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Reciclar el reciclaje

Foto: Tomada de rcm.cu
Foto: Tomada de rcm.cu

“Lo urgente muchas veces  no da tiempo para lo importante”, dice un refrán que bien puede aplicarse a la situación que ha presentado el proceso de reciclaje en el país.

Reciclar todo aquello que sea ambientalmente eficiente, tecnológicamente viable y económicamente factible es una práctica mundial que promueve el ahorro y también la mejor opción para disponer de  los desechos e incrementarle valor agregado.

La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y sus sindicatos convocaron a un proceso asambleario con  el propósito de discutir con  los trabajadores la Ley 1288, que contempla el tema.

El debate en las diferentes empresas villaclareñas fue amplio y puso a “reciclar” el pensamiento. A la luz salieron asuntos puntuales como que  la Empresa de Recuperación de Materias Primas no acepta los desechos de plástico de la fábrica de bicicletas  ni es constante en la recogida de plástico, papel y cartón.

También aconsejaron examinar los precios con  que se le compra la materia prima a las empresas, pues son mucho menores que el establecido para un trabajador no estatal.

Opinaron que las empresas deben confeccionar el plan de entrega a partir de lo que pueden aportar, llevar el control de ello para analizarse en las juntas económicas y dedicar el próximo fórum de Ciencia y Técnica a la recuperación de materias primas.

Muchos trabajadores son del criterio de que este es un proceso necesario porque “en las oficinas se guarda mucho papel que con el tiempo se deteriora, aunque es necesario que la Empresa de Recuperación de Materias Primas se comprometa a recoger los residuos cuando se lo comuniquen las entidades”.

Al margen de la ley

No todos los organismos han creado las condiciones para cumplir con la Ley 1288/75 que establece la obligación de recolectar los desechos, productos y materiales reutilizables que no son aprovechados por los mismos, así como prever en las inversiones o instalaciones actuales y las que planifiquen, las condiciones o medios indispensables para la conservación, preparación, garantía de la calidad y entrega de estos.

De igual manera dicho marco legal instituye la responsabilidad de los mencionados organismos y dependencias en la preservación, recolección, separación por grupos respectivos, acondicionamiento y empaque.

Aunque la mayoría de las entidades poseen la Ley 1288/75, su Reglamento 3800 requiere de mayor dominio e implementación.

En el primer trimestre del 2014 en Villa Clara el sector estatal recolectó de chatarra ferrosa un 32 %,  un 19 % de no ferrosas, de los desechos no metálicos  un 49 %, mientras que las casas de compra un 68 %, un 91 % y un 51 %, respectivamente.

Es evidente que  para el cumplimiento de esta ley se han subvalorado los potenciales de generación en la mayoría de las dependencias, fundamentalmente en la chatarra de acero, lo que trae consigo, la definición de planes anuales por debajo de las potencialidades reales, asimismo lentitud en el proceso de aprobación de bajas a equipos e instalaciones.

Entre las principales deficiencias a resolver por las fuentes generadoras está establecer adecuadamente los potenciales, los contratos y los planes de entrega, pues estos en su mayoría no se corresponden con los niveles de actividad y las normas de consumo.

Al mismo tiempo  se deben desglosar los planes de entrega por meses, no por trimestres, agilizar el  proceso de baja técnica de los equipos en desuso,  demorado en  no pocos  casos por años. A su vez separar, clasificar, conservar y proteger los desechos reciclables, igualmente emitir la factura de venta a la Empresa de Recuperación de  Materias Primas para que quede registrado el hecho económico.

Además  es necesario evitar que lo posible a reciclar  termine en el vertedero o sean quemados, específicamente productos como papel y cartón e impedir mezclar chatarras con partes de equipos y piezas reutilizables, o tenerlos dispersos en distintas áreas, aumentando su deterioro.

Las discusiones desarrolladas en los centros laborales sobre este tema han tenido una alta aceptación y ayudó a establecer conciencia sobre el asunto, pero solo es un primer paso.

La experiencia de décadas en países avanzados demuestra que se requiere de toda una infraestructura que permita, desde el proceso productivo y el uso doméstico, la clasificación de los desechos y el sistema de recogida acorde con eso.

En Cuba falta la cultura del reciclaje que incluya enseñar a clasificar los desechos, para ello se necesitan recursos, por ejemplo,  distribuir tríos de tanques de diferentes colores  con ese fin. También de carros, contenedores, empleados  entrenados en esta labor y convenientemente remunerados. Por su parte a las grandes empresas  les corresponde ocuparse de sus propios desechos y financiar el proceso con su rentabilidad.

Reciclar en nuestro país no es únicamente una actividad importante es una urgencia. Ello debe estimularse con incentivos económicos y nuevos modelos de gestión pues es una actividad que se autosustenta, optimiza la industria y protege al medio ambiente.

En Cuba el refrán con que iniciamos este comentario puede revertirse  porque más que importante es urgente “reciclar” la morosidad del reaprovechamiento.

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