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Agua a la vista! Y langostas también

La langosta es uno de los crustáceos que más divisas aporta al mercado cubano. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez
La langosta es uno de los crustáceos que más divisas aporta al mercado cubano. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

Luego de medio día trabajando el barco gira a babor y, otra vez, se detiene para elevar las artes de pesca. Los marineros las vuelven a levantar y extraen las pocas langostas que les regala el mar. Pero algunas de ellas tienen que retornar, no muestran el tamaño ni la edad necesaria.

Dos de los patrones de los nueve navíos con que cuenta la flota langostera en el municipio de Santa Cruz del Sur, en Camagüey, Toti y Gervasio, continúan laborando, pues tienen fe en que el crustáceo aparezca para cumplir así los planes, exportar y cobrar más.

Pero hace cinco años que todo cambió por la zona pesquera del sur camagüeyano. Ike y Paloma, tormentas tropicales que pasaron por allí en esa época, se ensañaron con esos parajes y después, todo fue diferente.

Bien lo saben los pescadores, quienes vieron como, poco a poco durante esos primeros años, disminuían en sus redes los peces. Pasa el tiempo y parece que la fortuna retorna, pero no por igual.

Hombres de mar

Uno de esos “científicos de aguas profundas” es Radamé Carbonell Hone, “Toti”, quien lleva casi 20 años metido en ese mundo. Muy joven comenzó en estos quehaceres de la langosta porque como dice él: “es más limpio”.

Comenzó  cuando su “viejo” le mostró el primer bote y lo llevó  al mar, por lo que cuando terminó el noveno grado se fue a estudiar al Instituto Marítimo Pesquero “Andrés González Lines”, en Manzanillo, Granma, como deben hacer todos lo que una vez deseen vivir del mar.

“Aquí se pesca de acuerdo a la forma que vayas a emplear – explica Toti –, puede ser con jaulones, pesqueros elevables o de fondo. Pero después de los ciclones del 2008 ha disminuido la presencia de algunas especies, muchas se han perdido. Los cayos están muertos y hay déficit de langosta.

“Nos repartimos por zonas y en la mía falta para cumplir el plan debido a la poca manifestación, aunque otros, como Gervasio, encuentran bastante; pero de ahí en fuera a los demás no nos va bien; todo el mundo ha decaído. Y revertir eso depende mayormente de la naturaleza, ya que los fondos se han muerto”.

Gervasio Anaya García es otro de esos hombres curtidos por el sol y la sal. Él ha regalado a Yemayá, diosa del mar, 40 años, pero su entrada fue casual porque cuando se mudó a estas tierras dejó atrás la vida agrícola. Desde entonces su familia ha seguido sus pasos y se sienten orgullosos porque, aunque pase poco tiempo en casa, su trabajo fue la causa directa de la condición de Héroe del Trabajo.

Según el resto de los pescadores esa embarcación navega con suerte porque ya cumplió el plan de entrega a la industria, pero “es cuestión de esfuerzo – explica con una sonrisa Gervasio –. Nos levantamos temprano y comenzamos desde las seis de la mañana hasta las siete o nueve de la noche si es necesario. La vida de un langostero es fuerte porque todo es casi por el hombre, no como la del camarón que es mecánico, pero cuando uno le coge cariño se emociona en cuanto aparece la langosta.

“Además, el sistema de vida es bastante bueno porque se paga la tonelada a mil 400 pesos y 280 dólares, eso estimula”.

El éxito también puede radicar en que, como aclara su hijo Michel Anaya Salazar “para ser los más productores hay que prepararse mucho y sembrar, como en la caña, para recoger. Si no preparas el arte y creas condiciones para luego hacer una buena  captura no coges langosta. Hay que organizarse si no, no eres buen productor”.

Respeto por la protección

Luego del paso de Ike y Paloma, la zona pesquera de Santa Cruz del Sur mostró menos de todo. Aún hoy siente sus zarpazos: a muchos de los planes les falta algo para llegar a término y los utensilios que emplean, los cuales denominan artes de pesca, no alcanzan números notables.

“El sur camagüeyano llegó a tener un potencial de hasta mil toneladas de langosta como media anual – aborda Fidel Sosa Pérez, director de operaciones de pesca de la Empresa Pesquera de Santa Cruz del Sur “Algerico Lara” (EPISUR) –, pero ha mermado como un 10 %  por muchas razones.

“El territorio nuestro ha sentido los cambios climatológicos que se producen a instancia global. Además, esta zona ha sido afectada por huracanes de gran intensidad en el 2008, los cuales modificaron prácticamente el ecosistema langostero, destruyeron importantes refugios naturales y las artes, que estaban todas caladas por esas fechas.

“Hoy trabajamos en recuperarnos y abogamos por la creación y utilización de pesqueros que simulen sus refugios naturales y usamos otros de alta productividad como son los elevables y la nasa, que humanizan el trabajo del hombre y dan rendimiento”.

Y es que se necesita de una “pesca sustentable” para preservar los refugios de un animal con un proceso reproductivo lento para la demanda. Tal vez por ello Toti prefiere pescar con la técnica de fondo ya que se sumergen, llegan a la roca que protege a la langosta y así “coger más y sin dañar”.

¿Tormentas sin calma?

Esta zona es conocida como la de los cayos de las 12 Leguas o Jardines de la Reina, y allí radica la base langostera del territorio, explotada por EPISUR. El sabor de este crustáceo pocos lo conocen, pero su precio en el mercado internacional le avala como a una reina y permite grandes ingresos económicos. Además, muchos hombres de esas zonas le dedican gran parte de su vida y dejan la piel en el agua.

“Esta actividad pesquera es de gran importancia económica por su alto precio en el mercado mundial – acota Fidel Sosa Pérez, director de operaciones pesqueras de (EPISUR) –. Lo mismo en Europa, Asia, que en América, en donde sea se vende y a muy buen precio. La langosta nuestra oscila entre los 15 o 16 mil dólares, incluso la tonelada de cola puede llegar a los 32 mil dólares.

“Tenemos varios surtidos de este tipo en el proceso industrial como la precocinada, de mayor influencia, que oscila en el orden de los 15 a 16 mil dólares de precio cuando es entera”.

Pero, aunque los números encanten no es suficiente: los pescadores trabajan y otros viven de su labor, pues llegan “los depredadores” y  roban lo capturado, entonces lo poco que dejen del exclusivo animal viaja al exterior.

“Hoy el mercado ilegal de producciones pesqueras en Santa Cruz no tiene enfrentamiento de respeto, no se impone miedo. Estamos trabajando aislados y el delito no es fácil, es un problema de fondo que requiere de un accionar integrado”, apunta Sosa Pérez.

Para René Área Cañete, jefe de la zona de pesca de la langosta, es criminal lo que hacen muchos ilegales “ellos las capturan chiquiticas y no las dejan desovar y esos animales deben hacerlo por lo menos una vez en la vida. Nosotros paramos en los meses de febrero, etapa en la  que inicia ese proceso, y nadie debería tocar una, pero no es así y uno ve las cajas que cojen los inspectores con colas pequeñas.

“Le damos seguimiento y sabemos donde están esos delincuentes, pero no los podemos coger porque eso es de la policía. Y si nos metemos ellos te amenazan y te gritan chivato y otras cosas”.

El mercado negro coge alas y pasa por encima del esfuerzo de hombres como Toti, Gervasio o Michel quienes solo saben amar el mar y vivir de él, pescando un ejemplar muy cotizado en el mundo que se perderá en las aguas internacionales sin llegar nunca al plato cubano.

 

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