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Convenios colectivos de trabajo: Que no sean papeles mojados

Por Vivian Bustamante, Lourdes Rey, Elizabeth Pérez, Rafael González y Mercedes Sierra

En un centro X ponen en convocatoria   varias plazas. La información es ajena   a dos de sus trabajadores, uno enfermo y otro con licencia, que de seguro optarían. La Resolución 8/2005 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social no contempla que deba avisárseles. Mientras, en la fábrica Y pagaron el salario durante tres meses, varios días después de lo habitual, y ni siquiera hubo una explicación convincente de los directivos.

Ambas situaciones pudieron evitarse, de haber estado los detalles al respecto en un documento que adquiere cada vez más relevancia en el   ámbito laboral, a la luz de los cambios que se operan en la economía: el convenio colectivo de trabajo (CCT).

Los convenios colectivos de trabajo deben constituir la ley interna del centro y un instrumento de permanente chequeo y consulta para el sindicato y la administración. Fotos: Heriberto González

Y si bien los ejemplos planteados no los encontró Trabajadores en un primer acercamiento al tema, son casos factibles de hallar, sobre todo   el segundo. De ello dan fe cartas recibidas en la sección Buzón abierto de nuestro semanario. Igual ocurre con disposiciones disciplinarias   violatorias de lo que debe definirse en el contrato mencionado, acerca   de lo cual evidentemente hay ignorancia.

¿Por qué ocurre esto? ¿Qué significa dicho legajo, ideado para ser   consultado como la cartilla escolar?   ¿Cómo generalizar su conocimiento   y aplicación? Esas y otras preguntas   fueron respondidas por especialistas   de la Central de Trabajadores de   Cuba (CTC) y de centros laborales visitados   por este equipo de reporteros, en las provincias de La Habana y Villa   Clara.

Intereses y motivaciones  

En Cuba antes de 1959, las disposiciones en materia laboral se incumplían de manera cotidiana. La única alternativa de los sindicatos y trabajadores   era hacer prevalecer sus derechos   fundamentales mediante huelgas y   reclamos.

Ponían mucho interés en que sus   demandas quedaran bien plasmadas   para evitar desprotección, hábito que   con diferentes motivaciones e incentivos   conservan algunos sectores, esencialmente   de la rama industrial. Uno   de esos ejemplos lo vimos en la empresa   comercializadora de combustible   (Cupet), de Villa Clara. La historia   supera las seis décadas, cuando   representantes de la compañía Esso   Standard Oil y empleados del lugar   pactaron un convenio en cuanto a salario,   normas de seguridad y descanso   retribuido.

El actual abarca muchos más aspectos   hasta tener 23 anexos, pero   bien vale la pena, pues “por ahí nos   medimos y actuamos”, expresa Maribel   Pérez Rodríguez, secretaria del   buró sindical.

Mientras hojea lo que es casi un libro,   subraya que lo revisan de forma   integral cada año, en tanto las condiciones   pueden variar. Por eso para el   2014 fueron reacomodados los sistemas   de pago por los resultados y de estimulación   en CUC, y así ajustaron el trabajo   de la Asociación Nacional de Innovadores   y Racionalizadores (Anir), de acuerdo   con las prioridades.

Sus valoraciones las complementa el ingeniero Gustavo Rodríguez Cordero,   director de Cupet Villa Clara, para quien el convenio deviene parte   vital del control interno.

Similares consideraciones recogimos en el grupo empresarial Labiofam,   un referente en la esfera productiva y también en cuanto a los CCT,   dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores Agropecuarios y Forestales, según enfatiza Miguel Contreras Zúñiga, uno de sus funcionarios.

Falta conocimiento de cómo reflejar en esos documentos la atención integral de los trabajadores, afirma Mercedes Fernández, secretaria general del buró provincial de la Construcción en La Habana.

Pocas horas mediaron entre las coordinaciones y el encuentro con   una representación de sus entidades radicadas en La Habana y la oficina   central. Escucharlos denota conocimiento y aplicación de los tratos entre   el sindicato y la administración. Van   más allá del ABC establecido, porque   “hay un gardeo diario a muchos   asuntos convenidos”, afirma Odaisis Torres Leyva, secretaria general del   buró sindical.

