¡Ortografía!, un llamado

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Por Carmen Chaviano Marichal, metodóloga de Educación en la provincia La Habana  (colaboradora)

El hecho de que vivamos actualmente un período de rápidos cambios socioeconómicos y científico-técnicos requiere de profundas modificaciones en la educación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

Por eso, se necesita que la escuela contribuya a la formación de hombres y mujeres preparados para enfrentar los retos de la vida social y laboral. En tal sentido, la formación humanística cobra una dimensión mayor en cuanto al acceso de una cultura general integral que favorezca las buenas relaciones humanas, de convivencia, y la adquisición de valores morales.

Para lograr esta aspiración es imprescindible elevar la calidad del proceso formativo, que depende en gran medida de la preparación de los maestros y profesores, quienes deben dominar contenidos, metodologías y emplear técnicas variadas que promuevan el pensamiento lógico. Además, resulta fundamental tener en cuenta los aspectos psicológicos y pedagógicos de este proceso.

Los futuros maestros y profesores deben estar conscientes de que su misión no es llevar a los alumnos de la mano, sino que estos aprendan a encaminarse solos y a aplicar lo aprendido a nuevas situaciones.

Uno de los aspectos primordiales que no puede ser soslayado es la atención a la lengua materna, pues gracias a ella nos podemos comunicar en sociedad y adquirir nuevos conocimientos.

A partir del análisis de las numerosas fuentes de información que reflejan de variadas formas las insuficiencias en el aprendizaje de la lengua materna, es posible esclarecer que el problema principal que se afronta es que los alumnos de los diferentes niveles de educación no aprenden lo que tienen que aprender.

Todo esto se traduce en: insuficiente desarrollo de habilidades para la  comprensión y construcción de textos, escasos conocimientos lingüísticos, lo que se evidencia en insuficiente dominio de habilidades para escuchar, hablar, leer y escribir correctamente (sin faltas de ortografía).

La ortografía, valorada como la capacidad de respeto al código de la escritura, no escapa de ser un problema de ayer, de hoy y del mañana, sino se lleva con seriedad y una clara y profunda toma de conciencia. Y mientras no haya disposición de enfrentarlo, resulta difícil solucionarlo. Su enseñanza ha estado regida por la normativa, según se ha entendido, como un código que establece lo correcto y lo incorrecto.

Podremos aspirar a la erradicación de este problema didáctico si los claustros de los centros escolares inciden en este aspecto. La ortografía guarda estrecha relación con todos los planes de estudio, pero requiere de un colectivo consciente, que emplee estrategias adecuadas de aprendizaje y motive a los estudiantes, de manera creativa, para la adquisición de habilidades correctas en la escritura.

Es necesario enseñar y hacer que se aprendan las normas ortográficas, pero desde la perspectiva misma del interés que pueda despertar en los alumnos la avidez por conocer, descubrir, encontrar la mejor manera de aprender, y saber aplicarlas en diferentes contextos y situaciones.

A través de la práctica profesional, mediante las investigaciones empíricas realizadas, hemos podido comprobar que en los trabajos escritos aplicados por los profesores de nivel medio superior se diagnostican errores ortográficos tales como: cambios, omisiones, adiciones de grafemas, dificultades en la acentuación e incorrecta utilización u omisión de los signos de puntuación, así como desconocimiento en el empleo de las mayúsculas.

Se ha detectado que algunos profesores en formación manifiestan desinterés por la ortografía,  insuficiente desarrollo de su competencia comunicativa  que les impide el acceso a la escritura correcta de las palabras; presentan poco dominio de la correspondencia fonema- grafema, desconocimiento de significados de palabras.

Algunos profesores imparten los contenidos ortográficos de manera aislada, sin vincularlos a los procesos de comprensión, análisis y construcción de textos.

Hoy, las dificultades con la ortografía nos deben preocupar a todos, a los educandos, a la familia y, sobre todo, a los maestros, quienes tenemos la responsabilidad de alcanzar un exitoso proceso docente educativo.

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