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Lesiones no intencionales: Amenazas al acecho

Así han de andar los pequeños: bajo la pupila insomne de los adultos. Foto: Jorge Pérez Cruz
Así han de andar los pequeños: bajo la pupila insomne de los adultos. Foto: Jorge Pérez Cruz

“A pesar de no estar entre las primeras causas de muerte  en los niños menores de un año, las lesiones no intencionales (accidentes)  en edades  pediátricas  tienen en Cuba un alto índice de morbilidad”.

Así lo asegura la doctora Judith Pernas Batista, funcionaria del Programa Materno Infantil (Pami) en la Dirección de Salud, en la provincia de Las Tunas, quien comparte el criterio de numerosos especialistas que  consideran su prevención  como una emergencia en salud pública y a escala social debido a la elevada mortalidad, morbilidad y discapacidad que ocasionan, así como el elevado costo económico que directa  e indirectamente representan y  por la enorme carga de sufrimiento humano que conllevan.

Explica que  estudios realizados  confirman esta problemática: “Una investigación,  abarcó  del  2000 al 2008,  demostró que en esa etapa el 6 % de los menores de un año fallecidos fueron por estas razones; mientras, estaban entre las primeras causas de muerte en las edades preescolar y escolar (5-14 años)”.

Las pesquisas corroboraron que en el 2007, en los infantes de uno a cuatro años, estos infaustos sucesos se colocaron en la primera causa de decesos; y,  que del 2000 al 2007, el 41,2 % de los 114   fallecidos en edad escolar estuvo asociado a estos percances.

Confirma la doctora  que de esa fecha hasta ahora las cosas han ido cambiando, pues en el 2009 en el primer caso (menores de un año) la incidencia   fue del 0,4 % y en el segundo (5-14) de 0,7; pero, “en el 2010 ascendió a 12 % en los más pequeños.  Desde el 2013 no hay que lamentar decesos por esta razón en el primer grupo; sin embargo, hubo dos fallecidos entre niños de uno a cuatro años e igual cantidad en los comprendidos de cinco a 14”, enfatiza.

“Aunque parezca un contrasentido, explica, los días festivos suelen ser los más proclives a estas ocurrencias, a pesar de que las personas aparentemente disponen de más tiempo para atender y cuidar a los miembros del núcleo en esas edades, pero los descuidos son el caldo de cultivo de estas calamidades”.

Lo asegura Judith y recuerda que en la primera quincena   de enero de este año en Las Tunas hubo, en ese segmento poblacional,  un incremento de la morbilidad y los ingresos en las salas de terapia intensiva por estas causas.

Llegó el verano…

Ninguna etapa del año como la estival para dar riendas sueltas a la diversión.   Esfuerzos individuales y estatales se conjugan en la creación de condiciones que propician el esparcimiento en los más insospechados sitios de la geografía nacional, y puede ser letal olvidar que  en ese contexto se mantienen latentes y al acecho amenazas potenciales  a la integridad física de los más pequeños de casa.

Las principales amenazas que acechan, según análisis históricos de la mortalidad por grupos de edades y tipos de accidentes, en el caso de los menores de un año son colecho, cuerpos extraños y la broncoaspiración alimentaria; mientras, de uno   a 14 años ocupan lugares, tristemente célebres, los accidentes del tránsito, el ahogamiento y sumersión, caídas, la corriente eléctrica y los rayos.

“Vale la pena resaltar las descargas eléctricas naturales”, remarca la doctora, y recuerda que estos fenómenos  son tan frecuentes en julio y agosto como las malas noticias  en torno a desenlaces fatales.

“Sin embargo, recalca la especialista, es poca la apreciación del riesgo, tanto de los muchachos como de la familia, que desafían con temeridad el peligro potencial de esas descargas bañándose en aguaceros, jugando fútbol… sin tomar en cuenta las advertencias.

“Por eso, en esta época de vacaciones se impone extremar las medidas para prevenir la ocurrencia de estas tragedias, las cuales no distinguen escenarios que comienzan en el hogar y  se extienden todavía con más peligros en ríos, playas, piscinas, presas… Dondequiera es imprescindible elevar la vigilancia estricta de los padres,   la familia  y de todos los adultos para prevenir estos hechos indeseables”, sostiene Judith.

Y, en tal sentido, reclama el incremento de las acciones de promoción y educación para salud; consolidar la interrelación de los equipos básicos de salud con los grupos de trabajo comunitario  y retomar el funcionamiento de los consejos locales de salud, cuyo carácter intersectorial posibilita la integración de toda la sociedad a estas acciones que buscan crear un entorno seguro y saludable.

Más allá de la legislación…

Cuba es signataria de la Convención de los Derechos del Niño, cuyo artículo 24, inciso 2, enfatiza en la prevención de accidentes con la participación, en las medidas encaminadas a evitarlos, de todos los sectores de la sociedad y, en particular, de los padres.

Porque el éxito en esta humana misión trasciende la legislación y la infraestructura y las campañas estatales creadas como soportes, y  descansa fundamentalmente en los cuidados que dispensen los adultos a las nuevas generaciones.

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