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Urquiola: la bendición de Pinar del Río

Alfonso Urquiola ya sabe lo que es ganar un título con Pinar del Río, pues lo ha conseguido dos veces Ver más: Urquiola: la bendición de Pinar del Río https://www.trabajadores.cu/20131011/urquiola-la-bendicion-de-pinar-del-rio/

Alfonso Urquiola ya sabe lo que es ganar un título con Pinar del Río, pues lo ha conseguido dos vecesVer más: Urquiola: la bendición de Pinar del Río http://www.trabajadores.cu/20131011/urquiola-la-bendicion-de-pinar-del-rio/

Alfonso Urquiola ya sabe lo que es ganar un título con Pinar del Río, pues lo ha conseguido dos veces
Alfonso Urquiola ya sabe lo que es ganar un título con Pinar del Río, pues lo ha conseguido dos veces

Como una bendición, a la que le acompañan nuevos sueños, recibieron los pinareños la noticia del regreso de Alfonso Urquiola al frente del equipo Pinar del Río para la 53 Serie Nacional, que el próximo 3 de noviembre comienza en todo el país su primera etapa de 45 juegos.

No se trata de magia ni de utopías, los vueltabajeros saben que Urquiola impone, como pocos, el respeto necesario para mover todas las piezas en función de la victoria. Así lo hizo hace tres años cuando ganó la llamada serie de oro (la edición 50) con un colectivo muy parecido al que tendrá ahora sobre el terreno, con alguna que otra diferencia en cuanto al talento juvenil que se incorpora.

Desterrar la apatía que vimos en las dos últimas series de algunos jugadores, devolverle la mentalidad positiva y el espíritu de guerrero que caracterizó siempre a los elencos del más occidental territorio (Vegueros hasta 1992) y lograr cohesión en los tres aspectos básicos del juego: pitcheo-ofensiva-defensa, son retos claves para Urquiola y su equipo de dirección, en el que vuelve a contar con Jesús Guerra como entrenador de los lanzadores.

Donal Duarte, Yosvany Peraza, William Saavedra, David Castillo, Lorenzo Quintana, Luis Alberto Valdés y Osniel Madera seguirán llevando las riendas principales con el madero, en tanto Erlis Casanova, Yosvani Torres, Vladimir Baños y Julio Alfredo Martínez serán los responsables guías desde la lomita. Si ellos no andan bien, será imposible pensar en superar el octavo escaño de la temporada pasada y el décimo del 2012.

Urquiola apeló a la misma preparación que hizo cuando se coronó campeón. Concentró a la preselección desde agosto para trabajar sobre el banco de problemas que dejaron los dos anteriores mentores: Juan Castro y Giraldo González. “Dosificamos el entrenamiento con el juego y el objetivo principal no radica en un pronóstico, sino en la entrega diaria”, declaró el otrora estelar camarero.

Para nadie es un secreto que el béisbol pinareño es de los llamados imprescindibles en la pelota cubana. Su palmarés habla por sí solo: ocho títulos nacionales (6 con Vegueros y 3 con el nombre de Pinar del Río), igual cantidad de medallas de plata y cinco terceros lugares, en tanto no pocas figuras son recordadas como inmortales: Omar Linarez, Luis Giraldo Casanova, Rogelio García, Juan Castro, Julio Romero, el propio Urquiola, entre otras muchas.

En uno de los estadios más exigente del país como el Capitán San Luis, la tropa pativerde deberá demostrar que la alegría, el team work, la unidad, la entrega y el juego bonito se apodera de ellos nuevamente para luchar primero por un boleto a la segunda fase y luego por entrar en los play off semifinales, a los que solo acudirán los cuatro primeros, ya con cinco refuerzos.

Urquiola es la opción de triunfo para muchos pinareños, como lo fue en  su debut como director en la campaña 1997-1998 y en la temporada 2010-2011 –los dos últimos títulos que ha disfrutado el territorio—, aunque no apela a la magia, sino a su conocimiento, su ejemplo, su confianza en los hombres y esa sencillez para aglutinar a una selección que históricamente ha necesitado un líder para caminar hacia la corona.

Si todo sale como Urquiola nos tiene acostumbrado, Pinar volverá a estar entre los favoritos para discutir entre los cuatro primeros. Los primeros 45 desafíos se antojan claves y no podrán resbalar. El conocido tsunami vueltabajero —aunque muchos sigan diciéndoles los lobos pinareños— amenaza nuevamente. Y para bien de todos.

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