Quizás la opinión que nos sintetizó   el significado del CCT para el colectivo   de Labiofam la dio Jorge Luis   Barrera Martínez. Lleva dos meses   como jardinero, aunque el departamento   de servicios se beneficia de sus   afanes desde que surgió la Empresa.

“Claro que lo conocemos, sin decir   el nombre lo vemos cada día, la   gente cumple, es bien atendida, hay   disciplina y hasta nuestros hijos se   favorecen, pues el ‘macuto’ tiene un   plan para atender aquí a los niños en   vacaciones, y que sus madres no falten   al trabajo”, asegura.

Otras precisiones aporta Anyelis   María Pelayo. Para ella, el proceso de   concertación es bien aceptado por los   de su generación, “porque deriva en   fructíferos intercambios y recoge aspectos   que enseñan a insertarnos en   la primera experiencia laboral”.

Todos insisten en la atención   integral al trabajador que vela por   los detalles, siempre importantes,   y mucho más en el área productiva,   donde priman la fuerza joven y femenina.

Félix Mora González, director   de Recursos Humanos de la empresa   denominada UP-5, expone un nuevo   elemento. La legislación vigente es   tan amplia que resulta engorrosa su   lectura y comprensión; sin embargo,   el convenio tiene basamento jurídico   y resume en pocas hojas la vida   de un centro y sus acuerdos, aclara.

Llenar lagunas 

Imposible responder cuándo dejará   de ser una quimera que la calidad   constituya patrimonio de todos esos   documentos, que en el país superan   los 5 mil, con unos 32 mil anexos. En   total abarcan a más de 2,8 millones   de trabajadores.

Lo que sí se sabe es que sin esa   cualidad, el movimiento sindical   desaprovecha la posibilidad respaldada   por la ley para normar los   procederes que rigen las relaciones   laborales, así como los derechos y   obligaciones, en aras de impulsar la   producción y desarrollar la creatividad   en los colectivos.

Pero eso no se logra espontáneamente.   Toca al sindicato y a la administración   preparar un proceso de   negociación, en el que todos intervengan   para mejorar un proyecto, que al   final es aprobado en asamblea general,   a partir de acuerdos medibles y la   designación de ejecutores por ambas   partes.

En opinión de Xiomara Enrique   Cruz, funcionaria del departamento   de Asuntos Laborales y Sociales de la   CTC, “el CCT no puede emanar de un   concilio entre el director y el jurídico   de la empresa, con la justificante de   que falta conocimiento al secretario del   ejecutivo sindical o del buró. También   a los trabajadores atañe su cuota de   protagonistas, asistiendo y aportando   ideas, primero en el diagnóstico y luego   en la reunión”, recalca.

La experiencia en estos temas   hace meditar a Gisela Duarte Vázquez,   miembro del Secretariado Nacional de   esa organización. Es imposible que el   adiestramiento y otras vías que hoy potencian   sustituyan el quehacer y preocupación   de los responsables, a fin de   que rinda sus frutos esta poderosa herramienta,   expone.

Para la dirigente, ese trato colectivo   ha tenido altibajos y su contenido y   elaboración prevalece con un lado débil,   medular. Prueba de ello, dice, quedó   expuesto en acuerdos emanados de   los debates del Documento Base del XX   Congreso de la CTC y del Anteproyecto   de Código de Trabajo, uno de cuyos capítulos   está dedicado a ese tema.

Por su parte, el examen periódico de lo acordado en el CCT es para la jurista   Aleida Rodríguez Díaz, con más   de 20 años de experiencia como abogada   laboralista en la CTC de Villa Clara,   la mayor dificultad que tiene el movimiento   sindical con vistas a hacer viable   este documento.

“Podrán tener calidad pero si se   engavetan, devienen letra muerta”,   sentencia.

Es una realidad a la cual da el   frente la CTC en todas las provincias.   De ahí los análisis sistemáticos, la   decisión de materializar un plan de   adiestramiento para los dirigentes   sindicales, y la intencionalidad con   que atienden a los 465 centros inspeccionados   en marzo último, por su impacto   social y económico.

¿Cómo lo hacen? 

