Basurero, exdiputado y Héroe

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En el Salón del Laguito el compañero Ramón Machado Ventura segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba procede a condecorarcon la medalla Héroes del Trabajo de la República de Cuba a Teobaldo de la Paz Vanega de Guantánamo. Foto: César A. Rodríguez

 

Recoger desechos es uno de esos trabajos que las personas  hacen cuando no tienen otra opción. Eso pensaba  hasta que encontré a Teo, Teobaldo de la Paz Vanega; montero de nacimiento y basurero por elección.

No es un hombre de maneras  finas, pero su verbo revela la mucha y diversa lectura con que ha cultivado su inteligencia natural. Habla pausado y convence. Su vida parece como escapada  de una telenovela del espacio Horizontes: bajó de las lomas tras el amor de su vida y el primer empleo que  tuvo fue el de recolector de  desperdicios sólidos. Treinta y seis años después, lo sigue haciendo. Fue diputado a la Asamblea Nacional del  Poder Popular y, casi a punto  de la jubilación, recibe el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

¿Por qué basurero? 

Yo vivía bien en la Sierra,  en el municipio de Bartolomé  Masó, donde nací. Allí  me enamoré de una muchacha  de Bayamo y cuando ya  teníamos dos hijos, quisimos  acercarnos a sus padres que  vivían en la ciudad, pero a mí  nunca me gustó la “recostadera”,  por eso acordamos que  bajara yo delante para conseguir  trabajo. Por la radio  había escuchado de una plaza  de barbero. Tenía alguna experiencia  en eso pero no me la  dieron porque pedían noveno  grado y yo solo había llegado  a séptimo.

Cuando casi me daba por  vencido, un amigo me ofreció  trabajar en Comunales. Gracias  a él pude venir con mi familia  para Bayamo y siempre  me ha parecido una ingratitud  dejarlo. Me han hecho varias  ofertas, pero estoy seguro  de que ninguna me hubiera  hecho tan feliz.

¿Qué ofertas rechazó?

En una ocasión el entonces  primer secretario del Partido  en la provincia, Lázaro  Expósito, y el presidente, José  Antonio Leyva, me propusieron  administrar un hotelito  que estaban preparando para  estimular a los mejores trabajadores;  pero yo les dije: Si  me quieren ayudar, déjenme  tranquilo donde estoy. Igual  fue cuando quisieron que  aceptara el cargo de subdirector  de la empresa.

¿Qué le ata a Comunales?  ¿Nunca se ha enfermado? 

En este trabajo hay muchos  riesgos, una vez estuve  como tres meses sin poder  caminar, al parecer producto  de una infección, pero le  soy absolutamente sincero  cuando le digo que si me voy  para otro sector siento como  si traicionara al que me lo  dio todo cuando yo no tenía  cómo mantener a mi familia.  Además, los trabajadores de  Comunales, ya no de Bayamo  sino de todo el país, son como  de mi familia. En cualquier  provincia que yo esté, si veo a  un barrendero, voy y lo saludo,  le saco conversación. Creo  que eso parte de un profundo  sentido de pertenencia. Soy  feliz en mi carro de la basura;  cuando voy en él me siento  tan orgulloso como un piloto  en su nave.

¿Qué piensan sus hijos de  eso? 

Tengo tres hijos, dos varones  y una hembra. Dos  son ingenieros (mecánico y  químico) y una licenciada  en Cultura Física. Ninguno  siente vergüenza del trabajo  que hago y recuerdo que  cuando me eligieron diputado  la primera vez, intervine  en un momento en que  se estaba debatiendo acerca  de la ley forestal. Al parecer  mis palabras tuvieron cierta  repercusión y salí en la televisión.  Mi hija, que entonces  estaba becada en un preuniversitario  de Las Mangas,  me vio y comentó con orgullo  que yo era su papá. Se rieron  de ella y hasta el director le  dijo: “Ya quisieras tú”.

A mi regreso de La Habana  ya había pasado el fin  de semana y no pudimos vernos,  y aunque nunca he sido  un padre que le guste andar  molestando en la escuela con  visitas, mi esposa me contó  que la niña se había ido llorando  y fui a verla. Al llegar  le pedí permiso al director  por solo cinco minutos. Evidentemente  él me había reconocido  de la intervención y  me contestó:

“¿Quién es su hija, Anisleidys  de la Paz Vargas? Entonces  era verdad. Mire, no  se preocupe, que ahora sí vamos  a interrumpir las clases  para que todos los alumnos  y profesores vengan y puedan  hablar con usted”.

