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Wafi Ibrahim: La luz de esta causa les molesta

Wafi Ibrahim, activista libanesa por la causa d elos 5 asistente al Encuentro Internacional  de solidaridad con los 5 heroes cubanos. Hotel Nacional, La Habana 12 de septiembre de 2013 Foto©Rene Perez Massola
foto: René Pérez Massola

Wafika Ibrahim habla con la pasión de quien encuentra un gran amor, o más bien una causa para amar. Es temeraria, elocuente, rebelde, y siente el inmenso orgullo de haber nacido en el Líbano, un país de luchas constantes contra el sionismo y por la libertad de su pueblo.

La casualidad hizo que llegara a Cuba a los 17 años; hasta ese momento tenía mil y una preguntas a las cuales no había encontrado respuestas en su país. “Viví aquí durante 11 años, y abrí mi propio camino. Me gustaba hacer la guardia en los CDR, trabajos voluntarios, llevar un machete en la mano, limpiar placeres con los vecinos; esa vivencia fue transformándome, rompió tradiciones, hábitos, costumbres; los tabúes en relación con la mujer.

“Llegué a ver la vida más simple, más amena, más útil y más bella; es, créanmelo, como si a alguien le quitaran una cortina a través de la que siempre había visto el mundo. Comencé a ver los colores en todo su esplendor… los colores de la vida, y pude disfrutar el humanismo que nace con uno”.

La Coordinadora del Comité Libanés de Solidaridad con los Cinco, quien proviene de una familia patriótica, pero muy conservadora, asegura que en Cuba aprendió a ser revolucionaria: “Escuchando el dolor, padeciendo el sufrimiento de los otros pueblos, tendiendo la mano, la solidaridad, concepto que aquí alcanza el nivel más sublime. He viajado por este mundo defendiendo la causa de mi pueblo y la de los Cinco, y puedo asegurar que ustedes expresan la solidaridad a caudales, el amor de los cubanos arropa”.

A Wafi, el caso de los Cinco le llegó de una manera muy especial. “En Cuba yo vivía en un lugar cercano a un punto militar, de madrugada salía a caminar con Martha —una amiga que se convirtió en mi segunda ma- dre y me ayudó a comprender muchas cosas—, y veía a jóvenes con mochilas vestidos de militar haciendo una fila; yo no sabía lo que sucedía y ella me dijo bajito: ‘Esos muchachos van para Angola’.

“Yo regresaba a la casa un poco triste, pero al mismo tiempo pen- saba qué manera de enseñar a todo un pueblo a ser tan grande, a estar al lado de gente desposeída; esos jóvenes no sabían si regresarían vivos. Después, cuando supe de los Cinco, me dije que cualquiera de aquellos podía haber sido Ge- rardo, Ramón, Tony, Fernando o René.

“Esos hombres cumplieron la tarea y mucho han tenido que sufrir los cubanos para conservar su sonrisa, el amor y el humanismo; otros pue- blos no están educados para resistir en las condiciones y circunstancias en que lo ha hecho Cuba, que pese a todo busca entre las rocas una flore- cita y le hace culto, la ayuda a crecer, la riega, porque cree en la fuerza de la vida, que un gesto de solidaridad por muy pequeño que sea si se atiende bien, crece”.

Nosotros no somos mejores

“Nuestros pueblos le deben mucho a Cuba, por lo que saber que la lucha por el regreso de los Cinco es medular para este pueblo, bastaba para correr a apoyarla. Es la hora de reciprocarle. Así surgió la idea de crear un comité donde se encuentren vinculados todos los partidos políticos y organizaciones civiles existentes en el Líbano; para apoyar a Cuba se necesita una ideología humanista por encima de todo. Si es así, bienvenido a bordo.

“Desde entonces hemos desa- rrollado infinidad de actividades, desde exposición de las pinturas de Tony hasta movilizaciones, cartas al Presidente de Estados Unidos reclamando la libertad de estos hombres. Cada mes hacemos plantones frente a la Embajada norteamericana en el Líbano, que es como un cuartel, rodeada de alambradas por todas partes.

“Es muy fuerte hacerlo allá, porque vivimos una situación tensa, y el enemigo puede utilizar esas manifestaciones como pretexto para matar a los jóvenes que están allí; arriesgamos la vida prácticamente. Me amenazan, dicen saber que soy la responsable de todo eso. Nosotros no hacemos daño, vamos con niños y ancianos; nos acompañan exprisioeros palestinos y libaneses; otros llevan guitarras, tambores, gigantografías y la bandera cubana; el plantón es pacífico, pero la luz de esta causa les molesta.

“Venzo los temores con el amor, que ayuda a soportarlo todo. Nada de lo que hacemos y arriesgamos es comparable con lo que han hecho Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René para proteger a su pueblo del terrorismo.

“Para nosotros no es nada un peligro más o uno menos, ya estamos empapados de peligro. Unas gotas más o menos no cambian la verdad,cuando uno va por el camino cierto no teme nada. ¿Qué puede pasar, caerse, morirse? Tenemos una fila interminable de mártires, nosotros no somos mejores”.

 Una promesa sagrada con Gerardo

La entereza y la alegría de esta mujer no se amilanan. Hay palabras que hacen brillar sus ojos o hasta derramar una lágrima si cuenta una historia, traduce una conversación con alguno de sus compatriotas, si hace una demanda a favor de los Cinco.

Siempre está, aún en estos días en que se desarrolló en La Habana el Encuentro Internacional por la Liberación de Los Cinco. 15 años, ¡Basta!, y no tenía la certeza de que pudiera regresar a su país y encontrar a sus padres y a su hija.

“El último cochebomba estalló a 200 metros de mi casa; hubo más de 400 heridos y casi 60 muertos; hizo explosión en una calle muy frecuentada por mi familia, pero no soy la única, soy un granito de arena en este país donde todos estamos sometidos al terrorismo. Desgraciadamente el mundo vive en un caos, cuando es necesario luchar por la vida, la ciencia, la medicina, por tantas cosas bellas. ¿Por qué esa desgracia nos ha caído a nosotros?”

Wafi tiene la insatisfacción de no haber podido visitar a los Cinco en sus respectivas prisiones, algo que compensa con las llamadas telefónicas, a través de las cuales se acerca a la personalidad de ellos; sin embargo, con Fernando ni siquiera ha podido hablar y eso es otra pena que carga.

“Me salta el corazón cuando los escucho. Una vez Adriana le comentó a Gerardo que yo les había hecho una comida libanesa: arroz con berenjena y carne. Le describió cómo eran los platos y él le dijo: ‘Qué ganas me dan de probarlos’. Coincidentemente en otra visita a La Habana, en que estaba con ella, él la llamó y le pidió hablar conmigo. Me preguntó: ‘¿Cuando salga de aquí tú me vas a hacer esa comida rica?’

“En ese momento sentí que estaba hablando con mi hijo y le dije: ‘Sal tú y yo me convertiré en una cocinera para toda la vida, no quiero dinero, esa es mi promesa sagrada contigo, pero ¡acaba de salir!’. Ese gran hombre me contestó: ‘No Wafi, tú eres la reina, yo voy a cocinar cuando salga, serás mi invitada’”.

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