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Esencia

Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate
Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

En la magnífica obra artística presentada por La Colmenita en el acto por el aniversario 120 del reinicio de la Guerra de Independencia y de condecoración a los Cinco Héroes, efectuado en la tarde de ayer en el Palacio de las Convenciones de La Habana, la palabra esencia fue muy recalcada.

Quizás ningún otro momento haya resultado mejor para acentuarla. La propia conmemoración subrayaba su sentido. Releer y estudiar el brillante discurso del doctor Eusebio Leal Spengler nos conduce exactamente a comprender de manera más acertada qué resulta esencial para los cubanos. En la historia está la raíz y en el presente, su énfasis. Quiso la vida —para bien— que en un mismo momento se unieran la evocación de una gesta imprescindible para buscar definitivamente la libertad de la Patria, con José Martí como organizador principal, y el reconocimiento merecido a cinco hijos de esta tierra que pusieron sus vidas al servicio de una muy justa causa: evitar las acciones despiadadas del odio contra sus coterráneos, en franco desafío al peligro y al encierro sufrido por más de 15 años en cárceles de máxima seguridad.

Si nos atenemos a las definiciones etimológicas del vocablo, contenidas en el diccionario Encarta, esencia es aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas, lo más importante y característico.

Pero para nosotros, o sea, para los cubanos que aman y construyen, es mucho más que eso. Martí dejó escrito: “Es la libertad la esencia de la vida”. Libertad vista desde su sentido más amplio y abarcador, que incluye independencia, decoro, respeto, lucha por lo justo, dignidad plena…

La propia vida y obra del Apóstol es esencial, referencial, guía y luz. Su legado revela un pensamiento armónico, conformado en el difícil contexto que le correspondió vivir, con una genial síntesis de la cultura de su época y sus ideas que lo elevan a lo más alto del pensamiento político y social de aquellos años y de los actuales también. Su obra, en general, está caracterizada por la coherencia de un pensamiento con intencionalidad formativa, por un profundo significado ético, marcado sustancialmente por el patriotismo; por una honda sensibilidad humana y por situar el decoro como aspiración máxima.

Estudiosos del legado del Apóstol afirmaron que el hombre, en el sentido amplio de su evocación, ocupó el centro de su atención, así como la acción social de las individualidades y la importancia de la conciencia para el mejoramiento del ser humano.
La esencia de la cubanía está igualmente, como señaló Eusebio Leal, en Hatuey y Guarina; en el Padre Félix Varela, el que nos enseñó a pensar; en José María Heredia; en Céspedes; en La Demajagua; en la ciudad de Bayamo en llamas; en Mariana Grajales; en los Maceo; en Máximo Gómez; en los Mangos de Baraguá; en el asalto al cuartel Moncada, la lucha clandestina, el yate Granma, la Sierra Maestra, la invasión de oriente a occidente, Girón, el Escambray, Cuito Cuanavale…

La historia cubana es continua, formada por una misma obra, perfectible como tanto se ha dicho, pero siempre guiada por principios invariables. Fidel antes y Raúl ahora han tenido la responsabilidad de alumbrar el camino. Sus ideas y pensamientos también forman parte de la esencia imprescindible.

Tempranamente el Comandante en Jefe de la Revolución cubana advirtió que nuestros mártires “no están ni olvidados ni muertos; viven hoy más que nunca y sus matadores han de ver aterrorizados como surgen de sus cadáveres heroicos el espectro victorioso de sus ideas”. Y esa concepción está arraigada en el pueblo, de donde salen y saldrán los héroes, como Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, quienes ya son referentes esenciales de una lucha gloriosa y ejemplar, en la que la dignidad y el decoro tan subrayado por Martí condujeron sus actitudes y la entrega a una causa justa.

Lo esencial no siempre es invisible a los ojos. En nuestro caso está en el legado, en los hechos, las acciones, las actitudes asumidas en cada momento histórico; está en los múltiples ejemplos de dignidad, de apego a lo debido, a lo necesario, a lo imprescindible. La esencia vive en la propia historia de Cuba y de ella hay que beber porque es el sustento, la base, la mejor muestra. Solo hurgando en las raíces y en la postura de muchos hombres y mujeres, entenderemos con certeza por qué en nuestro archipiélago es tan marcada la cubanía.

Bien por La Colmenita una vez más. Acentuarnos que lo esencial es indispensable para los tiempos actuales resultó en extremo oportuno. Como afirmó un erudito alguna vez: “La esencia de la vida (…) está formada por nuestros sentimientos y nuestras actitudes hacia los demás”.

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