Un sindicato con notables avances en   cuanto al CCT es el que afilia a los trabajadores   de la administración pública,   que acumula 573 documentos de ese   tipo. Estos relacionan en todo el país a   52 ramas de diversos organismos y funcionan   a partir de un ajustado proceso   de control, que incluye a inspectores   sindicales, especialistas asesores y cursos   de capacitación.

Visitamos dos de sus entidades   para atestiguar la labor en ese sentido,   la unidad de Áreas Verdes de la capital,   perteneciente a Servicios Comunales,   y otra, sin duda, de referencia nacional:   la Fiscalía General de la República   (FGR).

Para esta última no siempre fue así   y es uno de los elementos por el que merece   ser reconocida la remontada de un   convenio obsoleto en el 2011, a una sólida   propuesta dos años después.

El contenido, elaboración y examen son puntos débiles en muchos convenios, que por miles están firmados entre administraciones y sindicatos en todo el país y abarcan a más de 2,8 millones de trabajadores. Foto: Eddy Martin

Convincentes son las palabras de   Eusebio Gómez, jefe de la dirección de   Recursos Humanos, cuando comenta   que “no es posible firmar el convenio   sin la participación activa de los trabajadores”.

Un recorrido por el centro permite   corroborar que cada uno puede decir   cómo nació el proyecto, y hasta las veces   que lo tuvo para enriquecerlo durante   la etapa de consultas.

Adrián Lago, técnico en medios   audiovisuales, destaca el trato que recibieron   los jóvenes —y en especial los   no fiscales—, en la confección del CCT, en tanto obtuvieron asesoría de experimentados   juristas en el tema legislativo.   Una ayuda invaluable, si se tiene en   cuenta además, que muchos transitan   por su primera experiencia laboral.

Asimismo, Luis Lorenzo Palenzuela,   fiscal y secretario de una sección   sindical, comparte sus experiencias:   “Determinamos las necesidades de   cada área, y las ajustamos con otros indicadores   a acatar. El convenio es una   guía para comprobar qué nos falta y   qué hemos hecho”.

Para los trabajadores de la FGR hay   un antes y un después en materia de   concertación laboral. Por eso ante cualquier   problema de esa índole se preguntan:   “¿Eso está en el CCT?”, y si surgen   inquietudes en las reuniones sindicales   lo primero que inquieren es “¿qué dice   el convenio?”

Saber que existe, un primer paso  

Cerca de la capitalina Finca de los Monos   está la sede de Áreas Verdes, perteneciente   a Servicios Comunales de la   provincia de La Habana. No fue muy   amplia la representatividad de los entrevistados,   aunque en el intercambio   pudimos comprobar que al menos conocen   la importancia y esencia del CCT,   al cual calificaron como “un ejercicio   pleno de democracia en función de las   aspiraciones de los colectivos obreros”.

Que al menos los trabajadores cuenten   y sepan que existe un documento   con esas características es un primer   paso importante, opinan Clarisa Reyes y Mariluz Tamayo, miembros del sindicato   nacional y provincial de la Administración   Pública en la capital, respectivamente.

Es lamentable que escaseen los   ejemplos como el de la FGR, entre   otras razones, por la carencia de precisiones   elementales, como las fechas   de cumplimiento de las cláusulas y   sus responsables.

No puede ocurrir que la obligación   caiga en terreno de nadie, y esto, argumentan,   debe quedar zanjado para la   etapa de actualización de los convenios,   una vez que se haga oficial el nuevo Código   de Trabajo.

Entre tanto rige el Decreto Ley 229,   acerca de los CCT, al que también se   adscriben las empresas de capital mixto.   Una con experiencia en su aplicación   es Aguas de La Habana, donde también   funciona la Resolución 72 del 2008, que   es el reglamento laboral, comenta la   funcionaria Maura Casañas Alfonso.

Allí tienen la particularidad de   que en las consultas, los trabajadores,   además de aprobarlo a mano alzada,   estampan su rúbrica, según conocimos   en visita a la entidad. El criterio generalizado   es que “la aplicación de ese documento   se acerca bastante a lo deseado”,   acota Francisco Jiménez Pedroso,   secretario general del buró sindical.

