
La Margara no se hizo a la mar un día reciente que no hubo marejadas ni otro tipo de peligro para esta embarcación y sus similares que navegan por las bahías de Jigüey y Los Perros, al noroeste de la provincia de Ciego de Ávila.
Una jornada perdida, pero los tripulantes de ese barco sonreían llenos de gloria. Freddy, Víctor, Noel, Juan, Orisbel y Nordel, comentaban sobre el esfuerzo que les posibilitó cumplir el plan anual de captura de unas 75 toneladas de macabí, patao, chopa, pez rey, mojarra, machuelo y otras especies.
“Vencer nuestra meta productiva no significa sentarnos a contemplar la salida del Sol, cuando nos den el combustible partimos nuevamente, pues nosotros pescamos todo el año”, declaraba Freddy Guillén Rabelo, patrón de La Margara, entrevistado por Trabajadores en el área industrial, perteneciente a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Acuícola, del municipio avileño de Bolivia.
Argumentó que “con el motor del barco recién estrenado y nuevas artes de pesca, no hay peje que se nos escape, tendremos a mano también muy pronto, el cumplimiento del plan de nuestra UEB, ahora hay mayor manifestación de los peces en la plataforma”.
Abunda el optimismo, mas no todo está exento de espinas. Los pescadores carecen de capas para protegerse de la lluvia, tampoco tienen botas de goma, ni guantes…, como si los medios para la seguridad y salud en el trabajo, exclamaran: ¡remen que aquí no pican!
Mujeres “cuchillo” en mano
Aunque el llamado pez rey resultaba engorroso prepararlo, por ser diminuto y delgado, las mujeres apresuraban sus manos por lo que representa su aporte para la seguridad alimentaria y nutricional de la población.
Ellas cumplen la directiva de la industria pesquera que orienta el procesamiento del 90 % del volumen total de la captura en la plataforma insular. Los productos listos para cocinar se venden en la pescadería inmediata a la planta procesadora, tales como filetes, picadillo, masa de croqueta, minutas y otras ofertas.
La UEB reportó hasta agosto pasado más de 250 toneladas capturadas, procesadas para la venta directa al pueblo y distribuidas a centros de educación, salud y gastronomía, cifra que representó el 129,9 % del plan de producción. Los resultados se alcanzaron a un costo menor de lo planificado y con utilidades o ganancias, sinónimo de eficiencia.
Sin embargo, no está plenamente satisfecha Esther Leiva Pérez, secretaria general de la sección sindical. “Los cuchillos están muy desgastados, es la mayor preocupación del colectivo, todos los meses la analizamos en la asamblea de afiliados y nos informan que es un problema de carácter nacional”.
Marlén Chala muestra dos utensilios y argumenta: “Mire mi cuchillo, es un ‘velillo’, los de mis compañeras están peores, este otro criollo no es el idóneo, sí una solución porque, a pesar de la situación, estamos dispuestas a no paralizar el procesamiento de la comida para el pueblo.
“Pasamos trabajo también cuando quitan el agua a media mañana en el pozo del antiguo central azucarero, pues no se puede arrancar mucho tiempo la turbina de nuestra unidad por el consumo de electricidad.
“El otro problema es que nos dan para el mes un jabón de baño y uno de lavar, y un poquito de detergente, eso no alcanza y se sabe que el pescado da mal olor. Además, afecta las condiciones de trabajo el estado crítico de las cajas plásticas para la recogida del desperdicio durante el proceso productivo”.
Mares y lagunas de un proyecto
Bolivia fue uno de los municipios donde se desmontó el central azucarero con el mismo nombre de ese territorio, distinguido por la loma de Cunagua, donde un proyecto de desarrollo local devino una de las alternativas de empleo.
Jesús López Mederos, director de la UEB Acuícola, mencionó un grupo de ventajas con dicho proyecto de potencialización de la actividad pesquera: “La instalación de motores nuevos a cuatro embarcaciones y la puesta en explotación de una máquina de hacer picadillo, el cual teníamos que buscarlo en otros municipios para elaborar las croquetas.
“Antes el camión Kamaz gastaba de 700 a 800 litros de petróleo mensualmente para traer el hielo de las ciudades de Morón y Ciego de Ávila, hoy con 300 litros duplicamos nuestras producciones porque podemos conservar el pescado en la planta que se montó el año pasado en nuestro centro.
Estos son los “océanos” por los que navega el proyecto y dónde encalla.
“No se atasca, pero hay afectaciones en el orden productivo. Por ejemplo, el camión destinado al traslado del pescado a la industria, lo utilizamos también como transporte obrero de los pescadores, pues el tractor con ese fin está paralizado por el mal estado de las gomas y la carreta se ha deteriorado por los efectos de la zona costera.
“Sin embargo, avanzamos hasta en el reordenamiento de la fuerza laboral, hoy tenemos menos personal indirecto a la producción y exhibimos otros logros, gracias a la unidad de los trabajadores, el sindicato, el núcleo del Partido y la administración”, concluyó Jesús.
En contraste, no han podido “pescar” esos indispensables medios para la seguridad y salud en el trabajo, que por su grado de deterioro o nula manifestación de su “especie en la marea empresarial”, se han convertido en la “carnada” ausente en la UEB Acuícola Bolivia.