Al llamado de alarma

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Foto: Agustín Borrego
Foto: Agustín Borrego

La conversación no pudo completarse. En medio de la realización del reportaje sonó la alarma y en menos de 20 segundos, los jóvenes rescatistas ya estaban subidos en el carro: llegó la información de un derrumbe en el municipio de Playa.

Inmediatamente, el mayor Fabián Rodríguez Molina, jefe del Destacamento de Rescate y Salvamento Nacional, los siguió en su carro. “Siempre nos acompaña, está en las situaciones complejas”, dijo uno de los integrantes del colectivo. Minutos antes habíamos estado conversando con Fabián acerca de las misiones tan difíciles que deben asumir y comentaba: “A veces la gente se pregunta, qué es el valor… es hacer lo correcto en presencia del miedo.

“El Ministro del Interior siempre dice: ‘tenemos que lograr la excelencia en la prestación de los servicios’ y trabajamos en función de eso. La razón de nosotros es el pueblo”, expresó y aseguró que esa ha sido la brújula que los ha guiado en los 50 años de existencia.

Hombres valientes, decididos y audaces integran el colectivo. Ese es el caso de Reynaldo Suárez López. Allí nos sorprendió verlo, realizando sus quehaceres cotidianos, a pesar de haber perdido su pierna derecha en una acción de rescate.

Reynaldo Suárez conversa con algunos de los integrantes del Destacamento de Rescate y Salvamento Nacional. Foto: Agustín Borrego
Reynaldo Suárez conversa con algunos de los integrantes del Destacamento de Rescate y Salvamento Nacional. Foto: Agustín Borrego

Según contó, comenzó en esa labor en 1992, impartiendo clases de buceo y escalamiento. Ese propio año ocurrió el accidente. En su recuperación emocional ayudó mucho su colectivo. “Si hubiera dejado de trabajar, no sería lo que soy ahora. Sigo buceando, escalando y saltando en paracaídas. Simplemente, esto me gusta”.

Y es que como afirma, “las limitaciones, las barreras se las pone uno. Tienes que saber hasta dónde puedes llegar sin correr riesgo. Esta es una labor peligrosa, en cada salida uno se juega la vida, pero es lo que nos gusta, el trabajo por el cual vivimos y por el cual luchamos. Para mí es algo más que un oficio, es parte de mi vida y lo seguiré haciendo hasta que por naturaleza no pueda continuar”, dijo mientras acomodaba los medios de faena.

 El mayor regocijo

Primero estuvieron ubicados al lado del hotel Plaza, donde se encuentra hoy el Museo de los Bomberos; después en áreas de Capdevila, hasta llegar al céntrico municipio de Plaza de la Revolución. “Estamos aquí temporalmente; la unidad será emplazada en otro lugar, con mejores condiciones de vida y de trabajo”, afirmó el mayor Fabián.

El mayor Fabián Rodríguez Molina, jefe del Destacamento de Rescate y Salvamento Nacional. Foto: Agustín Borrego
El mayor Fabián Rodríguez Molina, jefe del Destacamento de Rescate y Salvamento Nacional. Foto: Agustín Borrego

Los rescates de personas en el malecón, los derrumbes o accidentes, escapes de gas, acciones de apoyo a la PNR o al Sium, son de las tareas más asiduas para los hombres que integran el Destacamento. “Algunas, como las del Sium, se han incorporado últimamente al objeto social. Pero también ocurren cosas insólitas. Por ejemplo, el otro día, tuvimos que acudir a una vivienda en Nuevo Vedado porque en el patio apareció un cocodrilo.

“Hace poco, desde una vivienda situada en Infanta, solicitaron nuestro servicio. Se trababa de un niño que se trabó el pie en el tragante del baño de su casa. Había pasado una hora y la familia no se lo había podido destrabar. Cuando llegamos, tuvimos que analizar; primero proteger al pequeño, ponerle espejuelos, casco, y luego desarmar el baño, quitar las losas. El tubo del tragante era de hierro fundido y tuvimos que picarlo… Aquello demoró como cuatro horas. Terminamos en el hospital Juan Manuel Márquez, lo importante fue que el niño salvó su pie, y la familia quedó muy agradecida. Son servicios atípicos, a los cuales debes buscarle la mejor solución en el momento.

“Para nosotros el mayor regocijo es cuando logras salvar a una persona”, alegó y subrayó la importancia de la sensibilidad de quienes participan en estas tareas. “A lo mejor en un derrumbe para alguien es muy importante preservar una jarrita, es su reliquia. Ves a la viejita que te dice, ‘cuídenmela’. Lo que nos engrandece son esas cosas, el saber que cumplimos misiones con éxito y disciplina”, expuso.

Jóvenes integrales

Ercel García Mendoza llegó al Comando luego de haber cumplido el servicio como bombero en el Comando 6 y formarse posteriormente como rescatista. “Llevo más de la mitad de mi vida en estas funciones”, puntualizó. Para él, un rescatista es ser, ante todo, una persona humanitaria, con preparación física y sicológica.

Como Ercel son varios los que una vez concluido el Servicio Militar Activo se inclinan por esta profesión que implica osadía. “Pasan un chequeo médico riguroso, que incluye la prueba en medicina subacuática, porque queremos que todos los técnicos sean buzos. De aprobarlo, se inicia el proceso para el ingreso al MININT. De ser aceptado, pasará un curso de seis meses en la Escuela de Bomberos. Ahí obtiene la preparación básica. Queremos lograr jóvenes integrales y lo primero, que sean buenas personas”, añadió el mayor Fabián.

La otra familia

En la unidad todos lo llaman “el caso de la China”. De esa forma se identifica rápidamente, con un cariño casi maternal, a Evangelina Chio, la paciente que dos veces a la semana ellos auxilian para que vaya hasta el hospital a realizarse la hemodiálisis.

Los integrantes del Destacamento consideran a Evangelina Chio como si fuera familia. Foto: Agustín Borrego
Los integrantes del Destacamento consideran a Evangelina Chio como si fuera familia. Foto: Agustín Borrego

Hace 10 años comenzó la historia que de alguna manera los ha vinculado a casi todos. Para Ismel Proenza “se ha creado una conexión casi familiar, llegamos ahí y el trato es muy afable, fuera de todos los tecnicismos”, aseguró.

“Esto no tiene pago con nada”, manifestó Evangelina, quien reconoció el profundo sentido humanista de la profesión que ellos realizan. “Los veo como su madre, su abuela… Cuando me pueda mudar, los voy a extrañar”, dijo agradecida esta periodista, que durante años laboró en la revista Revolución y Cultura.

Una llamada al 105 resolvió la situación, según cuenta Gardenia, la hija. “Mi mamá entonces estaba obesa y a mí, sola, se me imposibilitó bajarla para llevarla hasta el hospital”, fue así que decidimos recurrir a este servicio. Las dos avalan las cualidades de los jóvenes, que según ellos expresan, representan la materialización de todo lo humano que hay en el mundo.

Foto: Agustín Borrego
Foto: Agustín Borrego

Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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