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Comercialización de la papa: Lo difícil de distribuir lo poco

f09-05-24
Foto: Heriberto González

Por estos días la papa volvió a ser protagonista del comercio en La Habana, y luego de más de seis meses “perdida” decenas de miles de capitalinos andan tras sus huellas.

Quizás por ello Víctor Machín Illa decidió este año no comer ese tubérculo e incluso le prohibió a su mujer comprársela a los revendedores que a menudo pasan por la puerta de su casa. “Llevo tiempo sin comerla y no nos va a pasar nada si seguimos así. Por suerte en el mercado hay bastante malanga, plátano y calabaza”, dijo con tono nada conformista, convencido de no poder caerle atrás a su vianda preferida.

“Nosotros no podemos incluir más puntos de venta, por eso escogimos 39 lugares para la comercialización en toda la capital”, indicó Jorge Lázaro García, director de la empresa provincial de Mercados Agropecuarios, una entidad caracterizada por la diversidad de formas de gestión bajo su égida.

“Con tiempo lo organizamos todo —dijo— y tenemos un plan de medidas para enfrentar lo que sabíamos que iba a ser una campaña complicada. Incluso creamos un puesto de mando y contactamos a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y a la Dirección Integral de Supervisión (DIS).

“En un segundo momento —al que ya estamos abocados— crecerá el número de mercados en dependencia del incremento del abastecimiento, e indicamos que solo se podían vender 20 libras por persona, no despachar a carretilleros, así como mantener la oferta ininterrumpida hasta que se agote el producto o no haya clientes”, subrayó.

¡Llegó la papa!

A las 10 de la mañana del pasado jueves en el mercado El Sol, en la calle Compostela, La Habana Vieja, era inmensa la puja por acceder al producto. Llegaron 135 quintales de papa y Jorge Luis Padrón, administrador de esta cooperativa no agropecuaria, había dispuesto su venta en todas las tarimas.

Impresionaba el tumulto y a cargo de la organización de la cola se situó Clemente Amaury Fontaner, presidente de la cooperativa. En solo unos minutos tuvo que enfrentarse a no pocos ciudadanos que bajo cualquier ardid trataban de colarse. “No, aquí no hay ningún inspector de la DIS. Un solo agente de la PNR no puede controlar un fenómeno así”, manifestó.

Roberto Herrera, un cliente, aseguró que si la cosecha de papa es tan baja, deberían ponerla por la libreta.

En el mercado Orden 70, en Dragones y Rayo, tampoco había ningún inspector de la DIS. Judith Manduley, perteneciente a esa dirección de inspección, pero cliente en ese momento, asumía esa responsabilidad. “Nosotros trabajamos en asuntos de precios, calidad del producto y todo lo concerniente a la protección al consumidor, pero no sé por qué aquí no hay un inspector”, aseveró.

Allí la situación no era menos complicada. Entre la multitud sobresalía Julia Bécquer, una anciana de 78 años. “Mi hijito, para los mayores es muy difícil coger papa. Hay que buscar otro método. Por la libreta, todos podríamos coger aunque fuera una librita”.

Lewis Labañino, el administrador, informó la fórmula que han diseñado para enfrentar la venta. “Mire, cuando sabemos la cantidad del producto que nos llegó, entregamos tickets a quienes están en la cola.

“Si el cliente quiere se puede ir y regresar más tarde, cuando ya el tumulto se haya aplacado. Nosotros le garantizamos sus 20 libras. Por suerte, hasta ahora no hemos tenido problemas en eso”, indicó.

Al mercado de 27 y A, en Plaza de la Revolución, llegaron ese día 130 quintales del tubérculo. Igual situación que en los demás puntos de venta visitados por Trabajadores. Nadie de la Dirección Integral de Supervisión.

Allí Luis Danguera, jefe de la unidad básica de Mercados Agropecuarios en el municipio, fue enfático al afirmar que si algún día el producto llega tarde o de noche, “tenemos que vender mientras hayan clientes, sin tener en cuenta la hora”.

Menos para la distribución.

Nelia L. Martín, del Reparto Poey, en Arroyo Naranjo, transmitió vía telefónica su criterio. “Yo creo que la distribución es mala. Tengo una amiga que vive en Santa Fe y ha podido comprar papa varias veces en Baracoa, pero yo que soy de Poey ni la he visto. Este año no la comeré”.

Para Norma de los Santos, consumidora del Vedado la experiencia ha sido diferente: “Hoy —jueves 20 de marzo— estuve en 29 y 30, en Nuevo Vedado, y compré 30 libras de papa, pero al comprobar el peso tuve que regresar porque me habían ‘tumbado’ nueve libras. Hace dos semanas allí mismo mi mamá compró 50 libras”.

“Una evidente violación —le respondí— pues lo indicado son 20 libras por personas. Hay de todo en la Viña del Señor”. Si en el 2013 se distribuyeron en el territorio unas 24 mil toneladas de papa y las insatisfacciones fueron inmensas, qué decir de este 2014, cuando solo arribarán 15 mil 700, de ellas unas 2 mil para el consumo social.

En febrero se comercializaron en el territorio mil 412 toneladas y en marzo deben llegar más de 3 mil 585; para abril crecen las expectativas y se prevén más de 9 mil 500 toneladas, cifras todas muy insuficientes.

El éxito de la comercialización depende de muchos eslabones, entre los que sobresalen la gestión de los compañeros de la empresa de Mercados Agropecuarios, la presencia en los lugares de venta de inspectores de la DIS, la mirada atenta de la PNR y el accionar del resto de los involucrados.

