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Verano a mitad del año

Justo cuando el 2013 rebasa su mitad comienza la etapa veraniega   en Cuba. Calor, playa, descanso, fiesta, deporte, cultura y   también trabajo serán actores cotidianos en estos dos meses,   en los que no pocos pensamos cómo multiplicar los días para   estar más tiempo con la familia.

Cada quien hace del verano una historia diferente. Y ni siquiera   es igual en cada provincia, municipio o comunidad. Tampoco   dentro de la casa es fácil complacer a todos por igual, pues   niños, padres y abuelos tienen intereses e ideas disímiles para   la etapa por excelencia de lluvias y sol ardiente.

Sin embargo, algo sí parece claro. Las opciones tienen y   pueden incrementarse en medio de las limitaciones económicas.   Solo hace falta ponerles un poco de corazón a las ideas y   a la creación. De nada vale realizar planes y más planes en todos   los organismos involucrados en este esfuerzo sudoroso del   país, si luego las actividades y lo previsto falla por lo subjetivo.

Hay que ser celosos y prever hasta el más mínimo detalle.   Necesitamos abrir el diapasón más allá del siempre demandado   campismo o la orquesta bailable en un parque de pueblo. ¿Qué   nos impide extender el impresionante circo, las buenas obras   de teatro, los recorridos históricos o las gustadas ferias artesanales   más allá de la capital?

Asimismo, se impone una vez más estirar y concebir la   recreación con más lectura (no son descartables presentaciones   de libros para niños y jóvenes), más naturaleza y más   aprovechamiento de los recursos informáticos en cada rincón   del archipiélago, en tanto las casas de cultura, los consejos   voluntarios deportivos y los círculos sociales pudieran llenarse   también de atractivas propuestas para un amplio público que no   necesariamente quiere quemarse su piel en las playas.

La divulgación de lo que hagamos es vital y habrá que depender   no solo de la televisión, la radio y alguna publicación   impresa. La mejor promoción de cualquier opción es la calidad   y el ambiente que allí se genere, capaz de hacer que el visitante   regrese y lo comente con amigos y familiares. En esto último,   las nuevas formas de trabajo por cuenta propia se han robado la   arrancada y aunque todavía sus precios no son asequibles a la   mayoría del pueblo cuentan igualmente para un público determinado   en esta etapa veraniega.

Y no olvido que existirán también oportunidades de bañarse   en ríos, montar a caballo, ascender montañas, bailar en   una discoteca, disfrutar de una fría cerveza y arrollar en algún   carnaval. Pero el espíritu de estos meses debe ir encaminado   a crecer en propuestas (sobre todo en moneda nacional) y   desterrar la concepción de que verano es sinónimo de ron y   guaracha.

Para los trabajadores que no podrán descansar estos   dos meses (un grupo importante son quienes aseguran la comida,   el transporte y el funcionamiento del país), cada centro   laboral y cada sección sindical pudieran asumir su atención   con un mejoramiento en las condiciones básicas (climatización   donde se pueda y mejor organización para evitar pérdidas de   tiempo), sin descuidar los índices de electricidad, eficiencia y   productividad.

A julio y agosto les nacen siempre más demandas que ofertas.   El reto de todos los ministerios y organismos encargados es   demostrar que además de sol y playa vivirán las peñas literarias   y culturales para desbordarnos de pasión y los espacios deportivos   para ejercitar cuerpo y mente, en tanto la programación   televisiva apuesta por complacer más de un gusto. En todas,   debe primar el sello de la exquisitez, o al menos acercarse.

Cada quien debe tener finalmente en cuenta que este verano   se parecerá a nosotros en la medida que seamos más entusiastas   y responsables con el medio ambiente; más creativos y   certeros en cada actividad (cada región tiene sus costumbres   y tradiciones); más disciplinados en medio de la alegría y más   revolucionarios en la obra cotidiana que construimos.

Ahora mismo no se puede decir que está todo dicho. Los   chorros de sudor comienzan a galopar sobre nuestros cuerpos.   No hay contradicciones entre trabajo y verano. Se complementan   y es el momento preciso para recordar que no hay   nada más feliz que eternizar estos meses en la memoria de toda   Cuba.

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