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Debemos aspirar a un sindicato más combativo

Foto: Agustín Borrego Torres.
Foto: Agustín Borrego Torres.

A Ulises Guilarte De Nacimiento el movimiento sindical nunca le ha sido ajeno. Recién graduado como ingeniero en control automático comenzó a laborar en una empresa constructora de la provincia de Cienfuegos, y desde ahí empezó a destacarse como dirigente sindical, lo cual lo llevaría a diferentes niveles, hasta ser miembro del secretariado nacional del Sindicato de la Construcción.

Luego fue su experiencia como primer secretario del Partido en la entonces provincia de La Habana, hoy multiplicada en Mayabeque y Artemisa.

En esta última, él encabezaría el Comité Provincial del Partido hasta que fue designado al frente de la Comisión Organizadora del XX Congreso de la CTC.

A sus 49 años de edad, reconoce que esas experiencias han sido vitales para la responsabilidad que ahora le han dado, porque en el centro de todo está el hombre. Imbuido de los preparativos del XX Congreso de la CTC y a pocas horas del importante evento, Guilarte, miembro del Comité Central del Partido, dialogó ampliamente con Trabajadores acerca de diversos temas referentes a la trascendental cita y el movimiento sindical.

¿Cómo valora usted los importantes procesos desarrollados previamente al XX Congreso de la CTC?

Un congreso de los trabajadores, por su trascendencia en los diferentes ámbitos de la vida política y económica del país, no es posible organizarlo sin la participación activa y protagónica de sus afiliados.

Por ello, creo que tuvo significativa coherencia el hecho de que, en su cronograma orgánico, se diseñara y estructurara en tres importantes procesos políticos: el primero de ellos fue el de renovación y ratificación de mandatos en las organizaciones sindicales de base; el segundo, la consulta a los trabajadores del Anteproyecto de Ley Código de Trabajo, y el tercero fue la discusión en los colectivos laborales del Documento Base del XX Congreso.

De modo que en estos tres grandes procesos logramos compilar más de medio millón de propuestas concretas: unas 129 mil en el proceso de renovación, 171 mil en la discusión del Código de Trabajo y 192 mil en la discusión del Documento Base.

Fue un amplio, democrático y participativo ejercicio de discusión sindical. Quiero insistir en que fue sobre todo en la base; ahí es donde se desarrolla la vida sindical y por lo tanto era evidentemente importante que fueran nuestros afiliados quienes aportaran las riquezas de un pensamiento creativo, renovador, sobre cómo ellos quieren que sea su organización sindical.

En ese debate hubo una mirada autocrítica hacia el interior de la organización y se nos señalaron un grupo de insuficiencias que limitaban el papel protagónico, la capacidad de convocatoria, el liderazgo de la organización, lo cual lo interpreto como que nuestros afiliados ven la necesidad de que el sindicato pelee más, ejerza con mayor objetividad y eficacia su ejercicio de representación de los derechos de los trabajadores.

¿Cuáles fueron los temas más importantes abordados por los trabajadores?

Entre los más reiterados estuvieron: organización y normación del trabajo, disciplina laboral, seguridad y la salud en el trabajo, reordenamiento laboral y el empleo, a partir del surgimiento de las nuevas formas de gestión; la contratación laboral, el fortalecimiento de la justicia laboral y el mejoramiento de las condiciones laborales.

Hacia lo interno se nos reclamó elevar el funcionamiento sindical en toda su integralidad, fortalecer los espacios de participación del sindicato en la gestión económica, la política de cuadros, el perfeccionamiento de los métodos propios que tenemos para ejercer nuestro papel en la asamblea de afiliados, de representantes, la emulación socialista, y se abordó el tema de la sindicalización a partir de su concepto eminentemente político. El asunto más reiterado y recurrente en los tres procesos a lo largo y ancho del país fue el del salario. El planteamiento estuvo dirigido a lo insuficiente que resulta en las condiciones actuales y el impacto que tiene sobre todo en la descapitalización de la fuerza de trabajo y en los elementos motivacionales para acceder a cargos superiores de dirección.

