Carta de reo en huelga en Guantánamo: “Nos pegan, usan balas de goma y gases»

Carta de reo en huelga en Guantánamo: “Nos pegan, usan balas de goma y gases»

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Foto: AFP
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¿Sabe el mundo lo que pasa tras «las rejas herrumbrosas de Guantánamo? Uno de los reos de la cárcel cuenta en su carta los escalofriantes detalles de su encarcelamiento y los suplicios que sufren durante la huelga de hambre que empezaron en febrero.

El abogado Ramzi Kassem ha entregado a los medios una carta de Abdelhadi Faraj, un ciudadano sirio y reo número 329 de Guantánamo, que lleva encarcelado desde 2002, a pesar de que en 2010 fue tomada la desicion de ponerlo en libertad.

«Pese a que hace mucho que llevamos aquí encarcelados, desde el año 2002,  el gobierno estadounidense no está interesado en solucionar el problema. Los últimos meses han sido los más difíciles de todos los que  hemos tenido que pasar. Durante el mandato de Bush la solución aún parecía asequible. Durante el mandato de Obama parece que nadie tiene la mínima intencion de solucionar nada”, reza el texto.

“Algunos de los reos, tanto por la huelga de hambre como por la reacción de los vigilantes, están tan débiles y enfermos que no pueden ni salir de sus celdas.”

“El Ejército reprime brutalmente la huelga de hambre. Nos pegan, usan balas de goma y gases lacrimógenos. Se han llevado casi todo de las celdas, desde los cepillos de dientes hasta las mantas y libros. Nos encerraron en celdas frías que no tienen ventanas, donde no entran ni los rayos del sol, ni el aire fresco. A veces ni sabemos si es día o noche.”

Faraj escribe que es una práctica habitual examinar los genitales y el intestino recto de los reos diez veces al día.

“Cada día me atan firmente por las manos y los pies a una silla. Un vigilante fuerte aprieta con las dos manos mi cabeza, con tanta fuerza que siento como si me fuera a romper el cráneo. Luego, los así llamados médicos nos meten por la fuerza un ancho tubo flexible en la fosa nasal hasta que me sangra la nariz y la boca. Luego ponen en marcha a todo ritmo el flujo del líquido nutritivo. No puedo describir cuánto dolor causa,” cuenta Faraj en su carta.

Recientemente, un enfermero arrancó brutalmente el tubo de la alimentación forzada, lo dejó sobre mi hombro, y salió de la celda, dejándome atado a la silla. Más tarde, regresó a la celda, tomó el tubo de mi hombro y comenzó a insertármelo en la nariz. Le pedí limpiar y desinfectar el tubo primero, pero se negó.

Cuando después traté de quejarme a su jefe sobre el incidente, él me amenazó con meter el tubo de alimentación no por mi nariz, sino por otro lugar, si no suspendo mi huelga de hambre.

En su carta el reo subraya que los presos de Guantánamo conocen las protestas en el mundo que se organizan en solidaridad con ellos, así como la creciente crítica internacional.

“El presidente Obama podría empezar a poner en libertdad  a aquellos de nosotros que deberían haber sido liberados ya hace varios años, y después a aquellos contra los que, tras pasar 11 años, no han sido presentados cargos”, sugiere.

“A pesar de las dificultades, de las duras condiciones y obstáculos que imponen las autoridades estadounidenses, seguiremos con la huelga, hasta que se cumplan nuestras demanandas de justicia”.

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