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Un oficio no reverenciado

“Las virtudes del Che Guevara pueden servir de ejemplo para las que quieran ser buenas secretarias”, señala López. Foto: César A. Rodríguez
“Las virtudes del Che Guevara pueden servir
de ejemplo para las que quieran ser buenas
secretarias”, señala López. Foto: César A.
Rodríguez

Aunque se trata de un oficio muy antiguo, la historia no ha sabido reverenciarlo de la mejor manera. Se percibe solo como la persona encargada de llevar y traer papeles, confeccionar archivos, crear bases de datos, o recibir llamadas telefónicas. Sin embargo, los miembros de la Red Nacional de Secretarias y Asistentes Ejecutivas de Cuba (Rnasec) aúnan esfuerzos para hacer valer la labor de los secretarios, y lograr un mayor reconocimiento social para ellos.

Una de las asociadas más destacadas de esta agrupación es Addys López Abreu, quien lamenta las pocas posibilidades de capacitación que se le brinda a este oficio, a la vez que recuerda con orgullo sus años como secretaria de José M. Manresa, jefe de despacho de Ernesto Che Guevara, en el Ministerio de Industrias, durante la década de los años 60 del siglo pasado.

“Siento mucho que no haya un programa educativo organizado para la formación de secretarios en el país, a pesar de que siempre han existido cursos esporádicos y dispersos. No veo un camino visible, excepto la recién creada Rnasec, que se esfuerza por darnos más valor”, indicó López.

Su experiencia con el Guerrillero Heroico la formó como una trabajadora integral, comprometida con valores como el humanismo y la modestia, pero también la exigencia y la disciplina.

“El Che predicaba con el ejemplo: llegaba muy temprano a la oficina y nos enseñaba matemática, política, marxismo. Yo asistía a los consejos de dirección que él dirigía, y siempre sobresalían su sencillez y la forma de exigir.

“Recuerdo que en una ocasión un señor del Oriente Medio, de visita en el país, le quiso regalar una esclavita de oro para su hija. Sin embargo, el Che le dijo que nunca enseñaría a sus hijos a amar los metales preciosos, sino a los seres humanos. Esa actitud nunca se me ha olvidado. Estoy convencida de que él influyó mucho en mi conducta”, señaló.

Para la experimentada oficinista, toda buena secretaria tiene que ser muy educada, poseer principios, ser responsable al extremo, y actuar con tino y preocupación.

Esta dama, de más de siete décadas de vida, no le dice adiós a su oficio y actualmente trabaja como secretaria en la Clínica Central Cira García, en la capital. Para ella, mientras exista fuerza de voluntad y deseos de trabajar, el puesto nunca estará vacante.

“Pensé que con la llegada de la computadora tendría que jubilarme, pero no fue así. Aprendí el funcionamiento y los programas; ahora me siento más cómoda trabajando”, precisó López.

En esa misma línea de pensamiento opina Gloria Salomé Nejme, maestra de maestras en el oficio de secretaria. En su criterio, muchas personas que trabajan en esta posición no han pasado ningún curso y solo dominan algunos aspectos de computación. Carecen de modos correctos de comportamiento, formas de vestir apropiadas, o maneras adecuadas de expresarse.

“Actualmente hay muchas tramitadoras de papeles que no están preparadas, y hacen gala de mala educación. Vas a una oficina y encuentras a una persona ocupando el puesto de secretaria, sin poseer una cultura, con ausencia total de un tema de conversación, o ignorantes de lo que es un archivo”, destaca enérgicamente Salomé.

Definitivamente, las nuevas generaciones que ocupan estos puestos son las que más sienten el peso de tantos años de un oficio echado a menos. Según la joven Ismaray Ales Clavijo, vicepresidenta de la Rnasec, hace seis años que se desempeña como secretaria en el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos, en La Habana, gracias a un curso ofrecido por la Federación de Mujeres Cubanas.

“Creo que falta todavía un trecho para articular una formación integral, pero espero que la organización pueda aportar mucho en este sentido”, precisó la joven.

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