En el Documento Base del XX Congreso se enfatiza en qué sindicato queremos, ¿cuál usted considera que debe ser?

Debemos aspirar a tener un sindicato combativo, comprometido con la alta responsabilidad de dirigir a los trabajadores, despojado de exhortaciones y consignas repetidas, que discuta, denuncie y enfrente las violaciones de los derechos de los trabajadores, un sindicato que como resultado de su liderazgo y capacidad de convocatoria movilice y saque a flote las reservas que en términos de eficiencia están presentes en los colectivos, que sea capaz de presentar alternativas de solución ante los problemas. Eso nos dará autoridad, prestigio y credibilidad ante nuestros afiliados y ante la administración.

Hemos renovado un 40 % de los dirigentes de base, pero un 30 tiene hoy instrucción universitaria y más de 45 media superior; además, un 17 son jóvenes, entonces, cómo con esas cualidades no vamos a tener la capacidad de promover que de verdad sea un sindicato que represente dignamente a los trabajadores, con la capacidad de plantearse alternativas para la solución de un problema a partir de un criterio propio.

Ese es un sindicato de estos tiempos, que además, lo distinga la ejemplaridad de sus cuadros.

Desde su punto de vista, ¿qué desafíos tiene el movimiento sindical para hacer cumplir su papel de representante y dirigente de los trabajadores en la actualización del modelo económico cubano?

El movimiento sindical ha acompañado y apoyado la política dirigida a actualizar y perfeccionar el modelo económico en un momento en que justamente nos adentramos en medidas de mayor complejidad.

El principal reto para nosotros ha sido lograr la movilización consciente y permanente de los trabajadores en favorecer que no pueda interponerse nada en su avance firme y sostenido.

De hecho, lo hemos demostrado a través de estos años al argumentar la política dirigida a la eliminación de gratuidades y subsidios, el reordenamiento laboral, el perfeccionamiento estructural y funcional de los Organismos de la Administración Central del Estado y, de manera muy significativa, a la organización de los trabajadores no estatales.

El desafío, a mi modo de ver, es tener la capacidad de convencer sobre su justeza y tener además la posibilidad de argumentarles a los trabajadores que vamos a un perfeccionamiento y adecuación del modelo de propiedad socialista de producción.

La empresa estatal seguirá desempeñando el papel principal; seguirá rigiendo la planificación de la economía y no se aplicarán terapias de choque: eso es socialismo, y hay que encauzar ese ejercicio de movilización de los trabajadores a su apoyo y cumplimiento cabal y eficaz en la base sindical.

La asamblea sindical ha sido cuestionada ampliamente durante los últimos tiempos. Según su criterio, ¿cómo convertir esa reunión en un verdadero espacio de discusión de los colectivos obreros?

El principal escenario de trabajo del sindicato es justamente el colectivo de trabajadores. Es allí donde se desarrolla la vida sindical, donde las tareas encuentran su materialización práctica.

Lázaro Peña lo definía muy bien cuando dijo que el sindicato es la asamblea, porque ahí están los afiliados; si no hay asamblea, no hay sindicato.

Hemos recibido críticas a los elementos de formalidad y de descrédito que en alguna medida tuvieron las asambleas sindicales.

En el país se desarrolla, aproximadamente, el 96 % de las asambleas; sin embargo, la mayor insatisfacción está justamente en términos de calidad y contenido.

Ahí hay que concentrar los esfuerzos para que estas, en primer lugar, aborden y discutan los asuntos que sean objeto de preocupación en el seno de ese colectivo. No tienen por qué ser uniformes a lo largo y ancho de la isla.

De hecho, estamos proponiendo transformaciones en su reglamentación, dirigidas a su periodicidad y su contenido, en correspondencia con las características del territorio o centro laboral.

La asamblea además es soberana y lo que le da fuerza al sindicato es que lo que esta apruebe es resultado democrático y colectivo de la discusión.

Muchas veces ocurre que los informes presentados por las administraciones no son claros y los trabajadores no entienden de qué están hablando…

El artículo 14 del actual Código de Trabajo reconoce la responsabilidad administrativa en la información de los planes de la economía a los colectivos de trabajadores y en dar respuesta a los acuerdos.

