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El Indio Naborí y los moncadistas

Tal vez pocos conozcan que el poeta Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí se vinculó tempranamente, como integrante del grupo de redacción del periódico clandestino Son los Mismos, al grupo de revolucionarios que protagonizarían las acciones del 26 de Julio de 1953.

El mismo Naborí narró cómo conoció personalmente a líder de aquella gesta. Salía el poeta de una librería después de haber comprado los seis tomos de la Historia de los girondinos.  Andando por la capitalina calle Prado con los volúmenes bajo el brazo, se encontró con tres jóvenes y comenzó entre ellos un diálogo acerca de la Revolución Francesa. Uno de ellos expresó que había que estudiarla “pero el modelo de la Revolución moderna – subrayó- es la Revolución Rusa. Lee a Lenin”. El consejo provenía de Fidel. Los otros dos que habían opinado sobre aquel acontecimiento revolucionario eran Abel Santamaría y Jesús Montané.

Una anécdota refleja el compromiso del poeta con la nueva vanguardia de la lucha armada en Cuba. Ya se habían producido los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y los sobrevivientes de los combates y de la orgía de sangre que desató contra ellos la dictadura se encontraban presos en la Isla de Pinos

En un guateque en el que participaba Naborí, se estaban cantando décimas dedicadas a José Martí, cuando de repente el poeta provocó con sus versos un revuelo tal que se lo llevaron preso. Dijo así:

 

Martí no murió, Martí

Volvió a vivir en Oriente,

le relampagueó la frente

y tornó a ser un mambí.

Lo vemos cerca de aquí

trazando nuevos caminos,

y aunque crean los mezquinos

que se ha reducido a hueso,

aseguro que está preso

de nuevo en Isla de Pinos.

 

Fue el pueblo, movilizado ante la estación de policía quien obligó a las autoridades a liberar al bardo.

Como escribió su hija Alba María en el hermoso libro El retorno del quinto mago, el canto de Naborí era su arma de combate. “Desde su puesto en la radio, su programa de televisión(que fue suspendido por la tiranía en 1958)  y las canturías a lo largo de todo el país, lanzaba mensajes patrióticos, recaudaba fondos para la insurrección armada y de forma clandestina hacía llegar poemas que circulaban entre los combatientes.” Muchos de estos eran firmados con otros seudónimos como el Criollo, Siboney, Jesús Ribona…

 

Pero tal vez el más conmovedor homenaje de Jesús Orta Ruiz a los moncadistas fue su poema titulado Era la mañana de la Santa Ana, que declamó por primera vez ante jóvenes de todo el mundo en 1959, durante el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que tuvo lugar ese año en Viena, al que asistió como parte de una brigada artística cubana.

 

En cada verso parece revivir la epopeya:

 
ERA LA MAÑANA DE LA SANTA ANA…

Era la mañana
de la Santa Ana,
mañana de julio pintada de rosa.
Nadie presentía que saldría el Sol
por la silenciosa
granja de Tizol.
Santiago el Apóstol, marchito, dormía
como derribado por la algarabía
de conga y charanga, locura y alcohol.
Era la mañana
de la Santa Ana…
¡Oh, la incubadora
de la redentora
granja Siboney!
¡Qué gloriosos gallos dieron a la aurora
viejas y olvidadas posturas de Hatuey!
…….
Iban decididos por la carretera…
Por todo el paisaje se abrió la bandera.
En la caravana de los inmortales
iban dos mujeres de pureza estoica:
también procedían de la granja heroica,
de la incubadora Mariana Grajales.
Eran soles previos que con su alborada
rasgaron las nieblas del cuartel Moncada
La Patria en tinieblas vio sus rumbos claros
a la luz precisa de urgentes disparos.
Era la mañana
de la Santa Ana.
La sangre vertida no fue sangre vana.
……
¡Qué ciegas estaban las manos de aquel
que arrancó los ojos, los ojos de ensueño
los ojos de Abel!
¡Los ojos de Abel!
que ahora son estrellas de un cielo risueño
y alumbran el paso triunfal de Fidel!
Los mártires todos invaden el día,
alegran ciudades, liberan el monte…
Ya escucho los cantos de Gómez García
en rápido tránsito de flor a sinsonte:
-26 de Julio: heridas
por donde surgió la aurora:
alta fecha vengadora
de las fechas ofendidas.
Caliente sangre de vidas
rotas por el heroísmo
cuando traición y cinismo
bailaban sobre un calvario…
¡Oh, rocío necesario
a la flor del patriotismo!
….
Es la voz de toda la tierra cubana:
-¡Gloria a la mañana
de la Santa Ana!

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