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Que nadie cuente conmigo para engañar al Estado

David siempre al tanto de sus clientes. Foto: Noryis
David siempre al tanto de sus clientes. Foto: Noryis

El matancero Leonel David Martínez Espinosa siempre quiso estudiar algo relacionado con la Economía. Una enfermedad tronchó sus sueños de graduarse como contador.  Cuando en octubre del 2010 supo de la ampliación del trabajo por cuenta propia, enseguida pensó que había llegado su oportunidad.

“Podría ser tenedor de libros, se dijo. “Solo así haré lo que me gusta. Llegó mi momento”, se animaba hasta que en el 2011 le concedieron la licencia con la que desde entonces se ha dedicado a registrar ingresos y gastos de sus clientes, a llevarles la contabilidad primaria.

“Al principio fue difícil tratar de que todo me quedara perfecto. Lo que soy  se lo debo, en primer lugar, a la ayuda de la filial provincial de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (Anec)”. Los cursos allí recibidos, precisa, le  han completado su formación, le han mostrado una ética de trabajo a la que no renuncia, dice desde una profunda sinceridad.

“Cualquiera que se plantee ser bueno en la contabilidad, debe ser, por encima de todo, honesto, algo que en un trabajo como este se pone a prueba constantemente. A mí han tratado de sobornarme, pero yo no lo acepto. Que nadie cuente conmigo para engañar al Estado, eso nunca.

“Yo estoy entre el cliente y la Revolución, y mi deber es cuidar a los dos. Les explico a ellos que la mejor manera de representarlos de verdad, de llevar sus cuentas, es hacerles entender la necesidad de declarar en correspondencia con sus ingresos. La mayoría lo asimila, otros no, pero los que me invitan a hacer trampas, esos no pueden trabajar conmigo”.

Leonel David se ha granjeado la confianza de sus clientes. Lo mismo va con ellos a cualquier gestión a la Onat, que los alerta sobre la llegada de la declaración jurada. “Les tengo todo al día para evitarles recargos, multas…”, sonríe orgulloso.

No obstante la pasión que siente por la contabilidad, David no renuncia, “ni renunciaré jamás”, a su trabajo principal. “Soy jardinero”, dice, mientras va dejando limpísima las áreas verdes de uno de los parques del reparto Armando Mestre, en la urbe matancera.

La primera vez que lo entrevisté, aseguró que nada lo seducía tanto como “engalanar el parque René Fraga, desde donde la ciudad se ve hermosa”. Ya él no está ahí pero mantiene la misma costumbre de recorrerlo temprano en la mañana, antes de ir a su nueva función como empleado de la dirección municipal de Comunales.

Una enfermedad lo sacó de las aulas cuando apenas era un muchacho. Es un sueño que hoy este hombre disfruta desde su doble rol de contador y jardinero.

“No se pueden desaprovechar las oportunidades que la Revolución te pone delante”, asegura el presidente de la única delegación de base que agrupa a cuentapropistas en la filial provincial de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba.

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