Ahora estamos trabajando en el reglamento del Código de Trabajo y es un momento en que vamos a favorecer que en las plataformas de negociación colectiva quede fijada la responsabilidad de la administración en dar respuesta, en argumentar, no con cifras tecnocráticas o cargadas de elementos estadísticos, sino con valoración la cual permita poner a flote las extraordinarias reservas que en términos de eficiencia productiva persisten en cada centro.

¿Cómo revertir la disfuncionalidad existente entre productividad y salario?

El mayor reconocimiento que en término material pueda tener un trabajador es su salario y que este le permita satisfacer sus necesidades.

Eso hoy es insatisfactorio ante el crecimiento que han tenido los precios de los productos básicos y el mantenimiento del salario de los trabajadores.

Los trabajadores al discutir estos asuntos ha identificado, con mucha precisión, que en las condiciones actuales de nuestra economía no es posible ir a una reforma general de salarios, pero tampoco debemos estancarnos. Existen un grupo de premisas, en términos de eficiencia, que condicionan que donde se genere la riqueza podemos ir a un incremento del salario, lo cual está en correspondencia con lo que establecen los Lineamientos 19, 170, 171, 40 y 41.

Lo primero es crear la riqueza; no es posible repartir algo que no esté creado, eso es una condición que todos debemos comprender y donde esa riqueza se genere hay que distribuirla.

En el diseño que tiene aprobado el país se han dado pasos. Por ejemplo, a partir del Lineamiento 19 se puso en práctica el año pasado un régimen de estimulación por la eficiencia económica resultado de la Resolución 244 del Ministerio de Finanzas y Precios.

En la ecuación primero tiene que haber producción, eficiencia, generarse la riqueza, porque si no, qué repartimos. Esa es la batalla principal y el sindicato tiene que promover la eficiencia en las empresas. En eso tenemos insatisfacciones, todavía no se avanza con la suficiente celeridad en el perfeccionamiento empresarial, condicionado porque no se certifica la calidad y existe una falta de exigencia sindical y de prioridad administrativa.

Si no hay contabilidad no puede haber un control exacto de los hechos contables, no hay credibilidad en la gestión económica de esa empresa y eso a los trabajadores, como a nadie, les tiene que interesar y promover a través de su exigencia a la dirección administrativa. Esos son asuntos que habrá que discutir mensualmente en todas nuestras empresas.

Precisamente, el descontrol de los recursos ha propiciado un sinnúmero de hechos delictivos…

Hemos reconocido autocríticamente que nos ha faltado la efectividad para detener la participación de los trabajadores en este fenómeno tan denigrante en un colectivo.

Nuestros padres nos decían: pobre  pero honrado, y esos valores se han ido perdiendo, la gente no combate ese fenómeno con la agudeza e intensidad que se requiere.

Donde se produce, almacena o comercializa, ahí están el sindicato y los trabajadores y a nosotros nos toca una cuota alta de responsabilidad.

Tenemos que integrarnos junto a la administración, la UJC y el Partido en buscar cómo aseguramos mayor efectividad.

Hemos identificado unos 845 colectivos en el país denominados de la más alta vulnerabilidad (donde apreciamos que se generan el mayor número de hechos) y ahí vamos todos los meses a discutir con los trabajadores.

Donde hay un robo no se entrega reconocimiento moral. Es una batalla que nos va a llevar tiempo y en la medida que tengamos mayor capacidad de reconocimiento de las causas y condiciones que las generan estaremos en mejor momento para diseñar acciones más efectivas.

¿De qué manera visualiza la emulación en los tiempos actuales?

El informe al VI Congreso del Partido realizó una fuerte crítica al movimiento sindical y el 89 pleno del Consejo Nacional de la CTC la asumió y tuvo la capacidad de diseñar cambios conceptuales dirigidos a la recuperación de su esencia movilizadora, teniendo en cuenta tres premisas básicas: que se realice en el centro de trabajo y por lo tanto se elimine la fanfarria y grandes plenarias que había alrededor de ella.

