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Ucrania y sus amigos de la OTAN

2204imagen Ucrania REUTERS

Cuando se da seguimiento a las noticias relacionadas con la preocupante situación en torno a Ucrania, queda evidenciada la labor desestabilizadora y desinformativa por parte de Estados Unidos, que en esa nación ha invertido con ese propósito cerca de 5 mil millones dólares, desde 1991.

Los actuales autoproclamados mandatarios ucranianos hacen el juego a Washington para mantenerse en el poder, y aunque parece que la Casa Blanca está al margen, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), su engendro europeo, los representa.

El Gobierno de Kiev no está interesado en un diálogo de paz con su ciudadanía a pesar de la explosiva situación del país. Los nuevos gobernantes tratan de justificar su actitud sobre la base de infundios contra la población ucraniana rusohablante, a la que tildan de “agentes especiales de Rusia”, enfrentándolos con tanques y aviones en el sureste de la nación.

Las acusaciones contra Moscú referentes a la presencia militar rusa en las fronteras o en territorio ucraniano han sido tachadas de absurdas por el Kremlin. Esta situación pudiera desembocar en un enfrentamiento, a pesar de que el presidente Vladimir Putin declaró recientemente que “espera no tener que hacerlo”.

Ucrania no es miembro de la OTAN; y aunque en el año 2008 presentó su solicitud de ingreso, todavía falta la aprobación popular a través de un referéndum. No obstante, la Organización se expresa ante la opinión pública mundial como si lo fuera, dando a entender que es su “obligación” defender al Estado ucraniano.

Esta alianza militar fue creada en 1949, durante la Guerra Fría para garantizar la seguridad de los países de Europa occidental ante la supuesta amenaza soviética.

Desde 1994, Ucrania integra la llamada Asociación para la Paz, un programa de la OTAN destinado a “estrechar” las relaciones con países europeos como los de la antigua Unión Soviética, una iniciativa estadounidense formulada en 1993, que posibilitó la expansión de la Organización a través del antiguo campo socialista.

A la OTAN no le interesa que Ucrania, por donde transita el gas ruso que consume Europa, se desangre o se divida, mientras más fragmentada, más vulnerable será. En tanto su propaganda, igual que la estadounidense se dirige a culpar a Rusia de cuanto allí sucede, tratando de persuadir a todo el mundo de la “necesidad” de reforzar sus posiciones bélicas en Europa del Este.

Según la prensa, Holanda está dispuesta a brindar más apoyo en Europa oriental «para proteger a los miembros de la OTAN». Canadá desplegará en el área seis cazas F-18, y Francia anunció el envío en breve de cuatro cazas para misiones de vigilancia en el espacio aéreo de los países bálticos.

La Organización como tal desplazará buques de guerra adicionales al mar Báltico y al este del mar Mediterráneo. Y en gesto de buena voluntad, Estados Unidos aprobó el envío de más ayuda adicional militar “no letal” a Ucrania, según anunció la semana pasada el secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel.

En medio de manifestaciones en ciudades como Donetsk, Lugansk y Járkov, la población armada no confía en las autoridades de Kiev y exige convocar un referéndum sobre el estatus de sus regiones.

Recientemente Putin advirtió que Rusia no reconocerá los resultados de las elecciones presidenciales anticipadas para el 25 de mayo, si continúan las agresiones a los candidatos de los territorios orientales; no obstante, subrayó que no duda que ambos países puedan superar las dificultades y llegar a un entendimiento.

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