Lo burlesco en Pisto Manchego

Lo burlesco en Pisto Manchego

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Nicolás Guillén torna culto lo popular y lo popular culto, mas en Pisto Manchego lo hace con sentido humorístico, burlón, como se aprecia en el titulado Soneto, que concluye con el “mensaje” publicitario en el primer terceto:

“De pronto me reclino sobre un palo/ pensando en los trabajos de Zabalo/ y en su triunfal dominio del cemento/ Mientras que cruza por la noche fría/ el hada cruel de la melancolía/ lanzando su tristísimo lamento.”

Lo que seguidamente remata con el correspondiente comentario, también irónico: “Ahí tienen ustedes un soneto. No me ha costado absolutamente nada hacerlo y ya ven que puede ser comparable ventajosamente (fuera modestia) con la generalidad de los que se escriben en la actualidad”.

Queda la referencia publicitaria a Manuel Zabalo en El Camagüeyano.  Pero practicada con la más absoluta falta de “seriedad” hacia la promoción en sí. Se percibe que la intención subyacente es burlesca, algo que no parecía importarles a los “publicitados”, o que no lo notaban.

El periódico había publicado una nota editorial sobre la incorporación del poeta el 20 de marzo de 1924: “Nicolás Guillén, hijo, ha sido declarado cesante en el Ayuntamiento por el delito de pensar con su cabeza. Del mismo modo y por el mismo delito, Nicolás Guillén, padre, habría sido maltratado en estos tiempos, si por la causa del liberalismo no hubiera perdido la vida”.

Sobre los textos, cuenta el compilador Manuel Villabella, en el Prólogo de Pisto Manchego, que el español M. Santoveña, colaborador fijo del periódico, era el encargado anterior de la sección, caracterizada por la inserción de anuncios por los cuales la publicación y el autor se dividían a partes iguales los ingresos.

Añade que el peninsular alternaba chistes, comentarios de actualidad y en ocasiones, incluso, fragmentos de obras literarias, “resultado insípido, desabrido”, una característica que transformó Guillén cuando se hizo cargo, pues “la propaganda comercial se diluía en un texto que podía tratar sobre cualquier cosa, porque aquella no era la importante”.

“Seguramente se preguntó Guillén”, explica,“lo que cualquiera en tal circunstancia: ¿Qué hacer con esto? Y aplicó una solución ingeniosa: invertir los términos. En adelante, el texto sería lo fundamental y los anuncios pasarían a un plano secundario, a jugar un papel como escenográfico.  Así, la sección podría atraer a los lectores abordando asuntos cotidianos o no, con el sabor de los costumbristas españoles y de sus seguidores cubanos del siglo XIX”.

Burla burlando, Guillén sembró en sus mensajes las críticas sobre temas locales, nacionales e internacionales, aunque realizado con máxima elegancia periodística. Puede apreciarse que, a medida que se adentraba temporalmente en la sección, se intensificaba la intención crítica, muy marcada, por ejemplo, contra la corrupción del presidente Alfredo Zayas.

En fin, esta compilación de crónicas creadas por el poeta entre los años 1924 y 1925, vio la luz el 21 de febrero en la XXIII Feria Internacional de Libro, puestas así, como se ha dicho, al alcance de los seguidores de la obra de Guillén, que tienen acceso ahora a un componente básico para valorar su evolución.

Villabella comenta al respecto que en la estructura de sus crónicas el poeta utilizó “décimas, octosílabos con rimas consonantes y asonantes, sonetos, diálogos, escenas teatrales, glosas, epigramas, cada vez que lo estimaba conveniente”. En ellas, figura alguna que otra décima, aunque no fue en esta sección donde publicó la primera, aunque sí las iniciales en el diarismo.

El poeta camagüeyano Luis Suardíaz, ya fallecido, aclaró en su momento que luego de abandonar sus estudios de Derecho en 1922, Guillén retornó a Camagüey, donde lo atrapó el periodismo, primeramente en la revista Lis, de  la cual fue director y editor entre enero y junio del año siguiente – los meses en que existió- y luego en El Camagüeyano.

En tal sentido añadía que “al evocar esta etapa, Nicolás afirmaba que entre 1922  y 1927 no escribió un solo verso. Pero no fue exactamente así”. En una hoja suelta cuyo objetivo era divulgar las virtudes profesionales de su amigo el sastre Elesbán Torres, transita “por vez primera, hasta donde sabemos, el cauce de la décima”, precisamente en 1922. La siguiente es una de las tres a las cuales se refería:

Es harto frecuente el caso/ de que un Juárez sin mollera/ se pase la vida entera/ sin saber lo que es fracaso. / ¡Le sale bien todo paso/ que dé en pos del porvenir,/ y si no puede decir/ que su inteligencia es fina,/ alaban su gabardina/ y elogian su casimir.

Suardíaz precisaba que el tono humorístico empleado para promover el trabajo decoroso de un amigo, le sirvió a Guillén para iniciarse en la crítica social y distanciarse de los severos sonetos y de las elegías amorosas. “A partir de ese momento”, añadía, “su obra se enriquece con la sátira, la ironía, el humor, la malicia, sin que decaigan o se abandonen los temas capitales de su tiempo”.

