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La sencillez de su grandeza

CAibu-camilo10-copiaEn la foto, la sonrisa de Camilo tiene  un matiz de picardía, y no es impresión  del que la mira, sino que ese día  de marzo de 1959 estaba protagonizando  una “travesura”.

El episodio forma parte de los recuerdos  de Ivo Conde Martínez, quien  compartió con el héroe parte de la infancia  y de su etapa juvenil, y en aquellos  momentos trabajaba con él, como  primer teniente, en el Estado Mayor  del Ejército Rebelde.

El Señor de la Vanguardia le había  comentado su deseo de ir junto con  otros amigos a su barriada natal de  Lawton a recordar su niñez y a retratarse  en la escuelita donde había estudiado.  Cuando fueron a buscarlo se  sorprendieron al ver que se había quitado  la melena, recortado la barba, lucía  gorra y los grados de capitán, con  lo cual quería pasar lo más inadvertido  posible entre los numerosos oficiales  barbudos que había entonces.

“Y es que Camilo tenía una gran  simpatía personal y dondequiera que  iba la gente lo rodeaba para saludarlo.  Ante esas muestras de admiración otro  en su lugar tal vez habría adoptado un  ‘aire de grandeza’, pero él nunca se envaneció,  mas bien quería sentirse uno  más entre los soldados, caminar libremente  por las calles, hacer las mismas  cosas que antes de ser dirigente de la  Revolución”.

Una justa preocupación 

Ivo Conde Martínez. Foto: César A. Rodríguez.

Recuerda Ivo Conde que en las primeras  semanas después del triunfo  revolucionario, Camilo le dio la tarea  de ocupar el 5to. Distrito Militar de  La Habana, radicado en Lawton, para  dirigir el Buró de Empleo del Ejército  Rebelde. “Este sería el encargado de  gestionarles trabajo a nuestros compañeros  que se habían hecho militares  para combatir a la dictadura batistiana  y conquistada la victoria, querían  retornar a la vida civil.

“Pero algo que dice mucho del humanismo  de Camilo es su indicación  de que les buscáramos una ubicación  laboral decorosa a los miembros del  ejército derrotado que no habían cometido  crímenes ni atropellado a la  población, de manera que pudieran  procurarse el sustento y mantener a  sus familias. La preocupación de Camilo  era que fueran rechazados por  haber estado en las filas del enemigo,  por lo cual nosotros éramos los que hacíamos  los trámites oficiales con empresarios  de centros de producción y  servicios para que los ubicaran según  su calificación”.

Atraer a todos 

En un acto en el antiguo cuartel de  Columbia, hoy Ciudad Libertad, con  la participación de militares y el  pueblo, Camilo estaba en el uso de la  palabra e Ivo, que se encontraba al  pie de la tribuna, escuchó el comentario  de uno de los ciudadanos allí  reunidos: “Yo no soy revolucionario,  pero ese hombre habla de una forma  que se ve que está diciendo la verdad,  dan deseos de participar en lo que él  dice”.

Cuando terminó el acto, Conde  le presentó a Camilo a aquel hombre  quien le reiteró esas palabras, a lo que  el héroe respondió: “Gracias por su  confianza en nosotros y no se lamente  de no haber hecho nada antes, porque  ahora hay mucho trabajo por delante  para cualquier patriota que quiera  hacer realidad los sueños por los que  luchamos”.

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