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¿La cuenta no da?

Foto: José R. Rodríguez Robleda

Por María de las Nieves Galá y Alina M. Lotti

Hasta el momento las expectativas de Jorge Nortun no han fracasado. A punto de comenzar las cooperativas no agropecuarias (CNA) el pasado año, el administrador de la cafetería Tropical—ubicada en 12 y 21, en el Vedado— dijo a Trabajadores en ese entonces: “Lo nuevo no me asusta…nunca he visto a alguien que venda comida y quiebre”.

Su centro fue una de las 19 entidades del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) que a partir del 1o de octubre del 2013 se incorporaron a la nueva forma de gestión. Hoy está optimista a partir de los cambios introducidos, los cuales han implicado aumento salarial, mayor calidad y diversidad de productos, mejor imagen de la cafetería y más deseos de trabajar.

En la actualidad tiene una oferta de más de 23 productos (jugos, frituras, tostones de plátanos, dulces); otros provienen de una minindustria artemiseña (turrón de maní, pasta de ajo, pan molido) y además han creado una parrillada para vender almuerzos, lo que tiene mucha aceptación.

Inés Domínguez, una de las dependientes, señaló sentirse satisfecha con esta oportunidad. Ahora su salario se ha duplicado. “Antes ganaba alrededor de 250 pesos al mes, ahora la media es de 600, de los cuales se extrae el porcentaje para la ONAT”, manifestó.

Como de la noche al día es el cambio que se produjo en el restaurante Varsovia, ahora cooperativa. Destinado en los últimos tiempos solamente a la venta de escasos productos, el transeúnte se percata de la nueva imagen: mesas adornadas con manteles y flores, limpieza impecable y dependientes uniformados.

Según Máximo Gómez, cajero-cantinero, el centro reabrió sus puertas hace dos meses, luego de asumir durante seis la reparación.

Tanto él como Reinier Ruiz, joven gastronómico, valoran que han mejorado sus salarios. “Estamos tratando de fomentar la clientela y se aprovecha el local para hacer una peña del danzón, brindis de boda, encuentros de personas de la tercera edad…”, manifestó Reinier.

No todo es color de rosa

Como respuesta a varios Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución funcionan en el país más de 240 cooperativas no agropecuarias, en diferentes sectores tales como comercio, gastronomía y servicios, transportación de pasajeros, construcción, entre otros.

Algunas de las regularidades encontradas hasta la fecha en la gestión de las CNA están relacionadas con la ausencia de un mercado mayorista, mientras en algunos lugares encontramos opiniones sobre las limitaciones en las relaciones con las empresas.

Si bien hay resultados, no todo es color de rosa. Según Jorge Nortun, para ellos la dificultad mayor está en la capacidad de frío instalada, aunque por gestiones propias adquirieron un frízer. “Desde el comienzo de la cooperativa, tenemos un contrato para adquirir un equipo de refrigeración con una empresa, que no tiene el autorizo para vendernos lo que necesitamos con la rebaja del 20 % establecida”, dijo.

En un encuentro de cooperativistas, convocado por la Asociación de Economistas y Contadores, en la capital, Exilio Ramírez, de la cooperativa de Confecciones Marianao, situada en el reparto de Los Pocitos, resaltó que “no es unirse en grupo y ya”.

Entre las dificultades expuestas por él, mencionó que muchas veces no tienen materias primas, por lo cual se limita la producción. En otras ocasiones llegan a las empresas y les dicen que no pueden venderles. “Nadie conoce sobre esos mecanismos y resoluciones”, planteó Exilio, según reporte de Mercedes Sierra, psicóloga de Trabajadores.

Cooperativa de éxito

Un amplio surtido de prendas de vestir, donde la guayabera es el producto líder, caracteriza la CNA Confecciones Model, ubicada en San Rafael y Belascoaín, en Centro Habana.

Nancy Varela Medina, su presidenta, lleva allí más de dos décadas; primero como modelista, jefa de producción y directora en los últimos años. “Hoy es muy diferente, no es lo mismo ser directora que presidenta de la cooperativa.

“Tengo que estar bien segura de lo que voy a comprar, de lo que vamos a hacer, en qué vamos a invertir; es cierto que tenemos más libertad a la hora de decidir. No es lo que te tocó, coge y lleva; es determinar qué te hace falta, qué es lo que te pide el cliente y también es la responsabilidad asumida por los 42 socios.

“El trabajador lo primero que menciona es el salario, mucho mejor ahora, pero el que no está detrás de la máquina tiene más preocupaciones”.

Cecilio Cuevas López, económico de Confecciones Model, consideró muy buenos los resultados del último semestre. “En la actualidad el salario medio es de 850 pesos por cada trabajador.

De enero a junio cerramos con 280 mil pesos de venta, con una diferencia de casi 200 mil de utilidades con respecto a igual período del año anterior, a pesar de no haber cumplido con el plan previsto”.

Para esta empresa de éxito el tema del abastecimiento es lo más difícil. Nancy explicó que Universales Habana ha tenido en este período poca variedad de tejido y con precios muy altos, por lo cual deben comprar en otros mercados.

En cuanto a la maquinaria, aseguró que es bastante buena, no así la iluminación, de lo cual uno puede percatarse inmediatamente que entra al vestíbulo de la entidad y eso atenta contra la imagen y el desempeño de Confecciones Model.

Cambiar la mentalidad sigue siendo para la directiva lo más complejo, pues fue mucho tiempo trabajando para la empresa estatal y existen hábitos creados en torno a ello. No obstante, añadió, todos han ganado un poco más de cultura de lo que es la cooperativa.

“Los viernes nos reunimos, damos una explicación de cómo están las producciones, cómo funcionan los contratos, cuáles son las principales dificultades con la materia prima. Tengo mucho conocimiento de lo que es la costura; de economía he tenido que ir aprendiendo, pero la cuenta da, según los resultados”.

Las CNA no constituyen asunto de un momento en particular, son de futuro. Es un espacio para cultivar el valor del trabajo, la eficiencia, disciplina y la cultura del ahorro. Habrá que seguirles tomando el pulso, perfeccionándolas, instando a los trabajadores y directivos a que estudien los reglamentos, las resoluciones que rigen su labor; siempre teniendo en cuenta que responden a un interés social y al de los propios cooperativistas.

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