La única regla es amar

La única regla es amar

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escribania dollzNo son solo paredes las que componen su estructura; son columnas de sentimientos contenidos, de confesiones y desengaños. La sede del Proyecto Cultural Comunitario Escribanía Dollz disiente de las casas comunes por su decisión de permanecer insomne, mediadora entre amores cobardes, distantes, rotos o aquellos condenados por un perdón tardío.

Pudieron achacar la afrenta a dislates, a los “sin límites” de una joven queriendo reconciliar con su prosa. Porque fue eso, una afrenta al mundo soberbio que pensó dejar para los sentimientos las maneras impersonales, propias de sus adelantos. Dulce agravio el de Liudmila Quincoses al convertirse en la única escribana de Cuba aquel junio de 1994.

“Se escriben cartas de amor a cualquier hora”, eran los trazos colgantes en el portón de su céntrico hogar en Sancti Spíritus, un lugar que, desde entonces, recepcionaría la sensorialidad de los amantes sin exigir nacionalidades o credos.

Este febrero, en la esquina donde habitan historias de vida, no anónimas, sino confesas a una pluma grácil, rondarán los sentimientos con más frecuencia de lo acostumbrado. Desde ahora, el Proyecto Cultural Comunitario Escribanía Dollz cita a la XII edición del Concurso Internacional de Cartas de Amor.

“Podrá participar todo el que así lo desee, sea residente o no en el país. Los trabajos tendrán una extensión de una cuartilla, hoja normal, tamaño carta. Las esquelas podrán ser enviadas por correo electrónico (liudmila@hero.cult.cu) o entregadas personalmente en: Escribanía Dollz, Calle Maceo No. 1, sur, entre Avenida de los Mártires y Dollz, Sancti Spíritus, Cuba. Código Postal 60100”, reza la convocatoria.

Las misivas deberán portar nombre, dirección particular, teléfono y nacionalidad de los competidores y serán recepcionadas hasta el 20 de febrero. Durante la Feria Internacional del Libro 2014 acontecerá la premiación en la sede de la Escribanía en esta central provincia.

Volverán para ese entonces los arrebatos y declaraciones impresos en el cuerpo quebradizo de un papel. Admirados testigos querrán atreverse el año entrante, mientras la ciudad arropa la certeza de que ninguna otra en esta isla recompensa los estremecimientos compartidos de seres que han amado enteramente.

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Un comentario en La única regla es amar

  1. Fui un escribano, más por azares de la vida que otra cosa, cuando un buen amigo me contó de sus cuitas de amor y la dificultad que tenía para comunicarse con la que llenaba todo su corazón, le desvelaba, y le hacía soñar despierto desde la distancia. Había intentado varias cartas pero jamás las envió. Cuando las terminaba, o hasta sin terminarlas, me contaba, las hacía pedacitos. Se moría de vergüenza por sus torpes trazos prácticamente ilegibles.
    Me le ofrecí – ¡qué no se haría por un buen amigo! – para servirle en tan dulce y nada desagradable misión, y ahí, casi como por encanto, me convertí en su escribano particular, y lo más importante, ausente el interés monetario. Y no fueron una sino varias las cartas, hasta que mis cartas y su persistencia en que le ayudara, llenó sus anhelados deseos.
    Y de lo que cuento ya hace décadas. Ya se conocían, por las películas de vaqueros, las señales de humo, pero nada prácticas en nuestro entorno, y cuando ni se pensaba que existiera algún día Internet, y los teléfonos casi no existían. No poseía una maquinita de escribir, ni creo que hubiera sido lo apropiado para tales fines. No habían llegado los bolígrafos pero sí disponía de una “pluma de fuente” Esterbrook, con la que me esmeraba en el trazo, casi dibujando de la caligrafía Palmer que aprendí en la escuela, y poniendo lo mejor de mi cosecha en la redacción. ¡Pura mermelada!
    Después llegaron otros y otras – por recomendación del amigo – que no se atrevían a plasmar en una hoja de papel sus sentimientos. Y conformándome con tan solo las gracias, ni recuerdo cuántas parejas uní, algunas de las cuales perduraron años.

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