Icono del sitio Trabajadores

El Comandante es así

Fidel en hospital de Cienfuegos - 2005
Fidel en hospital de Cienfuegos – 2005

23 de marzo de 2004. Lugar: hospital provincial y universitario Doctor Gustavo Aldereguía Lima, de Cienfuegos. Comenzaba la tarde. Frente a la entrada principal, en el área del parqueo, todo estaba dispuesto para la realización del acto por el XXV aniversario de esa institución de salud. Se esperaba la llegada del Comandante en Jefe.

Los periodistas aguardamos en espera de instrucciones. La persona responsabilizada con guiar a la prensa me informó que solo dos reporteros estaríamos en el recorrido previo por la institución, debido a la pequeñez de los locales, y pidió que posteriormente informara de los detalles a los demás colegas.

El líder de la Revolución, acompañado por autoridades del sector de la Salud y de la provincia cienfueguera, apreció las transformaciones en el recién reparado y reordenado Centro de Emergencias Médicas.

En cada sitio preguntó una y otra vez, como es costumbre en él. Saludó a cada uno de los trabajadores, para quienes tuvo frases de reconocimiento a la labor y los resultados.

Al parecer, lo que apreciaba y conocía en el recorrido le iba motivando a hablar de no pocos proyectos para fortalecer la atención sanitaria en todo el país, muchos de ellos aún sin consolidar, pues evidentemente la mayoría requeriría de gestiones para la adquisición de modernos equipos en otras naciones del mundo, lo que siempre ha significado para Cuba afrontar el hándicap del bloqueo del gobierno de los Estados Unidos.

La colega que me acompañaba y yo intercambiamos miradas, como preguntándonos: ¿Qué hacemos con toda esta información?

En el lobby del hospital, Fidel apreció una muestra de los medios que habían sido reparados para su reutilización en las salas. Mientras hacía apuntes en la agenda, sentí una mano en mi hombro izquierdo. Era la del Comandante. En tono amable me dijo que había hablado mucho de ideas que eran solo proyecciones aún no concretadas, por lo que me sugería mantener discreción en ese sentido, por el momento. “Confío en ti, periodista”, apuntó. “Confíe, Comandante, confíe”, le respondí.

Transcurrió el acto. Corrí a preparar el despacho para la primera edición del periódico. Redacté otro más extenso y detallado para la segunda edición, y lo envié. A eso de las 12 de la noche llegué a mi casa. No podía dormir. Pensaba en el compromiso hecho y en que un desliz sería imperdonable.

Al otro día, bien temprano, llamé al subdirector encargado del proceso editorial. “¿Revisaron los materiales?”. ¿Llamó el Comandante o alguien cercano a él?, pregunté. “Ni lo uno ni lo otro”, me respondió.

Fue una muestra de respeto de Fidel a la labor profesional de un simple periodista.Así es nuestro Comandante en Jefe.

Compartir...
Salir de la versión móvil