Soplillar ya no tiene médicos de afuera

Soplillar ya no tiene médicos de afuera

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Foto: Noryis
Foto: Noryis

Tiene la extrema delgadez de una modelo, la rebeldía de la típica guajira, el sentido huraño de la gente de campo. Lusay Andrade Miranda parece una niña más entre tantos infantes que juegan pelota cada fin de semana en Soplillar, un poblado del sureño municipio de la Ciénaga de Zapata, en la provincia de Matanzas.

“¿Entrevista? ¿Para qué quiero yo una entrevista?”, dijo cuando supo que la buscaban del periódico Trabajadores. “No, que yo no he hecho nada para que me entrevisten”, rezongó sin imaginar que se había convertido en noticia un año atrás, al ser la primera graduada de Medicina de su comunidad.

Y es que la joven de 25 años es la única soplillareña que ha ocupado espacio en el Consultorio del Médico de la Familia. Antes, facultativos de dentro y fuera de la provincia pasaron por allí, con lo que se garantizó la asistencia sanitaria a esta población.

Pero ahora es diferente. “Tenerla a ella aquí ofrece hasta más confianza para ir a consultarnos, hacernos la prueba citológica. Es como una hija para nosotros, la hemos visto crecer…”, confiesa una ama de casa de 50 años.

La institución de salud es la edificación más elevada de Soplillar, el poblado que trascendió al mundo por ser donde nació y vive Nemesia Rodríguez, quien fuera víctima junto con  su familia de la agresión de los Estados Unidos por Playa Girón (Bahía de Cochinos).

Nemesia es una de las pacientes de Lusay, a la cual augura un excelente futuro. “Esa muchachita se ha dado buena en verdad, será una doctora de anjá”, reconoció la mujer a quien Jesús Orta Ruiz inmortalizó en Elegía a sus zapaticos blancos.

“¿Por qué escogí la Medicina? De pequeña siempre jugaba a la doctora, consultaba a mis amiguitos, inventaba enfermedades y hasta recomendaba modos de curas”, recuerda sonriente.

“Sin embargo, a medida que fui creciendo iba rondando en mi mente el deseo de saber qué sería de grande. Por alguna razón focalicé el futuro en algo útil para la sociedad. Entonces pensé que desde esta profesión se puede ayudar a todo el mundo. Vislumbré ese camino y aquí estoy”.

Andrade Miranda sueña con ser clínico, una de las especialidades en la que el municipio de la Ciénaga necesita a dos personas. “Es la reina de la Medicina, estudia a fondo las enfermedades y requiere conocimiento de diversas ramas.

“Estoy segura que una de esas plazas las ocuparé yo”, confiesa  con la idéntica determinación con la que se le ha visto conduciendo un carretón para trasladarse hasta Los Hondones, comunidad donde habitan el resto de sus pacientes, que suman unos 400.

“Cuando alguien no puede llevarme, ensillo yo misma el caballo, preparo las condiciones y voy echando. Una vez por semana voy allá. No me permito desatenderlos. Eso nunca. Fíjese que el 40 % de los residentes en Soplillar y Los Hondones padece de hipertensión arterial. Entre los mayores de 65 años, el porcentaje aumenta a 60. La propia Nemesia lo es, pero ella se cuida mucho y siempre está en los parámetros.

“Es la enfermedad más frecuente al igual que en el país, solo que aquí la determinan la insalubridad del agua, sus altas concentraciones de sales. Por eso hacemos todo tipo de labor preventiva encaminada al fomento del hábito de hervir el preciado líquido y disminuir el consumo de sal de la dieta”.

Hija única, raro en un pueblo de campo, todavía Lusay empuña un bate, se va de pesca a charcos y canales… “Sigo siendo la misma, pero con un poco más de nivel cultural. Ahora sigo jugando un poco, pero soy médica, veo las cosas desde otro ángulo. Sé dónde o no puede estar el peligro…”

Aunque lleve bata blanca, es raro, muy raro que alguien la llame doctora. “Me siguen diciendo Lusay, y eso no me disgusta, todo lo contrario. Lo  importante es el respeto, que cumplan las indicaciones, que vengan al consultorio…”

Como en toda la nación, la joven agradece el incremento salarial aprobado para el sector de la Salud. “Era algo muy necesario que, sin embargo, debe redundar en más calidad de los servicios. Yo estoy contentísima. Tendré que limitarme para que no me suceda igual que cuando cobre mi primer salario como trabajadora. Lo debía todo, todo, todo”, y ríe a carcajadas.

A pesar de su extrema delgadez, la rebeldía de la típica guajira o el sentido huraño de la gente de campo, Lusay Andrade Miranda escribe, sin saberlo bien, la mejor historia del nuevo tiempo de Soplillar. Allí nació y allí está, como la prueba de que la Ciénaga de Zapata sigue siendo un municipio,  ciento por ciento,  parto de la Revolución cubana.

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