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Relacionados, pero no iguales

Fue Carlos Rafael Rodríguez (Cienfuegos, 1913- La Habana, 1997) el primero de los economistas cubanos que planteó la diferencia existente entre crecimiento y desarrollo.

Coincidió con el argentino Raúl  Prebisch, a quien superó por el papel que le concedió al Estado en los procesos de desarrollo.

«Una economía puede crecer sin que avance hacia su real desarrollo. El desarrollo es una clase especial de crecimiento que asegura a un país crecer constantemente y a través de la autoimpulsión de su economía”, expresó.

El crecimiento es importante, pero no suficiente para garantizar el progreso. Plantean los especialistas en un artículo consultado para escribir estas líneas que los indicadores convencionales de progresión del producto interno bruto (PIB) muestran limitaciones significativas para medir el desarrollo, ya que entre otros aspectos, no considera el uso que se hace del incremento productivo registrado, ni de la distribución del ingreso y las políticas sociales encargadas de enfrentar la pobreza y el atraso.

El propio texto señala que Carlos Rafael consideró el desarrollo económico como un proceso complejo que incluye no solo factores de carácter cuantitativo, sino también profundas transformaciones cualitativas. Países desarrollados son aquellos que tienen un mayor ingreso real per cápita, porque tienen una estructura económica basada en cierto grado de industrialización. Por eso, hay que definirlo como un proceso que conduce desde una posición económica subalterna hacia una desarrollada.

Para comprender mejor el asunto tomemos en cuenta los conceptos generales de ambos términos.

El crecimiento económico es una de las metas de toda sociedad y considera un incremento notable de los ingresos y de la forma de vida de los individuos, sin exclusión alguna. Existen muchas maneras o puntos de vista para medirlo. Se podrían tener como ejes de referencia la inversión, las tasas de interés, el nivel de consumo y las políticas gubernamentales o de fomento del ahorro.

El desarrollo económico, por su parte, es entendido como un proceso en el cual las condiciones de bienes y servicios se encuentran en estado creciente y al alcance de todos los grupos sociales.

Para conseguirlo, los países se guían por los principios pautados por la ONU, donde se reafirman las medidas macroeconómicas siempre y cuando estén desarrolladas en pos de una producción más elevada y eficiente y que mejore las condiciones de vida. Dentro de ellas se brinda especial atención al desarrollo humano, que no solamente engloba las necesidades económicas, sino también las intelectuales y culturales.

La pobreza, desnutrición, salud, esperanza de vida, analfabetismo y la corrupción deben ser eliminados para poseer un adecuado desarrollo. Hay países, como Brasil, que han crecido mucho, pero tienen una distribución muy desigual de la riqueza y aunque hayan logrado sacar de la pobreza a millones de personas, aún persiste en ellos mucha desigualdad.

Al hacer tempranamente un análisis específico sobre Cuba, tomando en cuenta el comportamiento histórico; Carlos Rafael consideró que la economía creció en los primeros años de la República, pero no se desarrolló.

Y advirtió: «El que una economía tenga una elevada propensión a consumir no es, como pudiera parecer, un índice de prosperidad, sino una manifestación de retraso económico y social. Por elevada propensión a consumir se entiende (y la terminología pertenece a los economistas burgueses) que la población tiende a consumir una alta proporción de sus ingresos. La causa de esta propensión radica, precisamente, en que el nivel social de la población es bajo, que sus ingresos corrientes son insuficientes, que todo lo que reciben lo necesitan para el consumo corriente, que no puede abarcar nada más».

Al hacer una mirada actual, las proyecciones económicas cubanas están bien definidas en los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), encaminados a actualizar el modelo económico y crear las condiciones para lograr un crecimiento paulatino.

«El desarrollo tiene que ser doble: en la conciencia y en las formas de distribución», dejó dicho, como legado, Carlos Rafael Rodríguez, a quien debemos analizar siempre de manera dialéctica, como bien afirma el Doctor en Ciencias Francisco Pérez Rosado, estudioso del pensamiento de ese sabio cubano.

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