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La salud de la salud pública

Foto: Jose M. Correa / Granma

A mediados de la semana que concluyó, la noticia del aumento del salario a los trabajadores de la salud iluminó al país. El hecho trasciende no solo a los más de 440 mil que se benefician con la medida sino a todos los cubanos, dado el impacto que tendrá en el mejoramiento de la calidad de los servicios.

Es también la certeza de que con mayores aportes a la economía, alcanzados tanto en la producción como en los servicios, se podrán respaldar incrementos salariales de esta magnitud, en una nación que vive profundas transformaciones de su modelo económico.

Los ingresos generados por los trabajadores del sistema de salud, que representan el 64 % del total de la venta de servicios del país, permitió al sector entrar en un esquema de financiamiento cerrado, gracias a lo cual, este año se multiplican los montos para la adquisición de piezas de repuesto, tecnologías, medicamentos, y el mantenimiento y reparación de las instalaciones, cuyo plan es ambicioso en este 2014.

Estas decisiones del Estado serán acicate para laborar en aras de continuar mejorando los indicadores de salud de la población, para lo cual, como dice el dicho, tendrán que hilar fino, porque muchos de los que ostenta el país hoy se equiparan con los mejores del mundo. Baste recordar la tasa de mortalidad infantil de 4,2 por mil nacidos vivos y el 1 % de la mortalidad causada por enfermedades transmisibles —se cuentan las diarreicas— alcanzados en el 2013, así como el aumento de la expectativa de vida a 77,87 años.

Deben servir, además, para el saneamiento de hábitos y conductas inadecuados que se fueron entronizando en el sector, quizás por las carencias causadas por la crisis económica, que al final se han convertido en lastre con los que no debemos seguir conviviendo, y van desde las preferencias y privilegios con que son tratados algunos, los regalos que otros aluden llevar como garantía para que los atiendan, hasta la necesidad de recuperar la ética médica y el cumplimiento del reglamento hospitalario.

Porque como dijera el doctor Roberto Morales Ojeda, ministro de Salud Pública, en un reciente encuentro con la prensa: Debemos lograr que todos los pacientes que se atiendan en nuestras instituciones estén conducidos por el propio sistema de salud y referidos a un centro específico.

El proceso de transformaciones que vive el sector desde el 2011 —en su segunda etapa complementado con el cumplimiento de los Lineamientos y Objetivos del VI Congreso y la Primera Conferencia del Partido— se expresa, además de optimizar los indicadores de salud, en mejorar la calidad de los servicios, lograr la satisfacción de la población, y hacer sostenible y eficiente el sistema.

Al explicar estos propósitos, el titular del ramo también dio luz sobre opiniones que se crean en la población y no son reales. Racionalizar plantillas no equivale a la reducción de servicios. La reorganización de la atención primaria de salud, que tuvo la prioridad en la primera etapa, posibilitó elevar a 11 mil 550 el número de consultorios que hoy tienen médico y enfermera de la familia (uno por cada mil habitantes) e ir completando los grupos básicos de trabajo para las interconsultas, y así retomar los conceptos fundacionales de este programa.

Ello permitió cerrar el 2013 con el 98 % de dispensarización de la población y realizar con mayor objetividad el análisis de la situación de salud en la comunidad. Las consultas en este nivel de atención han crecido significativamente, al igual que las visitas a los pacientes en el hogar y los ingresos domiciliarios; como consecuencia hay una disminución de los casos en los cuerpos de guardia de los hospitales y en los policlínicos, y un uso más eficiente de estas instalaciones. La llamada regionalización asistida concentrará los recursos humanos y tecnológicos donde mejor provecho puedan rendir en función de la salud pública.

La formación de los profesionales de la salud está signada por el método clínico con enfoque epidemiológico, garante de la calidad del servicio y el prestigio conquistado en el mundo, donde más de 50 mil profesionales brindan atención médica esencialmente a las poblaciones más pobres en 66 países.

Y precisamente, uno de los pilares que sostendrá la salud de la salud pública es la graduación de profesionales (con el rigor que amerita esta ciencia), para que Cuba mantenga el índice de 7,2 médicos por cada mil habitantes (el más alto del mundo), mejore los envidiables indicadores de salud, la sostenibilidad y continúe cumpliendo los compromisos con la colaboración internacional.

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