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Escalones para llegar al cielo

Chuli considera que hace falta más exigencia en la academia para formar mejores pintores. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez.
Chuli considera que hace falta más exigencia en la academia para formar mejores pintores. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez.

¿Por qué el cielo? ¿Qué tiene de particular algo que todos ven a diario? ¿Por qué pintarlo? Sus tonos azules y blancos no han cambiado, pero aun así inspira para convertirlo en protagonista de sueños, a pesar que desde hace décadas se utiliza mucho en el arte, pero de forma decorativa y acoplada al paisaje como algo más.

Esa naturalidad todavía cautiva a algunos como al joven artista de la plástica camagüeyana Asniel Herrera González, Chuli para sus amigos, quien decidió tomarlo literalmente a modo de esencia y pintarlo en su nuevo proyecto de arte contemporáneo.

Tal vez su idea era loca, pero diferente al igual que las visiones rebeldes de la juventud, por lo que se aferró a ella: la fomentó con pasión y hoy gana adeptos, sobre todo luego de haber obtenido el único premio del Salón Provincial de Artes Visuales Fidelio Ponce, 2013.

¿Pero, cómo hacerlo y que encante? Fácil: partir de algo poco conocido en las artes plásticas. Y así fue: primero decidió aplicar las nuevas tecnologías y beneficiarse de ellas para obtener a través de las redes sociales, como facebook, imágenes del cielo, pero mirado desde todo el mundo.

Con el cielo en la mano

“Todo empezó hace un año y medio más o menos —cuenta Chuli —, por esa época tenía la idea de hacer algo parecido con fotografías de personas con cáncer, por experiencia familiar. Pero me fui cargando negativamente con eso y no lo hice. Entonces me decidí por esta variante.

“Lancé una convocatoria por Internet donde decía que era un artista cubano que necesitaba fotografías de todo el mundo con imágenes del cielo y que pusieran la hora, el nombre del lugar y el país, sin importar la calidad o si llovía o era de noche.

“Al principio tenía seis fotos nada más y me asusté, pero luego de unos meses llegué a 76. Así fue creciendo el proyecto aun cuando muchos pensaban que iba a hacer monótona en cuestión de color”.

Pero encantaron, como hacen los sueños que salen del corazón; además, esas piezas, al ser diseñadas para ser vistas como un conjunto con la variante de subdividirse en otros más pequeños, pueden llegar a ser la representación de un mundo fragmentado o unificado, a la vez, por un símbolo común: el cielo. Y así, aparecer en una muestra como mínimo cuatro o seis, como cuando se presentó en la IV Edición del Evento Internacional de las Artes Visuales, Visuarte 2012, en Cienfuegos, con las cuales obtuvo el segundo premio.

Pero como artista que es, se lamenta porque ideó en un primer momento hacer 60 lienzos, “pero ni el dinero ni el tiempo me daban para esto. Aquí se me fue la vida. Y al final son 30 piezas de 1.10 por 70 centímetros, óleo y vinilo sobre lienzo”, asegura Chuli.

¿El premio del Fidelio crees que sea un reconocimiento y una apertura a este tipo de arte?

“Es un reconocimiento porque años atrás no era muy valorado. Este tipo de curaduría no es común en Camagüey, pero en estos eventos se buscan nuevas visiones y esta tiene un impacto visual y un trabajo interno conceptual que ha gustado”.

Eres graduado de Instructor de Arte. ¿Cómo ha  influido en tu formación como pintor?

“Me apoyó y ayudó. Yo entré a la escuela un poco perdido porque no sabía qué quería hacer, fíjate que hice las pruebas de aptitud por embullo de mis compañeros de aula para brincarnos algunas clases. Pero en primer año cambió toda la concepción que tenía de lo que era pintar: me enseñaron lo necesario para hacerlo y me dieron herramientas.

“Ahora doy clases de taller de apreciación de arte en el Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas Máximo Gómez Báez y ayudamos a los que quieren optar por carreras artísticas. Es una experiencia buena, por lo que no pienso irme, mientras no se interponga con mi deseo de pintar, que es lo que más me gusta”.

Pasión, amor, interés… es lo que le produce el mundo de la pintura a este joven, tal vez por ello es que cuando estudiaba se escapaba de la escuela, junto a sus compañeros, para participar en todo tipo de eventos en aras de aprender y conocer sobre lo último que acontecía.

 “Pero actualmente eso no sucede — asevera — porque cuando uno ve a algún estudiante en espacios como el Fidelio, casi siempre es porque el profesor los obligó. Es que la academia pasa por una situación crítica y falta exigencia a los estudiantes.

“Y el arte no es eso; es estar varias noches sin dormir porque mandaron algún trabajo; es el obligarte, sino la gente se acomoda y queda como que es fácil y en realidad lleva  mucho sacrificio”.

Y es que pintar lleva dosis de pasión, emoción, inspiración… las cuales se encuentran por doquier y se conocen por primera vez en la academia. Allí le enseñan a creer que se puede vincular técnicas antiquísimas de pintura con las nuevas tecnologías de comunicación, para hacer del arte uno más contemporáneo, aun cuando los detractores te digan que en Cuba hay muy pobre conexión a Internet, que es una locura o que eso no tiene nada de novedoso o interesante. Solo puras justificaciones que no impiden llegar al cielo, a lo más alto’’.

 

 

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