Por estos días la papa volvió a ser
protagonista del comercio en La
Habana, y luego de más de seis meses
“perdida” decenas de miles de
capitalinos andan tras sus huellas.
Quizás por ello Víctor Machín
Illa decidió este año no comer ese
tubérculo e incluso le prohibió a su
mujer comprársela a los revendedores
que a menudo pasan por la puerta
de su casa. “Llevo tiempo sin comerla
y no nos va a pasar nada si
seguimos así. Por suerte en el mercado
hay bastante malanga, plátano
y calabaza”, dijo con tono nada conformista,
convencido de no poder
caerle atrás a su vianda preferida.
“Nosotros no podemos incluir
más puntos de venta, por eso escogimos
39 lugares para la comercialización
en toda la capital”, indicó
Jorge Lázaro García, director de
la empresa provincial de Mercados
Agropecuarios, una entidad caracterizada
por la diversidad de formas
de gestión bajo su égida.
“Con tiempo lo organizamos
todo —dijo— y tenemos un plan de
medidas para enfrentar lo que sabíamos
que iba a ser una campaña
complicada. Incluso creamos un
puesto de mando y contactamos a
la Policía Nacional Revolucionaria
(PNR) y a la Dirección Integral de
Supervisión (DIS).
“En un segundo momento —al
que ya estamos abocados— crecerá
el número de mercados en dependencia
del incremento del abastecimiento,
e indicamos que solo se
podían vender 20 libras por persona,
no despachar a carretilleros,
así como mantener la oferta ininterrumpida
hasta que se agote el producto
o no haya clientes”, subrayó.
¡Llegó la papa!
A las 10 de la mañana del pasado
jueves en el mercado El Sol, en la
calle Compostela, La Habana Vieja,
era inmensa la puja por acceder al
producto. Llegaron 135 quintales de
papa y Jorge Luis Padrón, administrador
de esta cooperativa no agropecuaria,
había dispuesto su venta
en todas las tarimas.
Impresionaba el tumulto y a
cargo de la organización de la cola
se situó Clemente Amaury Fontaner,
presidente de la cooperativa.
En solo unos minutos tuvo que enfrentarse
a no pocos ciudadanos
que bajo cualquier ardid trataban
de colarse. “No, aquí no hay ningún
inspector de la DIS. Un solo agente
de la PNR no puede controlar un fenómeno
así”, manifestó.
Roberto Herrera, un cliente,
aseguró que si la cosecha de papa
es tan baja, deberían ponerla por la
libreta.
En el mercado Orden 70, en Dragones
y Rayo, tampoco había ningún
inspector de la DIS. Judith Manduley,
perteneciente a esa dirección de
inspección, pero cliente en ese momento,
asumía esa responsabilidad.
“Nosotros trabajamos en asuntos de
precios, calidad del producto y todo
lo concerniente a la protección al
consumidor, pero no sé por qué aquí
no hay un inspector”, aseveró.
Allí la situación no era menos
complicada. Entre la multitud sobresalía
Julia Bécquer, una anciana
de 78 años. “Mi hijito, para los
mayores es muy difícil coger papa.
Hay que buscar otro método. Por la
libreta, todos podríamos coger aunque
fuera una librita”.
Lewis Labañino, el administrador,
informó la fórmula que han diseñado
para enfrentar la venta. “Mire,
cuando sabemos la cantidad del
producto que nos llegó, entregamos
tickets a quienes están en la cola.
“Si el cliente quiere se puede ir
y regresar más tarde, cuando ya el
tumulto se haya aplacado. Nosotros
le garantizamos sus 20 libras. Por
suerte, hasta ahora no hemos tenido
problemas en eso”, indicó.
Al mercado de 27 y A, en Plaza
de la Revolución, llegaron ese día
130 quintales del tubérculo. Igual
situación que en los demás puntos
de venta visitados por Trabajadores.
Nadie de la Dirección Integral
de Supervisión.
Allí Luis Danguera, jefe de la
unidad básica de Mercados Agropecuarios
en el municipio, fue enfático
al afirmar que si algún día
el producto llega tarde o de noche,
“tenemos que vender mientras hayan
clientes, sin tener en cuenta la
hora”.
Menos para la distribución.
Nelia L. Martín, del Reparto Poey,
en Arroyo Naranjo, transmitió vía
telefónica su criterio. “Yo creo que
la distribución es mala. Tengo una
amiga que vive en Santa Fe y ha podido
comprar papa varias veces en
Baracoa, pero yo que soy de Poey ni
la he visto. Este año no la comeré”.
Para Norma de los Santos, consumidora
del Vedado la experiencia
ha sido diferente: “Hoy —jueves
20 de marzo— estuve en 29 y 30, en
Nuevo Vedado, y compré 30 libras
de papa, pero al comprobar el peso
tuve que regresar porque me habían
‘tumbado’ nueve libras. Hace dos
semanas allí mismo mi mamá compró
50 libras”.
“Una evidente violación —le
respondí— pues lo indicado son 20
libras por personas. Hay de todo en
la Viña del Señor”.
Si en el 2013 se distribuyeron en
el territorio unas 24 mil toneladas de
papa y las insatisfacciones fueron inmensas,
qué decir de este 2014, cuando
solo arribarán 15 mil 700, de ellas
unas 2 mil para el consumo social.
En febrero se comercializaron en
el territorio mil 412 toneladas y en
marzo deben llegar más de 3 mil 585;
para abril crecen las expectativas y
se prevén más de 9 mil 500 toneladas,
cifras todas muy insuficientes.
El éxito de la comercialización
depende de muchos eslabones, entre
los que sobresalen la gestión de los
compañeros de la empresa de Mercados
Agropecuarios, la presencia
en los lugares de venta de inspectores
de la DIS, la mirada atenta de
la PNR y el accionar del resto de los
involucrados.

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