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A bordo del Granma: Con el mismo ímpetu

Foto: Urrib2000.narod.ru
Foto: Radiorebelde.cu

Nada pudo frenar la decisión de lucha de aquellos hombres que, el 26 de julio de 1953, se empeñaron en la conquista de la libertad y la justicia social.

Ni el fracaso de las acciones emprendidas ese día contra los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en las orientales ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, ni los 22 meses de prisión sufridos por 32 de ellos, les hicieron desistir de sus ideales. Y una vez en libertad Fidel Castro Ruz, líder de aquella hornada, le siguieron una vez más convencidos de la justeza de esa determinación.

Tras abandonar el presidio Fidel se empleó a fondo en la organización del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, oficialmente fundado el 12 de junio de 1955, en La Habana. La férrea persecución de que era objeto por parte de la tiranía batistiana, lo obligó a marchar al exilio, en México, con el objetivo de organizar una expedición armada y reiniciar la lucha en la Sierra Maestra.

En ese país se le sumaron 22 de los sobrevivientes de las acciones del Moncada y Bayamo. Cerca de año y medio de preparación, de la expedición incluida varios meses de intensos entrenamientos y recolección de fondos para sufragar los gastos de la patriótica empresa, a las 12:20 a.m del 25 de noviembre de 1956, el Granma puso proa a Cuba. En aquel pequeño yate de recreo, de 63 1/4 pies de eslora, 12 de manga y 12 de puntal, y capacidad para siete tripulantes y 15 pasajeros, junto con Fidel viajaban 81 jóvenes prestos a empuñar las armas en irrenunciable afán libertario.

Humildes trabajadores

El amor a la patria alcanza límites insospechados cuando las convicciones se enraízan en la conciencia de los hombres. Por esa razón, en el contingente expedicionario conducido por Fidel, ocuparon su puesto 20 de los jóvenes que le habían acompañado en la heroica gesta de julio de 1953. Le seguían incondicionalmente, hecho que demuestra el alcance de la confianza y la fe depositadas en su líder.

De extracción humilde en su inmensa mayoría, habían dedicado sus vidas al trabajo, en ocupaciones diversas, muchas veces de carácter eventual: obreros de la construcción, 4; dependientes de comercio, 6; obreros de industrias, 2; abogado, 1; contador, 1; pequeño propietario, 1; copropietario, 1; chofer de camión, 1; pintor de casas y otras labores, 1; estudiante, 1, desempleados, 2.

La expedición arribó a Cuba siete días después de su partida, por la playa Las Coloradas, en Niquero. Los revolucionarios cubrieron agotadoras jornadas de marcha en pos de la Sierra Maestra. Tres días más tarde, el ejército, conducido por un delator, los sorprendió mientras reponían fuerzas en Alegría de Pío.

Reorganizarse para ripostar el ataque les resultó imposible, y sobrevino la inevitable dispersión. Como consecuencia, 21 de ellos resultaron asesinados; igual cantidad, capturados; 20 pudieron escapar, y otros 20 lograron reagruparse, ganar la Sierra Maestra e iniciar la lucha guerrillera.

Asaltantes asesinados

Las acciones de Santiago de Cuba y Bayamo, el 26 de julio de 1953, tuvieron entre sus protagonistas a René Bedia Morales, Armando Mestre Martínez, Antonio López Fernández (Ñico) y José Ramón Martínez Álvarez. Los dos primeros fueron juzgados y condenados a 10 años de prisión; los otros dos sufrieron los rigores del exilio político.

Luego de la amnistía de mayo de 1955 prosiguieron la lucha con el mismo ímpetu con que lo habían hecho durante el fallido intento en la provincia oriental, y al año siguiente se incorporaron a los entrenamientos en México, con resultados satisfactorios.

Seleccionados para integrar el contingente expedicionario que partió del mexicano puerto de Tuxpan, el 2 de diciembre desembarcaron por Los Cayuelos, no muy lejos de la playa Las Coloradas, en el suroriental municipio de Niquero.

Tenazmente perseguidos deambularon por aquellos inhóspitos y desconocidos parajes. Entre el 5 de diciembre, en que se dispersaron, y el día 15 de ese mes, se produjeron los abominables crímenes. Entre los asesinados se encontraban Bedia, Mestre, Ñico y José Ramón.

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