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Honrar a un ilustre Maestro

Durante un homenaje, a su lado el poeta nacional Nicolás Guillén

Un vasto programa de actividades (talleres, concursos, coloquios) ha organizado la Asociación de Pedagogos de Cuba (APC), de conjunto con otras instituciones, para celebrar desde el presente y hasta el próximo 4 de mayo de 2015 (1915-1993) el centenario del natalicio del ilustre pedagogo cubano Raúl Ferrer, quien también fuera un destacado dirigente sindical del sector de educación.

La comisión que tendrá a cargo la organización del centenario la integran, además, los ministerios de Educación y Cultura; el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte; la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba; la Unión de Periodistas de Cuba; las editoriales Varela y Pueblo y Educación; el museo de la Alfabetización, y el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), entre otras entidades.

A propósito de la conmemoración, la Asociación develará una tarja en su casa natal, en Sancti Spíritus; se emitirá un sello postal y se ha previsto realizar una semana de la cultura en el municipio espirituano de Yaguajay, donde naciera.

Ferrer desarrolló una ardua labor en 1961durante la gran Campaña de Alfabetización (fue segundo coordinador). Por aquel entonces, quizás por su dominio de la oratoria, era frecuente encontrarlo frente a las cámaras de la televisión informando al pueblo sobre los avances de la epopeya. Para muchos esta figura salía a la palestra pública en esos momentos, desconociendo que ya atesoraba un largo camino en las luchas magisteriales.

Maestro consagrado, periodista, diplomático, representante de Cuba en la Unesco, poeta, orador indiscutible, trabajador incansable. Por todo ello la APC lo distinguió, entre otras personalidades, como educador destacado del siglo XX.

Sobre su quehacer poético, su amigo y hermano Jesús Orta Ruiz, (el Indio Naborí),  opinó en una ocasión: “Este maestro de aulas públicas bien pudiera decir como José de la Luz y Caballero: `El hacer hombres no me ha permitido hacer libros`”.

Una de las facetas de la cual se sentía orgulloso, era su condición de militante comunista. Decía: “Soy una bandera roja caminando por las calles”, lo cual no resultaba fácil de reconocer en una época (primeras décadas del siglo pasado) donde serlo resultaba indecoroso y por lo cual fuera expulsado dos veces de su cargo de maestro público.

En un conversatorio sobre su vida y obra, auspiciado por el   Sindicato de los Educadores a mediados de este año, en el cual participaron algunos de sus compañeros, Lázara Santiago, una de las invitadas, resaltó que Raúl amaba el sindicato; mientras Julio Reyes consideró que la celebración de su centenario es una posibilidad para que los jóvenes maestros profundicen su obra y la continúen.

 

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