¿Cómo recuerda la experiencia  de convertirse en  diputado? 

Cuando en 1992 dijeron  mi nombre en una asamblea  en la que estaban presentando  a los candidatos  a diputados, pensé que era  un error y no me puse de pie  como había hecho el resto;  solo cuando insistieron fue  que me paré y a pesar de  eso seguía pensando que era  absurdo. Un periodista me  preguntó qué planes tenía y  le respondí que ser la oveja  negra. El tiempo me demostró  que estaba equivocado,  siempre que pedí la palabra,  me la dieron y pude expresar  abiertamente lo que  pensaba.

A estas alturas creo que  mucha razón llevaba Ricardo  Alarcón, entonces presidente  de la Asamblea Nacional,  cuando decía: “Teobaldo es  un símbolo de la democracia  en Cuba”. Haber sido diputado  es más un mérito del  sistema democrático cubano  que un reconocimiento a  mis cualidades.

¿Cuál fue su mayor aporte  como diputado? 

Mi participación en las  modificaciones que se le hicieron  a la Constitución en  el año 2002. En esa ocasión  pude improvisar un discurso  que muchos compañeros  valoraron como importante.

De esa etapa guardo con  orgullo lo mucho que aprendí  gracias a la preparación  que reciben los diputados  para discutir con seriedad  y profundidad los diferentes  temas que se abordan.

¿Pudo seguir estudiando? 

Leo mucho, pero en la  escuela solo llegué hasta el  noveno grado; no obstante  le aseguro que con eso y la  experiencia vivida, me basta  para batirme ideológicamente  con cualquiera que  pretenda venir a decirme  que el capitalismo es mejor  que el socialismo.

¿Qué opina de ser Héroe  del Trabajo? 

Siento una gran alegría,  pero la de mi familia es mayor  y los comprendo porque  fue parte de mi tiempo de  estar con ellos, el que entregué  al trabajo. Yo nunca  pensé recibir un reconocimiento  así, ni ninguno.  Cuando empecé a trabajar  en Comunales me pagaban  141 pesos al mes. Los días  feriados y los domingos los  hacíamos gratis. Así estuve  16 años sin que nunca me  sacaran ni trabajador ejemplar.  Fue entonces cuando  alguien me propuso como  vanguardia nacional y a pesar  de las horas voluntarias  y demás datos, viraron el  expediente para atrás porque  le faltaban argumentos.  Por eso creo que también  hay que navegar con suerte,  hay quien se pasa toda la  vida trabajando, pero si sus  compañeros y la sociedad no  se lo reconocen, nunca será  vanguardia ni Héroe.

Durante las sesiones de junio del 2002   en las que se discutían las reformas a la   Constitución, Teo fue uno de los oradores.   Así reseñó el diario Granma su intervención:   

El diputado Teobaldo de la Paz Vanega   expresó que no era ni profesor, ni domina la pedagogía, “pero quisiera impartir una   pequeña clase, y no copie nadie, porque es   para un solo alumno. W. Bush”. Si usted viviera   en un país libre, dijo, no estuviera en   el poder, porque un pueblo libre no elige a   un burgués para gobernar.   

Este singular orador ofreció esta tarde   del 24 de junio una clase magistral de   lo que puede un pueblo socialista, porque   él, Teobaldo de la Paz Vanega, es un   barrendero de Bayamo, oficio digno con   el que mantiene limpia su Ciudad Monumento.  

Jamás un hombre de tan humilde oficio   podría ocupar un escaño en la tan cacareada   democracia representativa que el   Gobierno de Estados Unidos pretende implantar   como único y válido modelo para el   mundo.   

“Señor W. Bush, es una pena que no   hubiera dedicado ni media hora a estudiar   nuestra historia. Nos propone volver   a un pasado de hambre, de muerte de niños,   de analfabetos, de dominio imperial.   Usted no ve este presente de libertad digna,   de prosperidad. Sabemos bien su filosofía.   Cuando Estados Unidos dice ayuda   humanitaria, quiere decir aviones cargados   de bombas, y cuando dice ayuda alimentaria,   los mismos aviones se las lanzan   a los muertos. Nosotros no, nosotros   preguntamos cuántas escuelas necesitan,   qué cantidad de maestros necesitan, qué   cantidad de médicos necesitan, qué cantidad   de sangre necesitan.   

“Por eso aquí, W. Bush, también hablamos   por el mundo, porque usted tiene en   peligro al mundo. Desde aquí, al votar por   nuestro socialismo, estamos votando por   salvar a la especie humana cada vez más en   peligró”, concluyó Teobaldo.    

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