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Los que escriben para niños se confiesan

los que escriben para niños se confiesanNo resulta un secreto afirmar que toda entrevista es, siempre, algo más que un simple juego de preguntas y respuestas. A través de esos diálogos es posible no solo confirmar lo conocido, sino, también, develar lo desconocido. De ahí el insospechado valor que encierran esas conversaciones como fuente testimonial de indudable alcance, trascendencia y permanencia.

La publicación del volumen titulado Los que escriben para niños se confiesan (Editorial Gente Nueva, 2013, 352 pp), de Enrique Pérez Díaz, confirma la certeza de que las entrevistas no han dejado de ser lectura obligada para quienes se interesen en conocer, entender, apreciar, la información brindada por ese enriquecedor intercambio que se produce entre un entrevistador y su entrevistado.

Casi un centenar de entrevistas se agrupan en las páginas de este libro, todas realizadas, a lo largo de varias décadas, a escritoras y escritores cubanos de diversas generaciones, estilos, tendencias, residentes dentro y fuera de la isla, quienes se han dedicado a crear, tanto en verso como en prosa, obras dirigidas al exigente público infantil y juvenil.

La conversación sostenida con la investigadora de la literatura para niños y jóvenes Alga Marina Elizagaray –una figura referencial dentro de los estudios del género en la isla— abre esta entrega, que se cierra con el diálogo del autor con otro investigador, Ramón Luis Herrera, quien ha preparado un diccionario de literatura infantil y juvenil cubana ahora en proceso editorial.

Entre una y otra entrevista, Enrique Perez Díaz también reproduce sus encuentros con Dora Alonso, Nersys Felipe, Julia Calzadilla y Magaly Sánchez Ochoa, nombres imprescindibles en la historia de la literatura infanto-juvenil insular; así como con otros escritores de más recientes promociones, entre ellos Geovannys Manso, Yanitzia Canetti, Néster Núñez y Yunier Riquenes.

El entrevistador se propone –y logra— que sus entrevistados cuenten, de la manera más minuciosa y exhaustiva posible, momentos claves de sus vidas, esos que les permitan revelar cómo, por qué, cuándo, se interesaron en escribir para los pequeños; además de comentar acerca de sus libros publicados y de otros temas relacionados con el mundo de la creación literaria.

El origen de Los que escriben para niños se confiesan se remonta al año 2006, cuando, bajo el sello de la editorial guantanamera El Mar y la Montaña, se publica El fuego sagrado, que agrupa algunas entrevistas, reunidas bajo el precepto martiano de que “!con el fuego sagrado nos refugiamos, orgullosos de nuestra soledad, en las cumbres de nuestras conciencias!”.

Autor de una amplia obra para la niñez y la juventud, Enrique Pérez Díaz (La Habana, 1958), narrador, crítico, editor, investigador y promotor cultural, ha recibido casi una veintena de galardones literarios, entre ellos los premios Pinos Nuevos, Ismaelillo, La Edad de Oro, La Rosa Blanca, Abril, Razón de Ser y Aniversario del Triunfo de la Revolución.

En su bibliografía –traducida al japonés, eusquera, catalán, gallego, alemán, portugués, inglés e italiano— aparecen, entre otros títulos, ¿Se jubilan las hadas?, Monstruosi, Escuelita de los horrores, Inventarse un amigo, Cuando llegan las cigüeñas de París, País de unicornios, Minicuentos de hadas, Mensajes, El mar no tiene color, Las alas del crepúsculo y Giselle.

Ahora, con Los que escriben para niños se confiesan  le interesa –según sus propias palabras— “promocionar la obra de mis colegas coterráneos y por parecerme justo y necesario estimular el diálogo entre autores que juntos luchamos a brazo partido y que, en definitiva, conformamos un mismo movimiento que, desde cualquier punto de vista, únicamente aspira a llegar hasta su posible lector”.

Este libro no solo llega, sin embargo, para enriquecer la extensa y diversa producción literaria de su autor. Llega, asimismo –y eso es lo verdaderamente trascendente—, para, a través de esas conversaciones, conocer y apreciar, en la voz de sus propios protagonistas, el rumbo de la literatura infantil y juvenil que, desde hace ya más de medio siglo, florece en la mayor de Las Antillas.

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