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La historia de La historia me absolverá

Por Fernando Rodríguez Sosa

El alegato de autodefensa pronunciado por Fidel Castro, en el juicio seguido por la tiranía batistiana al joven revolucionario y a sus compañeros de la Generación del Centenario por las heroicas acciones del 26 de julio de 1953, ha trascendido como uno de los documentos imprescindibles de la historia de la segunda mitad del siglo XX.

Tal afirmación no resulta exagerada. En La historia me absolverá, como es fácil advertir, el aguerrido combatiente no solo denuncia la crítica situación vivida entonces por la isla bajo la dictadura de Fulgencio Batista, sino también presenta el renovador programa que, luego de la victoria, emprendería el proceso revolucionario para transformar diametralmente la sociedad cubana.

Durante las últimas seis décadas, La historia me absolverá ha sido fuente de investigación y estudio, por quienes, dentro y fuera de la isla, se han encargado de analizar el alcance, trascendencia y permanencia de ese documento, tanto desde el ángulo histórico como desde el punto de vista jurídico.

Nunca antes, sin embargo, la historia de la edición y distribución del discurso pronunciado por Fidel, el 16 de octubre de 1953, en las sesiones del juicio celebrado en una de las salas del Hospital Civil Saturnino Lora, en Santiago de Cuba, había sido contada a través de las páginas de un libro.

En esta obra, titulada Pequeña Gigante. Historia de: La historia me absolverá (Editorial de Ciencias Sociales, Colección Testimonio, 144 pp), Marta Rojas presenta, en la voz de sus propios protagonistas, el proceso de publicar y distribuir, en los azarosos y peligrosos días posteriores al juicio, el citado alegato.

 

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“Aunque todos los testimonios –explica la autora— fueron recogidos de fuente directa y sin haber dejado pasar de por medio muchos años, sino más bien sobre la marcha, pero siempre faltaría alguno que pudiera ser de gran valor, pero ninguno de los que están sobran”.

Mediante un ágil y diáfano discurso, que integra los testimonios recogidos, el lector conoce anécdotas, recuerdos, remembranzas, que permiten estructurar una historia que comenzó en el momento de ser pronunciada la autodefensa de Fidel y concluyó cuando comenzaron a circular los primeros ejemplares reproducidos clandestinamente.

Una de esas singulares anécdotas ahora contadas, refiere cómo Patato, uno de los obreros del taller, de oficio cajista, luego de leer el texto, definía el documento como “pequeña gigante”, al relacionarlo con el “nombre de cierta máquina de apariencia modesta pero altamente apreciada por los obreros del giro”.

Como periodista, Marta Rojas (Santiago de Cuba, 1931) participó en el juicio a los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos manuel de Céspedes y, a partir de esa experiencia y de posteriores investigaciones, ha publicado los libros El juicio del Moncada, La cueva del muerto y El que debe vivir, este último galardonado con el Premio Casa de las Américas.

Reconocida con el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, Marta Rojas es autora, igualmente, de otros testimonios, entre ellos El aula verde y La maleta perdida, así como de varias novelas, como El columpio de Rey Spencer, Santa lujuria, El harén de Oviedo e Inglesa por un año, que recibió el Premio Alejo Carpentier.

Con Pequeña Gigante. Historia de: La historia me absolverá, se enriquece, indudablemente, la bibliografía sobre el 26 de julio de 1953. Mas, este libro, también, viene a salvar, para la memoria, un capítulo poco conocido de aquella gesta que, encabezada por Fidel y sus compañeros, marcó un nuevo rumbo para Cuba y el mundo.

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