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La tarde de Odelín en Isla Margarita

Vicyohandri Odelín, todo un coloso sobre el box ante los Indios d eMayagüez. Foto: Ricardo López Hevia
Vicyohandri Odelín, todo un coloso sobre el box ante los Indios d eMayagüez. Foto: Ricardo López Hevia

Isla Margarita.- Es cierto que hubo tres errores de la defensa boricua que costaron las dos carreras de Cuba. Es cierto que todavía no estamos en la siguiente ronda de la Serie del Caribe. Como también es cierto que la tarde del 4 de febrero difícilmente la olvide el lanzador Vicyohandri Odelín, autor de una victoria espectacular sobre los Indios de Mayagüez 2-1, que deja con vida a Villa Clara en el torneo.

Todo comenzó cuando el derecho le solicitó la bola al mentor Ramón Moré la noche anterior, cuando el debate sobre el posible abridor frente a Puerto Rico cargó pilas dramáticas ante la lesión de Freddy Asiel Álvarez, sobre el que se trabaja de manera intensa en su recuperación.

Odelín, tomado como refuerzo a última hora por la dirección de Villa Clara, tuvo apenas dos entradas malas. La primera, al soportar jonrón de Eddie Rosario y doble de Ramón Castro. La segunda, en el sexto episodio, cuando llenó las bases por boleto y tuvo que autorelevarse como un consagrado del box, algo que no se cansaron de ponderar los colegas que cubren el evento en la Sala de Prensa.

El antillano disertó con 132 lanzamientos, de ellos 81 strikes; retiró a 14 hombres consecutivos hasta que embasó por boleto a Rey Navarro en el sexto; pidió continuar tirando después del séptimo capítulo, a pesar del normal agotamiento que siempre llega a esa hora; y como si fuera poco ponchó a cinco y le dio a Cuba el triunfo 52 en la historia de las Series del Caribe.

Para muchos, incluso para él, fue un remake más extendido de aquella victoria memorable en el primer clásico mundial, también frente a Puerto Rico, cuando ponchó a Iván Rodríguez en el noveno inning y le dio a la selección nacional el pase a las semifinales.

Cuba festeja su primera victoria en la Serie del Caribe, gracias a Vicyohandri Odelín. Foto: Ricardo López Hevia

Sus compañeros lo defendieron hoy hasta los dientes y aprovecharon las fallas del contrario –el error está en el juego, es cierto, pero si criticamos los nuestros, no podemos minimizar tampoco el del rival-, en tanto se vieron un poco menos presionados que en las tres salidas anteriores, a pesar de que era el juego del honor, el que permitía una alegría en medio del océano de desesperación, derrotas, críticas y lamentaciones de seguidores, especialistas y de los propios campeones nacionales del 2013.

Ningún equipo es tan bueno como cuando gana ni tan malo como cuando pierde, repetían varios rumbo al hotel. Y otra vez será imposible justificar lo mucho que nos falta para llegar a la profesionalidad de hombres que disfrutan hasta el delirio el béisbol antes de batear, lanzar o coger una pelota.

Esta sonrisa no merece hoy otros calificativos que el apellido Odelín. Sobre su brazo de hierro se prolongó una respiración en el torneo, aunque seguimos dependiendo de lo que hagan los Tigres de Licey y los propios boricuas frente a los Navegantes de Magallanes, este martes y miércoles, respectivamente.

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