La afirmación cierta de Guillén acerca de que en los años referidos no había escrito ningún verso, parece que debe precisarse hoy. No cabe duda de que se refería a versos que él consideraba artísticos, propios de obras poéticas muy elaboradas, y no a los que componía para su sección cotidiana en El Camagüeyano o los de este corte.

Ello formó parte posteriormente de su labor periodística, poética y política en el periódico Hoy, donde mantuvo una sección diaria en dos etapas, fundamentalmente de décimas, que nunca aparecieron en libro hasta la edición de su Obra poética, publicada en dos tomos por Letras Cubanas.

Después de perseguir la décima en Guillén por los vericuetos de sus orígenes, casi comparables con los laberintos de las calles camagüeyanas, se descubre en el poeta una relación clara entre el tono de la elegía, a veces lamento, y el de la hilaridad muy frecuente en sus décimas, en las que se muestra con plenitud su vena satírica.

En cuanto a los vocablos “pisto” y “manchego”, el Diccionario de la lengua española Espasa-Calpe, en su edición del 2005, define el primero como: “Guiso de pimientos, tomates, cebolla, calabacín y otros alimentos picados y revueltos, que se fríen lentamente”; y añade que es también: “Desorden, mezcolanza”… Pisto, por último, aparece asociado a revoltijo.

La misma fuente precisa que “manchego, ga” equivale a: “De la Mancha o relativo a esta comarca de España”, si bien abunda en que “manchego”’ también aparece en entradas como castellano, es decir, oriundo de Castilla.

Mabel Guerra, periodista camagüeyana,  añade que el español  Santoveña “había escogido el nombre de Pisto Manchego y no uno criollo, partiendo de que era una comida española elaborada a base de vegetales, fundamentalmente, a pesar de que algunas personas le agregaban huevo o un poco de carne, pero todo revuelto, revoltillo que le pareció bien metafóricamente para el contenido” de la sección.

Tal vez debiera reconocerse muy meritorio en esta etapa de la obra trascendente de Guillén que en la sección aparece la décima como manifestación de su arte poético, la que luego tendría enorme significación en su crítica social y de contenido político.

Este género se remonta al poeta, novelista y vihuelista hispano Vicente Espinel (1550-1624), quien fijó la estructura de las rimas como más generalizadamente se conoce hoy (abbaaccddc),  aunque lo más significativo parece ser que durante los siglos XVII y XVIII se la usó con frecuencia para el epigrama y la glosa, ello asimilado por Guillén con nivel de poetas del Siglo de Oro.

Así, las primeras décimas de su obra propiamente poética aparecen en la “Glosa” de El son entero (1947), en las que le sirven para finalizar las cuatro allí publicadas, como es propio de esta composición, otros tantos versos del venezolano Andrés Eloy Blanco: “No sé si me olvidarás,/ni si es amor este miedo:/yo sólo sé que te vas,/yo sólo sé que me quedo”.

Desde Lope de Vega en 1609 y otros españoles como Calderón de la Barca, Jorge Guillén y Gerardo Diego, hasta el uruguayo Julio Herrera Reissig, la chilena Violeta Parra y otros, varios latinoamericanos contribuyen al esplendor de esta forma estrófica, que permite grandes recursos expresivos.

Al seguir esta vertiente de la obra guilleneana se advierte que, luego de la “Glosa” de El son entero, las inmediatamente introducidas en una de sus obras representativas, con reflejo autobiográfico, son las tres de la “Elegía camagüeyana”, que llegaron a ser entonadas por campesinos cubanos. En ellas aparece la huella reminiscente de su etapa en El Camagüeyano:

Mi madre está en la ventana/ de mi casa cuando llego;/ella, que fue llanto y ruego,/ cuando partí una mañana./ De su cabellera cana/ toma ejemplo el algodón,/ y de sus ojos, que son/ ojos de suave paloma,/ latiendo de nuevo, toma/ nueva luz mi corazón.

De tal modo llegan a trascender estas, que lo culto se torna popular y lo popular culto. Su Sátira política (1949-1953) refleja en las referidas décimas cotidianas fenómenos de la vida pública nacional con la ironía de rigor, debido a que en aquella situación social el llanto y la carcajada solían darse la mano.

En Pisto Manchego se inicia su poesía crítica, como en el caso del tráfico de inmigrantes chinos por el puerto habanero durante el gobierno de Zayas, a quien apodaban el Chino: “el comandante (*) presiente/ con un tino sin igual/ que ello en nada es inmoral/ siendo un Chino presidente”.

Son ejemplos que ilustran cómo, con máximo rigor, se puede lograr la mejor obra comprometida, mediante una simbiosis en la que se funden lo nacional, lo racial y lo popular en un arte mayor, aun con versos llamados de arte menor. Guillén demuestra que es el cocinero quien logra el buen pisto.

 (*) Se refiere a las denuncias contra el comandante del puerto habanero, acusado de facilitarles a los chinos la entrada ilegal en territorio cubano. 

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