso productivo: se deduce el cumplimiento de sus determinaciones en 12 horas de labor, y se saca el turno que mejor trabajó durante el día, en la semana y en el mes. Ese rigor da la constancia del Uruguay, que lleva 10 días consecutivos logrando más de 13 % de rendimiento industrial.
“Nuestro plan es de 85 mil 469 toneladas. Estamos al 88,36 %, y llegaremos a los 120 días de zafra; en los dos últimos años nos ha beneficiado el comportamiento de los estimados de caña. Debemos acabar al 102 %, eso daría 20 mil t más de caña, por lo cual vamos a sobrecumplir la producción de crudo en 2 mil 200 toneladas.
“Llevamos siete años consecutivos cumpliendo el plan y ha sido posible también por la estabilidad y la capacitación de la fuerza de trabajo. Nunca vamos a lograr aquellas cifras de antaño; la máxima aspiración es llegar a las 150 mil.
“La industria requiere un proceso inversionista grande: el bloque energético del Uruguay es de 1968, las calderas se han quedado en el tiempo, y pretendemos montar aquí una bioeléctrica. El balance de recursos de la provincia no está acorde con sus potencialidades; el ciclo de producción es para 24 horas y cuando paramos no es porque no haya caña sino porque no hay cómo ir a buscarla al campo.
“Estamos moliendo al 76,2 %, un poquito más del acumulado, pero seguimos haciendo paradas: hay combinadas rotas que no tienen repuestos, de 74 camiones solo 50 están disponibles, y nada más contamos con seis cosechadoras de nueva tecnología que llegaron de uso.
“Si el central pudiera moler al 80 %, produciría mil toneladas diarias, cifra que hemos rebasado ya en nueve jornadas durante esta zafra. De la calidad del azúcar tengo poco que decirles: es la única del país que está certificada por la Oficina Nacional de Normalización”.
Hay un aspecto que empaña la alegría: “Nosotros aplicamos la Resolución 17, pero no podemos repartir utilidades porque la empresa (provincial) tiene que cumplir con el encargo estatal y si eso no ocurre no se permite; la empresa condiciona a nuestra unidad empresarial de base, que generó 19 millones de pesos de utilidades”.
La eficiencia marca el devenir de la contienda en el Uruguay, mas el Melanio Hernández, el otro que muele en la provincia, le ha tomado la delantera y marcha segundo en la emulación integral que lleva la sala de análisis de AzCuba. Hay un entusiasmo bien ganado también en Tuinucú; los dos ingenios acoplan y eso hace “grande” la zafra en Sancti Spíritus.