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Escuela de alto vuelo

Por: María de las Nieves Galá y Evelio Tellería

De izquierda a derecha Juan Constantín Feraudy y Gustavo Brito Pérez, junto a otros integrantes del colectivo. Foto: Roberto Carlos Medina

Fue en los viajes que con frecuencia hacía entre La Habana y Gerona, Isla de la Juventud, que Thais Mendive Videaux decidió que algún día sería aeromoza. Por entonces era muy pequeña y no tenía idea de que una mujer pudiera ser piloto.

“Pero al concluir duodécimo grado se dio la posibilidad y no dudé en optar por ello. Me gradué en el 2007 en la escuela de Camagüey y ya tengo mil 350 horas de vuelo en el AN 2”, afirmó la joven de 27 años, que ahora se prepara teóricamente para asumir el AN 158, en el Centro de Adiestramiento de la Aviación capitán Fernando Álvarez, ubicado en el municipio de Playa, en La Habana.

Son muchos los que como ella concurren cada año a esa importante institución. Con elevada experiencia está Gustavo Adolfo Salas, capitán de Aerocaribbean, quien cuenta con más de 9 mil horas de vuelo. También se adentra en el estudio de esa técnica de reciente adquisición. “El curso nos permite conocer y dominar todos los sistemas de un equipo novedoso, considerado de cuarta generación por su tecnología de punta. Eso hace que podamos trabajar con mayor seguridad”, apuntó.

Cada uno de los interrogados muestra igual orgullo por la institución, creada ya hace 34 años —aunque de acuerdo con los directivos ha transitado por diferentes lugares—. “Tenemos un colectivo muy responsable, que labora en equipo y tiene como fin lograr la excelencia en su quehacer”, dijo categórica Sara Cervantes, dirigente sindical.

Distinción entre aviadores

A Juan Constantín Feraudy el amor por esa escuela le sale en cada palabra. Para el Máster en Sistemas Automáticos de Aviación, graduado en la extinta Unión Soviética, cada uno de sus colegas es parte esencial del centro, el cual hoy forma parte de la Corporación de la Aviación Cubana (Cacsa). “Fuera de aquí están solo los simuladores de ATC y el de Emergencia y Evacuación”, alegó.

Según Feraudy, anualmente allí imparten 250 cursos e instruyen como promedio a más de 6 mil alumnos, tanto en formación inicial como en los recurrentes para mantenerlos actualizados en torno a las novedades de la aviación. Los estudiantes provienen principalmente de Cubana de Aviación, Aerogaviota, Aerocaribbean, talleres de mantenimiento y la de Servicios Agrícolas, entre otros.

“Aquí se prepara a todo el personal de la aeronáutica civil de Cuba en las diferentes especialidades: tripulantes técnicos, controladores de tránsito aéreo, despachadores de vuelo, técnicos de mantenimiento, además de aquellos que intervienen en la seguridad de los aeropuertos y operaciones vinculadas a ellos.

“Hemos impartido cursos a especialistas de Venezuela, Nicaragua, Angola, Colombia, Costa Rica y tenemos convenio de colaboración con Guinea Ecuatorial”.

De acuerdo con sus palabras, en estos momentos desarrollan un programa con la Oficina Regional de la Organización de Aviación Civil Internacional (Oaci) a fin de que la institución, de conjunto con otras de la región, convoque a diferentes cursos para facilitar el intercambio con especialistas de la zona norte, Centroamérica y el Caribe.

Sara Cervantes, secretaria de la sección sindical, afirmó que optan por la condición de colectivo destacado del Sindicato Nacional de Trabajadores del Transporte y Puertos. Agregó que ahí no solo dan conocimientos técnicos, también preparación política, por la responsabilidad que tiene ese personal. En ese sentido destacó la Cátedra Martiana, que hace énfasis en la educación en valores.

Nuevos aviones, nuevos conocimientos

Orden, disciplina y confort se aprecian en esta escuela, única de su tipo en el país. Dispone de 11 aulas especializadas: área de información técnica, laboratorios de informática y de inglés técnico, el cual permite evaluar, por ejemplo, a pilotos, controladores de tránsito aéreo y operadores de equipos de radio.

Por algunas de ellas pasamos, algo de prisa tal vez, para conocer detalles del quehacer. El criterio entre los educandos está generalizado: el colectivo de 38 profesores y 138 instructores adjuntos es de excelencia.

A partir de la incorporación de aeronaves AN 158 y en cumplimiento de los Lineamientos 281, 282 y 283 del VI Congreso del Partido, comenzó un curso para la formación de pilotos y especialistas en esta técnica para cumplir con el programa de transportación de vuelos nacionales.

Según Jorge Luis de Armas Bello, subdirector docente, los cursos ofrecidos están en función de lo que dicta la Regulación aeronáutica número 1 sobre la licencia del personal y con el objetivo de mantener la seguridad en el tráfico aéreo.

Graduada de Ciencias Exactas, Ima Alba Figuerola comenzó en el sector hace 16 años. En un inicio fungió como técnica en programación, pero continuó superándose en diversos cursos en la propia institución, y ahora es jefa de su departamento de servicios aeronáuticos y aeroportuarios.

Ostenta, nos dijo, la certificación otorgada por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, que la acredita como instructora en el manejo de mercancías peligrosas, asignatura que imparte. En esa responsabilidad lleva siete años.

“Es un departamento complejo, porque abarcamos los 25 aeropuertos del país tanto internacionales como nacionales. Tiene la tarea de preparar a los controladores de tránsito aéreo, despachadores de vuelos, a los choferes- operadores de equipos especiales y otras ocupaciones”.

Por su parte, Bárbara Martínez Leal es graduada de Derecho en la Universidad de La Habana y forma parte de la nueva hornada. Da clases de derecho aeronáutico, una asignatura afín a su especialidad, aunque no se imparte en la universidad.

“Tuve la suerte de formarme en este centro”, afirma Alexmer Figueredo, licenciado en Física, quien funge como técnico en información aeronáutica, especialidad muy amplia que interactúa con otras de la aviación.

“Hace dos años me incorporé a este colectivo, que es muy profesional y con una alta responsabilidad”.

Una decena de pilotos de vasta experiencia, avalada por miles de horas de vuelo en el manejo de diferentes aeronaves, profundiza en el estudio de nuevos equipos como el AN 158.

“No resulta difícil impartirles un curso de habilitación; muchos de ellos son graduados en la antigua Unión Soviética”, confiesa el profesor Abraham Calás, en el momento en que brevemente dialogó con los reporteros de Trabajadores.

Excelencia ante el mundo

Algo que distingue a la institución es la oficina Trainair. Según explica Gustavo Brito Pérez, su jefe, se trata de una metodología de un programa de la Oaci, la cual establece la estandarización de los cursos en función de las competencias laborales.

“Es una actividad pedagógica conductista que permite hacer las cosas de una sola forma, porque en la aviación todo responde a procedimientos y manuales. La adopción de decisiones en un vuelo es muy diferente al de una empresa en la que puedes colegiar; en un vuelo hay que hacerlo todo automáticamente, tiene que haber sido practicado en el Centro y en los simuladores.

“Nuestro escuela fue una de los primeras de América Latina que se incluyó en el Comité de Administración Internacional Trainair Plus. Eso da ante el mundo un sello de calidad y validación”, subrayó.

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