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Cambios justos… y algunas dudas

La noticia despertó a los cubanos en la mañana del 27 de septiembre. Eran apenas las 6:00 am cuando sonó el teléfono y borró de mi cara el lógico letargo matutino del sueño. Una nueva política de remuneración que incluye la contratación de deportistas cubanos en el exterior sacudió, desde las páginas del periódico Granma, a un país que clamaba por algo lógico ante la fuga desmedida de atletas.

El rotativo ofreció detalles —al menos numéricos— de lo acordado en el Consejo de Ministros: pago por rendimiento y posibilidades de que nuestros mejores atletas sean contratados por equipos fuera de Cuba, siempre y cuando no sean tratados como mercancía, y bajo la protección del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER). ¿Acaso no era esto lo que pedíamos agritos? ¿Era esto?

La posición es clara y leer entre líneas salva conclusiones. No solo estamos en presencia de una flexibilización en la forma de pago a los atletas y sus equipos de trabajo —justa, sin duda—, sino de un proceso de homogenización del pago a estos en CUP. Más claro, ni el agua.

Además, los atletas comenzarán a recibir desde enero del 2014 un por ciento mayoritario (80%) de los premios obtenidos en competencias internacionales, y el resto se repartirá entre los entrenadores y especialistas que los acompañen, 15% y 5%, respectivamente.

Otro aspecto que pudiera causar dudas es la participación del INDER en el tema de la contratación de los deportistas en ligas extranjeras. La mejor protección es una excelente asesoría y representación legal al establecer y hacer cumplir los contratos de trabajo concertados. Quedaría por negociar los honorarios que por tales conceptos ingresaría la institución, pero por lo visto, no serán alarmantes.

Por otra parte, la propuesta favorece en gran medida la atención a los atletas después de su retiro, y asegura que de una u otra manera se reconozcan, monetariamente, los alegrones que dieron a este pueblo y los años dedicados al movimiento deportivo cubano. Justo, sin duda, para una generación que jugó y sufrió por verdadero amor al deporte.

Las regulaciones para la Serie Nacional de Béisbol también son claras. Se busca calidad. A los buenos se les pagará mejor y quienes no lleguen a los estándares se comerán el terreno para ganarse lo suyo. Es simple y lógico. Pago por rendimiento y resultados. Muy a tono con el discurso del momento en el país, económicamente sustentable y, sobre todo, rentable.

Tampoco nos llamemos a engaño. Cuba no puede competir, por mucho que se empeñe, con los salarios millonarios de las Grandes Ligas (MLB). Así que el mercado natural seguirá allí, inamovible y ofreciendo suculentos contratos.

Además, el escollo parece insalvable, pues aunque Cuba flexibilice sus normativas, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento de Estado norteamericano prohíbe cualquier tipo de pago a instituciones y ciudadanos cubanos, obligando a estos últimos a renunciar a su ciudadanía para obtener las ganancias que podrían generar tales arreglos comerciales.

Proteger la vapuleada Serie Nacional de Béisbol no es pecado, por el contrario, es defender el único espectáculo deportivo que hoy puede disfrutar el pueblo cubano, con algo de dignidad y calidad. Así que bienvenidas sean las transformaciones si con ellas viene la recuperación.

Las cifras que devengarán los deportistas por sus méritos representan un aparte en cual detenerse. Si bien el artículo no expone un ejemplo concreto para entender mejor el sistema de pago, cuentas sacadas a punta de lápiz permiten avizorar salarios que podrían elevarse, para un atleta de primer nivel, por encima de los cuatro dígitos.

Pocos cubanos verán esto con mala cara. Las condiciones excepcionales han de ser remuneradas a partir de esa característica y eso es una verdad cual catedral.

La Ley Tributaria queda fuera de discusiones. Desconocerla o criticarla equivale a dar la espalda a las prácticas más comunes desde que desaparecieron los feudos y surgieron los estados modernos. Los impuestos, algo casi olvidado por años en Cuba, se pagan de acuerdo a los ingresos personales y eso no es un aporte del socialismo.

Sin embargo y como es lógico, quedan dudas sustanciales. La información no aclara qué sucederá con los entrenadores de las categorías inferiores ni cuáles serán las bases para calcular la remuneración de quienes descubren e inician a las futuras estrellas. Puntos esenciales que muchas veces han quedado fuera de estos análisis.

Tampoco se aclara, ni siquiera se menciona, la posibilidad de que a partir de las nuevas flexibilizaciones se asuman conversaciones con deportistas cubanos que hoy se desempeñan en ligas profesionales en buena parte del mundo, y que por su calidad podrían integrar las selecciones nacionales. Un tema complicado, es cierto, pero que nos convendría resolver en aras de reencontrarnos con nuestro mejor pasado, siempre que no haya violaciones insalvables de principios éticos o deportivos.

Por el momento resta esperar más aclaraciones, o las entrevistas —que seguramente lloverán— a los máximos dirigentes del INDER. Quizás, por la importancia que reviste, le dediquen alguna Mesa Redonda al tema; o la Gaceta Oficial nos regale un legajo de POR TANTOS y POR CUANTOS intentando iluminar las múltiples dudas que surgen de esta noticia, que desde las páginas de Granma sacudió a un país que hacía tiempo clamaba por alguna dialéctica en nuestro deporte.

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