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Paco Cabrera: un barbudo soñador

Por los méritos alcanzados en el transcurso de la guerra de liberación, Paco Cabrera Pupo, jefe de la escolta personal del jefe del Ejército Rebelde, fue ascendido a comandante, el 28 de diciembre de 1958.
Por los méritos alcanzados en el transcurso de la guerra de liberación, Paco Cabrera Pupo, jefe de la escolta personal del jefe del Ejército Rebelde, fue ascendido a comandante, el 28 de diciembre de 1958.
Fotos: Archivo de Trabajadores

Por Walkiria Elodia Juanes Sánchez (estudiante de Periodismo)

Nacido el 5 de diciembre de 1924, en la finca Aguadita, Velazco 29, en el oriental municipio de Puerto Padre, entonces provincia de Victoria de Las Tunas -en la actualidad Las Tunas-, Francisco Cabrera Pupo (Paco) era un hombre de casi seis pies de altura, piel blanca, ojos claros y pelo castaño. Creció bajo la sombra de una independencia frustrada por la intervención norteamericana, lo que despertó en él las ansias de luchar contra la esclavitud, explotación o cualquier injerencia extranjera.

La necesidad de contribuir a la economía familiar, le obligó a abandonar la escuela cuando solo había alcanzado el cuarto grado de escolaridad, para dedicarse a las labores del campo. Tiempo después se convirtió en un activista del Partido Ortodoxo creado por Eduardo Chibás, y el 28 de julio de 1953 fue apresado y torturado por los esbirros de la tiranía batistiana, debido a la represión desatada por el asalto al cuartel Moncada, dos días antes. Para entonces, Paco era reconocido ya como un revolucionario activo contra el régimen de Fulgencio Batista.

“Es preferible que digan mis hijos: mi padre murió combatiendo por su patria, antes que piensen que actué como un cobarde, sin luchar con las armas en las manos contra la tiranía”. Con esta frase se despidió de ellos y de su segunda esposa, Francisca Carralero Pacheco, Paquita, y junto a su amigo Alcibíades Bermúdez, el primero de abril de 1957 partió hacia Santiago de Cuba, desde donde, enviados por Frank País, a finales de ese mes se incorporaron a la guerrilla rebelde que operaba en la Sierra Maestra.

Paco  fue destinado a la tropa de Ernesto Guevara, Che, en la que alcanzó el grado de teniente. Participante en más de treinta  acciones, entre ellas el sitio y toma del poblado de Maffo, en diciembre de 1958 donde el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz lo ascendió a comandante.

Aún en la guerra, tuvo a su cargo la escolta personal de Fidel, labor que continuó después del triunfo revolucionario del primero de enero de 1959. Como tal, el 23 de ese mes y año acompañó al líder de la Revolución en su viaje a la hermana República de Venezuela. El regreso estaba fijado para cuatro días después, desde el aeropuerto de Maiquetía, Caracas. El resto de la delegación, ya acomodada en el avión que los regresaría a la isla, quedó consternada al recibir la noticia de que una de las hélices del avión había arrancado la vida de Paco.

Resultaba absurdo que un hombre que había sobrevivido al paludismo, la pobreza, a una cirugía de apéndice en precarias condiciones, a las crueles persecuciones y torturas de la tiranía, y a la lucha guerrillera, muriera víctima de un accidente.

Al conocer la noticia, el Comandante en Jefe expresó: “(…) la guerra ha terminado, la muerte, no, Cuba y la Revolución han perdido un hombre extraordinario, era uno de nuestros más sólidos valores (…)”

En féretro de bronce regresó Paco a su patria. La tierra de su natal Puerto Padre guardaría en sus entrañas al hijo que por ella sintió el amor más profundo, justo detrás del Panteón de los Veteranos de la Guerra de Independencia, como símbolo de la continuidad de nuestro proceso independentista. Pero su desaparición física no entrañó el olvido, porque el pueblo admira y reconoce, la humildad y el patriotismo de aquel barbudo soñador.

Paco Cabrera junto al Comandante en Jefe Fidel Castro, en los días inmediatamente posteriores al triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959.
Foto: Archivo de Trabajadores
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