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Montado en un tren y cámara en mano

I’m going off the rails on a crazy train.

Ozzy Osbourne

por Javier Montenegro

No todo es cine en la vida, aunque los trenes y sus respectivos vaqueros tengan una gran presencia en el celuloide. Hace unos meses la terminal de Tulipán, ubicada en La Habana, reinició servicios gracias a la terminal de contenedores de Mariel. En otras palabras,tenemos tren.

Con una velocidad máxima de 90 Kms/h, el viaje de La Habana a Guanajay apenas demora cincuenta minutos. Eso sí, la terminal está bien alejada del pueblo (detrás de la prisión), y si no tienes a alguien esperándote por allá, bien puedes demorar otros veinte minutos en llegar.

El único inconveniente del viaje es que no hay manera de leer durante el trayecto, pues la vibración del tren imposibilita fijar la vista. De todas formas, uno se entretiene con el paisaje, o si no, con los niños que corren al lado de la maquinaria, o le tiren piedras, o las colocan en los raíles para que salgan disparadas como proyectiles cuando las ruedas hacen contacto con estas. Peligroso pero divertido.

Algunas personas se han habituado demasiado al tren y cruzan justo antes de que pase la mole de hierro (y plástico y madera); los perros, como son el mejor amigo del hombre, los imitan; incluso los cerdos. Peligroso pero divertido.

Pero lo mejor son los horarios que te permiten viajar con comodidad fuera de las benditas ocho horas de trabajo, y a menos de dos pesos cubanos (algo así como diez centavos de dólar). Larga vida al tren, que a tantos guajiros perdidos en La Habana salvará.

Uno de las máquinas que realiza el viaje. Foto: Javier Montenegro.
Pegaditos a un tren tráiler (al menos eso parecía por las literas del interior). Fotos: Javier Montenegro.
¿Y no deberían evitar que el tren pasara cerca del hospital? Fotos: Javier Montenegro.
La naturalidad de que el tren pase a dos metros de tu casa. Fotos: Javier Montenegro.
Buscando novedades en la prensa porque el tren ya es agua pasada. Fotos: Javier Montenegro.
Prefiero los de los trenes eléctricos. Fotos: Javier Montenegro.
Chismeando por las ventanillas: carrocería que olvidaron llevar a materias primas. Fotos: Javier Montenegro.
Una de las pocas posibilidades de afirmar que se participó en un cambio de línea. Fotos: Javier Montenegro.
“Afloja que me quedo en el puente”. Fotos: Javier Montenegro.
Una visita maravillosa por el perímetro del basurero de La Habana. Fotos: Javier Montenegro.
Hay quienes no se acostumbran al ruido del tren. Fotos: Javier Montenegro.
A pesar de las creencias de muchas personas, los trenes sí se ponchan. Fotos: Javier Montenegro.
Justo como en el oeste americano, viajando mientras se construyen las líneas. Fotos: Javier Montenegro.
Sentarse en la línea al sol es uno de las actitudes más nihilistas de la vida. Fotos: Javier Montenegro.
Sin palabras. El típico adiós de los niños. Fotos: Javier Montenegro.
Esperando que pase el tren para cruzar. Fotos: Javier Montenegro.
Inmutable. Fotos: Javier Montenegro.
Una vez más, cuando el tren se vuelve algo cotidiano. Fotos: Javier Montenegro.
Paladar ubicada en Caimito. Buena publicidad la de pasar rápido en tren por ahí. Fotos: Javier Montenegro.
Inmenso árbol que cubre toda una finca. Fotos: Javier Montenegro.
Fábrica colocada en medio del paisaje rural. Fotos: Javier Montenegro.
Fin de las fotos. Llegamos a Guanajay.

(Tomado del blog Uno de Guanajay)

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