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Jonrón de amor

Lo vivido en estos días han sido gestos de amor, de amor inmenso, extraordinario, de ese que no cabe en un solo corazón y hay que compartirlo con muchas personas.

Desde que el 17 de diciembre, el General de Ejército Raúl Castro, en histórica alocución, dio a conocer la noticia del regreso a la Patria de Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, quienes cumplían injusta condena en cárceles estadounidenses, los cubanos no han dejado de congratularse, de abrazarse y también llorar, porque la felicidad hace que las lágrimas salgan como soplonas del alma.

El 17 de diciembre selló la promesa hecha por Fidel en torno a los cinco héroes: “Volverán”. “Ya están aquí los Cinco”, dijo emocionado Esteban Lazo ante el Parlamento cubano, que no cesaba de aplaudir a sus queridos héroes. En la Patria, inclaudicables, firmes y dignos, todos juntos, Gerardo, Ramón, Tony, René y Fernando.

Compartimos e hicimos nuestra la felicidad que irradian los rostros de cada uno de ellos: estuvimos junto a Mirtha cuando estrechó a Tony, celebramos los besos y abrazos de Ramón y Elizabeth y fuimos cómplices de la ternura que irradian Gerardo y Adriana, en un amor inmenso que ahora se multiplica.

Para hacer más extraordinario el momento, el concierto de Silvio Rodríguez en el Barrio, a un extremo del Estadio Latinoamericano, marcó un jonrón humano, apoteósico, divino. Nos develaron a los Cinco Héroes como seres de carne y hueso, que lloran, cantan, ríen, bailan, aman. Nada pudo robarles el optimismo y la fe en el regreso.

Silvio, como un hermano complaciente, entonó las canciones que deseaba y también las que los Cinco deseaban escuchar; melodías que fueron fieles compañeras en sus largos años de encierro: El Necio, Amada.

El pueblo los vitoreó como héroes y ellos le respondieron con la sencillez de los grandes hombres.

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