La segunda es el máximo rigor en su evaluación y la tercera el reconocimiento solo a los resultados, no al esfuerzo.

En los documentos del Congreso estamos planteando que la emulación socialista continuará siendo un resorte movilizativo e instrumento de dirección del movimiento sindical dirigido a promover la elevación de la productividad en el trabajo, el ahorro, la eficiencia y también el reconocimiento a las mejores experiencias.

Se ha hablado de que se precisa de un sindicato más capacitado, ¿en qué sentido?

El reconocimiento al sindicato pasará hoy por su ejercicio de representación, porque la gente reconozca en él utilidad de defender sus derechos, en representar sus deberes, en movilizarlos, y eso la variable primaria que lo condiciona es tener conocimientos de la legislación laboral, dominar la Ley Tributaria, los elementos de naturaleza jurídica, que permitan representar a los trabajadores ante un conflicto laboral, tener preparación económica.

Si a eso le sumamos que el 35 % de los secretarios generales y el 41 % de los ejecutivos sindicales se renovaron, tenemos casi el 50 por ciento. A este asunto de la capacitación hay que ponerle toda la prioridad que amerita. El año pasado se destinaron 6 millones de pesos a la capacitación.

La vida nos ha condicionado que debemos elevar la capacitación porque el escenario laboral también ha cambiado: no es lo mismo el dirigente sindical de un centro estatal que el de trabajadores por cuenta propia.

El valor que tiene la capacitación es dotar a la gente de las herramientas elementales que les permitan ejercer con efectividad su carácter de dirigentes y de representantes de los trabajadores.

Los trabajadores no estatales se han convertido hoy en una fuerza importante del movimiento sindical. ¿Qué atención les da la organización?

El escenario laboral del país se ha transformado con la aparición de las nuevas formas de gestión que han tenido una tendencia sostenida al crecimiento. Recordemos que en el 2009 eran unos 159 mil y hoy son 447 mil.

Los estudios realizados indican que aproximadamente en dos años más pudiera llegar a un millón de trabajadores bajo nuevas formas de gestión, que tiene además como cualidad una heterogeneidad importante: usufructuarios, arrendatarios, cooperativistas no agropecuarios y trabajadores por cuenta propia independientes.

Bajo esas premisas el movimiento sindical los ha ido agrupando y hoy el 65 % de ellos están afiliados, es decir, los que no tenían vínculo laboral. Hemos ido avanzando en la organización de estructuras de secciones sindicales de trabajadores por cuenta propia que ya superan las mil 500 en el país, también logramos que en el Código de Trabajo tuvieran un reconocimiento en sus derechos fundamentales.

¿Qué expectativas tiene usted en torno al XX Congreso de la CTC?

Tener la capacidad de haber interpretado cabalmente ese rico pensamiento renovador y creativo expresado en nuestras secciones sindicales como resultado de más de un año de debate sindical.

Nuestros afiliados deben apreciar que lo que les pedimos en términos de propuestas y planteamientos de la manera de concebir el trabajo del sindicato, en medio de estas transformaciones, ha tenido reflejo, se escuchó y se ha implementado en los documentos que se van al llevar al Congreso.

La otra gran expectativa es lograr que como resultado de los acuerdos que adoptemos en el Congreso, conducir a esa masa de trabajadores, cada día con expresiones de mayor madurez política, a la implementación de los Lineamientos y los objetivos de la Primera Conferencia del Partido.

Si somos nosotros los que dirigimos a los trabajadores y ellos los que generan la riqueza mayoritaria del país, ¿cómo no tener esa responsabilidad en el desarrollo de un Congreso nacional?

La otra gran expectativa es que tengamos un movimiento sindical que goce del reconocimiento de nuestros afiliados, que lleve a la práctica la continuidad de esas ricas y extraordinarias tradiciones de lucha, que tenga la capacidad de mantener la unidad del movimiento sindical cubano y su clase trabajadora en torno a Fidel, a Raúl y al Partido. Esas son las expectativas más grandes que tenemos de este evento.

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