Pero en la abrumadora mayoría   de los colectivos laborales necesita   ser “más manoseado”, punto en el   que coinciden constructores del contingente   Blas Roca Calderío. Sin embargo,   valoramos que fuerzas de este   tipo tienen un camino trillado para   poner en práctica los CCT. Ellos nacieron   hace varias décadas con un estricto   reglamento, regulador de todas   las actividades, incluido el desempeño   laboral.

Por eso no nos extraña escuchar   a miembros de su buró sindical enfatizar   en la importancia de los matutinos   que realizan, donde entre otros   asuntos, dirimen de manera expedita   problemas que estén gravitando en la   producción o incumplimientos, como lo   establecido para la guardia obrera.

Con la autocrítica a flor de piel y   los años en estas lides, Mercedes Fernández   Gómez, secretaria general del   buró provincial de la Construcción en   La Habana, manifiesta insatisfacciones,   pues en el sector todavía se dan   ejemplos de que “falta comprensión de   cómo llevar a una cláusula la atención   integral de los trabajadores y persisten   otras insuficiencias en cuanto a   reflejar especificidades”.

Generalizar saberes

Decenas de entrevistas y la consulta   de algunos convenios evidencian   que además de la metodología, concurren   iniciativas enriquecedoras   para dar vida a esos documentos.   Consideramos que corresponde a la   CTC generalizar saberes al respecto   y ampliar el diapasón de métodos   para verificar la efectividad de   aquellos.

¿Por qué no dar entonces el pie   forzado a fin de que los acuerdos que   lo ameriten o así estén pactados, sean   chequeados con frecuencia en las asambleas  de afiliados y de representantes?

En momentos que se habla con mucha   fuerza del papel de la contrapartida   sindical, la mejor motivación para los   trabajadores puede ser que vean reflejados   sus intereses en el convenio y que   el sindicato los viabilice y discuta.

Que no sea letra muerta

De los convenios colectivos de trabajo   se habla en los centros, aunque hace   falta convertirlos en la ley interna de   cada uno, en instrumento de permanente   chequeo para el sindicato y la   administración.  

Partiendo de ese concepto, sobre   el tema hicieron precisiones a Trabajadores,   Gisela Duarte Vázquez   y Xiomara Enrique Cruz, miembro   del Secretariado de la CTC a cargo   de la esfera de Asuntos Laborales y   Sociales, y especialista de ese departamento,   respectivamente.  

El período de vigencia del CCT es   de uno a tres años; sin embargo, exige   periodicidad en su análisis, pues   tiene cláusulas o capítulos que son   revisados cada mes. Cumplir con esa   obligación recae en el ejecutivo sindical,   plantean.  

Para llegar a ese paso, dicho documento   debe transitar por un proceso   de diagnóstico, consulta y concertación,   que bien realizado permite   acotar las directrices productivas, de   funcionamiento y derecho laboral. El   resto lo ponen el tiempo y el interés   de respetar lo establecido, subraya   Gisela.  

Así uno de los puntos en la asamblea   de representantes debe ser   chequear el CCT, pero hay cláusulas   cuyo seguimiento es mensual, y   hay que examinarlas en la reunión   de afiliados. Tales son los casos del   día y tiempo de pago, una violación   habitual; también la entrega de los   medios de protección y seguridad y   salud, significa.  

Agrega que el primer paso   para confeccionar los convenios   resultan los lineamientos elaborados   por cada organismo con el sindicato   nacional correspondiente,   donde se fijan los aspectos imprescindibles   de recoger, cuáles son   distintos para centros en específico   y cuántos de estos llevan anexos   al convenio de la empresa.  

Esas directrices están en revisión   para adecuarlas a lo aprobado en el   Código de Trabajo y, a su vez, a las   condiciones que imponen las transformaciones   emanadas del nuevo   modelo económico y la información   que posee la CTC, por ejemplo, de en   qué sectores existen más problemas,   abunda Xiomara.  

El CCT —recuerda— es una planificación   que depende de otra, el   presupuesto de la economía, y necesita   de una pesquisa antes de la negociación,   a fin de conocer qué premisas   tienen la empresa y sus unidades   y con cuáles recursos cuentan para   sus planes. “Queremos que el convenio   nazca bien”, puntualiza.         

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