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Álvaro Torres: jornalero de la música

Durante una de las presentaciones en el estadio 5 de Septiembre, de Cienfuegos. Foto: Modesto Gutiérrez, AIN
Durante una de las presentaciones en el estadio 5 de Septiembre, de Cienfuegos. Foto: Modesto Gutiérrez, AIN

 

Álvaro Torres nos recibió con una amplia sonrisa en los labios y los brazos abiertos como expresión de bienvenida. Había decidido destinar unos minutos de su muy poco tiempo —signado siempre por compromisos diversos acordados previamente o vinculados con su presentación—, para cumplir la palabra empeñada. En la conferencia de prensa, antes de su primera actuación en la ciudad de Cienfuegos, le habíamos solicitado una entrevista exclusiva para Trabajadores. “¡Cuando usted quiera!”, respondió.

Se nos mostró de nuevo muy amable, con frases que demostraban cortesía plena. Vestía camisa de color rojo, con las mangas largas recogidas hasta la mitad del antebrazo, y pantalón negro. Ni reloj, ni anillos, ni pulsos… Nos sentamos a dialogar en un amplio y cómodo butacón.

Usted nos ha hecho felices a muchos logrando con sus canciones que sintamos ser “más románticos que nadie”. ¿Por qué ha preferido apostar, a través de su carrera, por sentimientos como el amor y el desamor?

Porque esencialmente es lo que soy, un romántico empedernido, a veces exagerado, que le doy una dimensión diferente a una mirada, a una actitud, a una sonrisa…, a los detalles de la vida, y sobre todo, al otro sexo que me ha puesto siempre de rodillas. A esa condición de romántico no puedo menos que cantarle, lo mismo a la pareja unida por muchos años que a ese amante solitario que busca la manera de conquistar, como un caballero que batalla para lucirse ante la dama. Eso viene conmigo, con mi ADN.

Al presentarse en La Habana usted afirmó: “Vivimos nuevos tiempos en los que debe primar la hermandad entre nuestros pueblos”. ¿Considera que la música podría contribuir de manera decisiva a materializar ese empeño?

Pienso que sí. De hecho, en distintas épocas de la vida se ha visto que es un mecanismo algo mágico que ayuda a sensibilizar a la gente, a los pueblos, que los une por diferentes causas, principalmente cuando son humanitarias. Hemos visto proyectos que concientizan, como Somos el Mundo*. Mi música, en cierto modo, es terapéutica, es medicina para el espíritu, las emociones, el alma, porque nace de acá (lleva su mano a la altura del corazón), porque nace como una necesidad curativa que va en mi propia persona. A partir de ahí está destinada a servir para algo. Siempre he intentado ser un autor útil para que me escuchen.

Su carrera, desde el nacimiento, ha sido esforzada y nada fácil. ¿Qué valor le confiere al empeño, a la perseverancia?

Creo que es todo, es la base principal, es el engranaje que no debe detenerse. El empeño, el esfuerzo, la disciplina son trascendentales para llegar a la meta. Si a medio camino algunas veces he sentido el deseo de abandonar, porque el cansancio me ha vencido o por el hermetismo de algunas puertas que he tocado, he hecho una pausa para luego seguir, pero no para abandonar, sino para continuar después de un respiro.

Resulta evidente que no obstante su extraordinaria popularidad internacional, a usted lo caracteriza la sencillez y la humildad. ¿Tiene ese comportamiento relación directa con sus raíces?

Definitivamente. Es la herencia más hermosa e invaluable que me legaron mis padres, especialmente mi madre que es una persona superhumilde, sencilla, del campo, nacida en el mismo lugar de donde provengo. A partir de ahí, el sendero que me ha tocado recorrer ha sido cuesta arriba, pero creo que por eso cada logro, por pequeño que haya sido, significa muchísimo y lo valoro en toda su dimensión.

Su canción titulada El último romántico es una oda a la esperanza, a la fe en el amor. ¿Piensa que con el paso del tiempo y las generaciones se desvanecen esos sentimientos, esos sueños?

La vida está hecha de ciclos. Cuando los muchachos de hoy crezcan, maduren, se enamoren y tengan necesidad de expresar lo bello que sienten se van a refugiar en la música romántica y serán románticos como yo.

¿Cómo valora sus presentaciones ante el público cubano y específicamente el cienfueguero?

Ha sido un premio. El estadio 5 de Septiembre no está creado, lógicamente, para un evento musical, y el público queda bien lejos de uno. A pesar de todo el esfuerzo, cuesta mucho contactarse con él. Pero creo que lo logré. La gente estuvo receptiva, emocionada.

Y los demás territorios del país, ¿también están concebidos?

Creo que sí; esa es la aspiración y la promesa que hemos hecho: ir con mi música de punta a punta de la isla.

¿Algún mensaje para los trabajadores cubanos y sus familiares, quienes tanto lo admiran?

Todos somos trabajadores. Yo soy un jornalero de la música y creo que nuestra misión es aportar en todos los sentidos para nosotros mismos, la familia, el país… Debemos seguir adelante, laborando duro, dejando la piel si es necesario para poder alcanzar la cúspide de satisfacciones con las que se sueña.

* Canción de 1985 titulada We Are the World, la cual fue escrita por los músicos estadounidenses Michael Jackson y Lionel Richie, grabada y difundida para luchar contra la hambruna en África.

Nota del autor: Agradezco el apoyo para la realización de esta entrevista a José Luis Castro, representante de Álvaro Torres, y al colega Adonis Subí Lamí.

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